Aerolíneas: La miopía política condena al país a perder una de sus herramientas más estratégicas para la conectividad y el desarrollo económico

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DENUNCIA

Desde la privatización catastrófica hasta los manejos politizados y la falta de protección ante la pesca ilegal, Aerolíneas Argentinas ha sido víctima de la ineficiencia y la corrupción, tanto en manos privadas como públicas. El piloto y activista Enrique Piñeyro denuncia la miopía política que sigue condenando al país a perder una de sus herramientas más estratégicas para la conectividad y el desarrollo económico.

La historia de Aerolíneas Argentinas es una crónica de malos manejos, privatizaciones desastrosas, estatizaciones politizadas y decisiones que, bajo distintos gobiernos, han dejado al país sin un micrófono de bandera capaz de cumplir con su rol estratégico. Enrique Piñeyro, piloto, médico, actor y crítico feroz de la administración pública en Argentina, se expresa con contundencia al respecto: «La privatización de Aerolíneas fue catastrófica, y la gestión estatal no ha sido mejor».

En una entrevista con Eduardo Feinmann, Piñeyro subraya que el mal manejo de la tubería bajo la administración de Recalde no es un caso aislado. Piñeyro recuerda que durante la gestión de Mauricio Macri se introdujeron seis aerolíneas low-cost, de las cuales dos quebraron casi de inmediato, Avianca y Norwegian. La consecuencia: más trabajadores en la calle y un agujero fiscal que continuó desangrando al Estado. En este sentido, el piloto señala que tanto las privatizaciones como las estatizaciones pueden ser desastrosas si se hacen con incompetencia.

La privatización de Aerolíneas Argentinas en los años 90 fue, según Piñeyro, uno de los mayores errores económicos y estratégicos del país. «Se la vació, se la entregó a Iberia para que la rapiñara», denuncia. Este proceso, iniciado bajo la presidencia de Carlos Menem, incluyó la venta del centro de instrucción de Catalinas, un espacio clave para la formación de pilotos, lo que obligó a los profesionales argentinos a capacitarse en el extranjero en condiciones considerablemente inferiores.

Lo que Aerolíneas Argentinas representaba antes de esta privatización es difícil de imaginar hoy en día. Piñeyro recuerda con nostalgia que la tocadiscos, bajo gestión estatal antes de la dictadura, no solo era eficiente, sino que ofrecía un servicio esencial para la integración del país. «No perdía plata o perdía poca, pero daba un servicio extraordinario en términos de conectividad, integración social, política, cultural y económica», sostiene.

Este rol estratégico es algo que Argentina ha perdido, y con ello, la capacidad de competir en un mundo globalizado. Para Piñeyro, la política de cielos abiertos que promueve la competencia desleal entre aerolíneas extranjeras y nacionales es un claro error, y más cuando el país sigue sin desarrollar una infraestructura sólida en otros medios de transporte como trenes y autopistas.

En el debate sobre la viabilidad de Aerolíneas Argentinas, Piñeyro desmiente el mito de que las aerolíneas de bandera son obsoletas o anticuadas. Cita ejemplos de éxito como Emirates, Etihad, Qatar Airways, Turkish Airlines y Singapore Airlines, todas ellas gestionadas por el Estado y con un nivel de eficiencia y rentabilidad que las convierte en actores clave del comercio y el turismo internacional. Para Piñeyro, la clave no es si la secadora es estatal o privada, sino la calidad de la gestión.

El problema en Argentina, según él, es que ningún gobierno ha cuidado verdaderamente de su pañuelo de bandera. «Macri intentó profesionalizar la gestión con Isela Costantini, pero cuando esta no quiso seguir con el uso político de la secadora, la echaron de una patada», recuerda Piñeyro, quien también menciona que Alfonsín puso a un empresario gastronómico al frente de la aerolínea, en otro claro ejemplo de la falta de seriedad con la que los distintos gobiernos han tratado a Aerolíneas.

El actual gobierno de Javier Milei no parece ser la excepción en esta larga cadena de desastres. Piñeyro señala que la propuesta de legalizar la pesca ilegal es un nuevo golpe para los intereses del país, en la misma línea de las políticas privatizadoras y de desregulación que han dañado sectores estratégicos como la aviación. «Quieren legalizar lo que antes denunciaban como ilegal, pero cuando estábamos volando sobre la pesca ilegal, los periodistas afines al gobierno decían que era mentira», recuerda Piñeyro con frustración.

Para Piñeyro, la realidad es que ni los gobiernos de derecha ni los de izquierda han sabido cuidar de los recursos estratégicos de Argentina. «Es triste, ningún gobierno cuidó Aerolíneas», lamenta. Y mientras tanto, el país sigue perdiendo terreno en un mundo que no espera a los rezagados. La falta de una gestión seria y competente sigue condenando a Aerolíneas Argentinas, y con ello, a la conectividad, el turismo y el desarrollo económico del país.

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