Afecta a unos 6000 pasajeros: en medio de un paro, los pilotos de Aerolíneas anunciaron una nueva medida de fuerza

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11/06/2025 LaNacion.com – Noticias

A partir de las 18, cesaron las actividades del personal en Aeroparque y en Ezeiza; la protesta se extenderá hasta las 2.

El mensaje de la Secretaría de Transporte en Aeroparque

Al mediodía de este martes 10 de junio, el Aeroparque Jorge Newbery todavía parecía funcionar con la precisión habitual de un día cualquiera. Las pantallas de partidas anunciaban vuelos “en horario”, los pasajeros avanzaban con paso decidido hacia los mostradores de embarque, y los cafés rebalsan de bandejas con medialunas tibias. Sin embargo, algo estaba fuera de lugar. Una frase proyectada en bucle en las principales pantallas del hall central captaba la atención de todos los que alzaban la vista: “La casta sindical suspendió tu vuelo con fines políticos sin hacer ningún reclamo”. La firma era de la Secretaría de Transporte de la Nación.

“Estos son unos vagos”, dijo Silvia, de unos 60 años, cuando se detuvo a leer el cartel antes de seguir hacia el sector de embarque. Viajaba a Salta para visitar a su hermano enfermo. “Después se quejan de que la gente los insulta… Parar sin reclamo, ¿qué clase de lucha es esa?”. Durante el mediodía, ya había tensión por los vuelos reprogramados y cancelados

Horas después, a partir de las 18, la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) comenzó el paro, que se extenderá hasta las 2 del miércoles, y que afecta solo a los vuelos de Aerolíneas Argentinas tanto en Aeroparque como en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, en Ezeiza. Los trabajadores reclaman al Gobierno por “incumplimientos convencionales, retraso en la pauta salarial y la ausencia de una estrategia clara y sostenible para el futuro de la compañía”. La compañía estatal anunció que, por la protesta, debió cancelar 22 servicios y reprogramar otros 28. En total, se vieron afectados más de 6000 pasajeros, y la empresa estimó pérdidas por 1,1 millones de dólares.

Mientras, APLA anunció otra medida de fuerza, esta vez de alcance nacional, aunque aún no está definida la fecha. La modalidad y la fecha se definirán en una asamblea que se realizará el 26 de junio próximo.

“A lo largo de esta semana, también nos reuniremos con delegados de cada sector de APLA para establecer cómo se llevarán a cabo estas medidas de acción directa. Invitamos a todos los y las pilotos de la Argentina a unirse y comprometerse con este reclamo colectivo para proteger nuestra profesión”, señalaron el comunicado firmado por la Comisión Directiva.

“Hoy, más que nunca, es vital encontrar la unidad que nos fortalezca y lograr la derogación de esta normativa perjudicial para todo el sistema aeronáutico”, apuntaron. Esta vez, la tensión entre el Gobierno y el sector volvió a escalar por el decreto N°378/25, publicado el miércoles pasado en el Boletín Oficial, que modifica la actividad máxima de vuelo de los pilotos y reduce los períodos de descanso para copilotos, tripulantes de cabina y comisarios de a bordo.

La nueva reglamentación cambia las horas máximas de vuelo de 8 a 10 diarias y de 800 a 1000 anuales y el descanso semanal se ajustará a 30 horas, cuando antes era de 36. A su vez, también modificarán las vacaciones que se estipulan en 15 días corridos, y se elimina el esquema anterior que permitía acumular hasta 45 días y ya no se consideraría como parte del servicio el tiempo de traslado ni la espera previa al vuelo.

Según el Gobierno, esta reforma –impulsada por el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado y la Secretaría de Transporte del Ministerio de Economía de la Nación– “enmarca la normativa en base a lineamientos técnicos aeronáuticos, despojándola de connotaciones gremiales o políticas que han obrado en perjuicio de la industria y del mercado”.

En tanto, desde APLA la consideraron “una copia improvisada, que consiste en una traducción deficiente y apresurada de regulaciones extranjeras, creada por funcionarios que tienen un profundo desconocimiento de la industria aeronáutica y su funcionamiento. Este papelón normativo no solo atenta contra nuestra profesión, sino que también pone en grave riesgo la seguridad operacional”, consideraron.

Al mediodía, en los monitores de partidas de Aeroparque, los destinos todavía figuraban con horarios asignados. En las salas de espera había tranquilidad. Solo algunos sectores puntuales comenzaban a mostrar signos de presión.

Uno de ellos era el punto de atención de Aerolíneas Argentinas. Marta Peloni, de 62 años, esperaba con su pasaje a Córdoba en la mano y dos valijas de cabina apoyadas junto a sus pies. Se abanicaba con un papel doblado mientras se sacaba el saco. “Iba a ver a mis sobrinas, una tuvo un bebé hace poquito. Hoy a la tarde tenía el vuelo. Quiero ver si me lo cambian, o si sale. Pero no me dicen nada claro. Nadie sabe nada. Eso es lo peor”, contó. “Y la verdad, si ya lo suspendieron, que avisen. Es una falta de respeto, uno organiza sus cosas, junta la plata… no pueden decidir todo en una mesa y dejarnos tirados”.

La información circulaba de boca en boca. Algunos pasajeros revisaban sus celulares, chequeaban redes sociales o reenviaban capturas con horarios tachados. Otros llegaban al aeropuerto sin saber siquiera que había un paro convocado.

En el sector de Flybondi, en cambio, había un movimiento sostenido. Varios pasajeros que se acercaban lo hacían con la esperanza de conseguir un pasaje alternativo a último momento. No era fácil: los asientos disponibles eran escasos y los precios, altos. “Quiero llegar como sea”, señaló un joven de mochila y gorra, que prefirió no dar su nombre. “Vengo de una entrevista en Buenos Aires y me tengo que volver a Mendoza. Ya gasté todo lo que tenía. Si me quedo una noche más, no llego ni al colectivo”.

Una escena más tensa se vivió frente al sector de embarque, donde un hombre mayor apoyaba su valija con un gesto de agotamiento. Se llama Luis Herrera, tiene 81 años y venía de Bahía Blanca. “Estuve un mes ayudando a mi hermana después de la inundación. Pinté, arreglé cosas, la acompañé. Pero ya tenía todo programado para volver hoy. Saqué el pasaje con tiempo, me tomé el micro hasta acá, y pensaba comer algo y esperar el vuelo”, contó a LA NACIÓN. “Recién mi hija me mandó un mensaje desde Jujuy, ‘Pa, fijate si volás hoy’. Yo no entendía. No sabía que había paro. No manejo estas cosas, tengo celular, pero no me entero. Fui a atención al cliente y me dijeron que me pasaron el vuelo para dentro de una semana. Les expliqué que no tengo cómo quedarme, que no tengo plata, que no tengo a nadie en Buenos Aires. Y me dijeron, si no puede esperar, compre otro pasaje. ¿Con qué plata?”

Herrera interrumpió la historia con un gesto cansado. “Le dije a mi hija que no sé qué hacer. Tal vez me toque dormir acá. Ojalá alguien me ayude”, dijo. Minutos después, una trabajadora del aeropuerto se le acercó y lo acompañó hacia otro sector, prometiéndole asistencia. Su figura se alejaba arrastrando la valija y el desconcierto.

En los pasillos, algunos se acercaban a los monitores con desconfianza. Miraban los horarios como si esperaran que de pronto algo cambiara. Otros llamaban por teléfono y repetían frases que ya se volvieron comunes: “¿Vos tenés idea si salimos?”, “¿Viste lo del paro?”, “A mí no me avisaron nada”.

“Estamos en la previa”, dijo un trabajador del sector de embarque, que pidió no ser identificado. “Ya nos avisaron qué vuelos están caídos, pero no se refleja en pantalla hasta último momento. La orden es mantener la calma hasta el inicio de la medida. Después, ya sabés cómo es: la gente explota cuando le tocan el pasaje”.

Cerca del ingreso a la zona de preembarque, un grupo de chicos jugaban con valijas como si fueran autos. Un padre los miraba distraído mientras revisaba su celular y suspiraba. Una pareja discutía si cambiar el vuelo “por las dudas”. Una empleada de Flybondi le explicaba a una pasajera que ya no había lugares para esta noche.

El sector de Aerolíneas Argentinas en Ezeiza estaba completamente vacío ni bien comenzó el paro. Las pantallas mostraban en rojo los vuelos reprogramados. Pocos minutos después de las 18, la empleada que estaba en el inicio de la fila del check-in dejó su puesto de trabajo. Según informaron la mayoría de los pasajeros ya habían sido notificados y volverían a abrir el mostrador recién a la 1. Esperaban retomar la normalidad hacia las cuatro.

De los 28 mostradores de la terminal A, apenas dos estaban abiertos a donde se acercaron los pocos pasajeros que llegaron. También estaban habilitadas las cuatro ventanillas para ventas y atención al pasajero. Allí estaba la familia Flores. Cargados con mochilas se acercaron a preguntar. “Nos ofrecieron un hotel en el centro, pero con los cortes [en protesta por el fallo de la Corte Suprema de Justicia en la causa vialidad] que hay, volver para allá es un caos. Preferimos quedarnos acá, nos cubren la comida también. La verdad que es un día caótico”, dijo Verónica Flores. “Salíamos a las 10.50 y nos reprogramaron el vuelo a las 4. Nos complica la conexión. Y hay que ver que no haya más paro, que lleguen todos. Está muy complicado”, sumó su esposo, José.

Imagen: archivo

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