Argentina y el espacio como dominio estratégico: desde sus orígenes al desafío de una política nacional espacial

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zona-militar.com/1 noviembre, 2025

En el siglo XXI, el espacio exterior se ha consolidado como un dominio estratégico crítico, equiparable al aéreo, marítimo, terrestre y cibernético. Las capacidades espaciales modernas determinan la superioridad en inteligencia, comunicaciones, navegación, meteorología, vigilancia y control de activos críticos. Esta realidad ha conducido a la militarización del espacio, evidenciada por la creación de fuerzas espaciales y programas de defensa orbital en Estados Unidos, Francia, Japón y otros países. De este modo, el espacio debe ser concebido no solo como un ámbito científico, sino también como un componente integral de la defensa nacional.

En este contexto, la Argentina enfrenta el desafío de consolidar una política espacial integral que articule la ciencia civil, la tecnología estratégica y la defensa nacional.

Orígenes y capacidades espaciales: la Fuerza Aérea Argentina en los años 60 y 70

La trayectoria espacial argentina se inició con la Fuerza Aérea Argentina (FAA) como actor principal en investigación y desarrollo. Durante las décadas de 1960 y 1970, la institución impulsó programas de cohetería experimental, vehículos sonda y el envío de seres vivos al espacio en el marco del Proyecto BIO, junto con la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), creada el 28 de enero de 1960 y activa durante tres décadas.

Los proyectos Orión, Castor, Rigel y Canopus representaron los primeros esfuerzos nacionales por dominar tecnologías de propulsión sólida, telemetría y recuperación de cargas útiles. Estos programas no solo permitieron el desarrollo de capacidades técnicas avanzadas, sino que también consolidaron una cultura espacial orientada a la innovación científica y militar.

El proyecto más ambicioso de la época fue el Cóndor II, concebido en los años ochenta como un misil de alcance medio con tecnología de punta. Su desarrollo evidenció la capacidad argentina de integrar propulsión, guiado y sistemas de control dentro de un marco de autonomía tecnológica, pese a las restricciones geopolíticas y financieras del período. Sin embargo, el programa fue finalmente cancelado en la década de 1990 debido a presiones internacionales.

La institucionalización civil: creación de la CONAE y logros tecnológicos

Tras la cancelación del Cóndor II, Argentina transitó hacia una etapa civil y científica con la creación de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) en 1991. Esta institución asumió la responsabilidad del desarrollo y operación de satélites de observación terrestre, promoviendo la cooperación internacional y consolidando la capacidad nacional para diseñar y lanzar vehículos espaciales.

Entre sus principales hitos destacan los satélites de la serie SAC (SAC-A, SAC-B, SAC-C) y los SAOCOM 1A y 1B, que posibilitaron la obtención de imágenes de radar de alta resolución aplicables a la agricultura, la gestión hídrica y el monitoreo ambiental. La CONAE ha establecido alianzas estratégicas con la NASA, la ESA y otras agencias latinoamericanas, fortaleciendo el prestigio internacional de Argentina en observación terrestre y fomentando la transferencia tecnológica hacia la industria nacional.

A pesar de estos logros, la falta de continuidad política se refleja en que la última versión aprobada del Plan Espacial Nacional —vigente hasta 2015— no ha sido reemplazada, y tampoco se ha asignado el presupuesto necesario para desarrollar un lanzador propio que permita situar satélites nacionales en órbita.

Reactivación militar: últimos lanzamientos de la Fuerza Aérea Argentina

La Fuerza Aérea Argentina no ha perdido su visión estratégica respecto del dominio espacial y, pese a las limitaciones presupuestarias, ha continuado avanzando en la recuperación de capacidades.

En diciembre de 2013, la FAA realizó el lanzamiento del cohete sonda “Experiencia Centenario” desde el CELPA I (Chamical, La Rioja), como parte de las celebraciones por los 100 años de la institución. El proyecto, desarrollado casi íntegramente en instalaciones de Córdoba, representó el primer lanzamiento nacional desde la cancelación del Cóndor II, más de dos décadas atrás. Aunque el vuelo fue solo parcialmente exitoso —una falla en el motor a los siete segundos impidió completar la misión y recuperar la carga útil con experimentos científicos universitarios—, el ensayo marcó un renovado impulso tecnológico.

Más recientemente, el 22 de mayo de 2025, se concretó el lanzamiento experimental del cohete sonda MET 1-SO “Escorpio” desde el CELPA II Atlántico (Mar Chiquita, Buenos Aires). Desarrollado junto al CITEDEF, este ensayo validó en condiciones reales diversas tecnologías nacionales, entre ellas la propulsión de combustible sólido, la telemetría con transmisión encriptada y la aplicación de inteligencia artificial en tareas de búsqueda y rescate marítimo.

Ambas misiones reflejan un renacimiento de las capacidades argentinas en el ámbito espacial, con desarrollo tecnológico propio y una proyección estratégica hacia el futuro.

Limitaciones estructurales y ausencia de una política de Estado

El espacio constituye hoy una infraestructura crítica para la seguridad, la soberanía y la autonomía tecnológica de los Estados. Su control directo reduce vulnerabilidades y fortalece la defensa integral.

El Plan Espacial Nacional, impulsado por la CONAE, tiene como objetivo principal el desarrollo del conocimiento y la tecnología espacial mediante tres líneas estratégicas: la observación de la Tierra, la exploración y uso pacífico del espacio ultraterrestre y el desarrollo tecnológico para uso espacial. Sin embargo, enfrenta limitaciones significativas, como la falta de revisión desde 2015 y la ausencia de financiamiento sostenido, lo que ha ralentizado especialmente el desarrollo de un lanzador nacional.

Además, el Plan no contempla objetivos esenciales para la defensa, como la vigilancia terrestre y marítima, las comunicaciones estratégicas o los sistemas de posicionamiento. En consecuencia, los esfuerzos de la CONAE y de la FAA corren el riesgo de diluirse si no se garantiza continuidad institucional y planificación de largo plazo.

La consolidación de estas capacidades requiere una Política Nacional Espacial que otorgue coherencia, sostenibilidad y articulación con los desafíos tecnológicos y geopolíticos contemporáneos, concebida como verdadera política de Estado y no como una iniciativa coyuntural.

Un ejemplo ilustrativo es el de Brasil, que cuenta con un marco doctrinario estructurado en tres documentos fundamentales —la Política Nacional de Defensa (PND), la Estrategia Nacional de Defensa (END) y el Libro Blanco de Defensa Nacional (LBDN)—, los cuales orientan la acción estatal en materia de seguridad y defensa. Actualmente, Brasil lleva adelante un proceso de actualización integral de estos documentos para el período 2024–2027, con el fin de adaptarse a las nuevas realidades geopolíticas, incorporar tecnologías emergentes y fortalecer la articulación entre los sectores civil, militar, industrial y académico.

En el ámbito espacial, Brasil dispone del Plan Nacional de Actividades Espaciales (PNAE 2022–2031) y del Programa Estratégico de Sistemas Espaciales (PESE 2012), que se complementan para consolidar la independencia tecnológica y la soberanía nacional. Ambos planes coordinan esfuerzos entre la Agencia Espacial Brasileña (AEB) y el Comando de Operaciones Aeroespaciales (COMAE), priorizando satélites de observación terrestre, sistemas de telecomunicaciones con aplicaciones duales y el aprovechamiento estratégico del Centro de Lanzamiento de Alcântara (CLA).

La promulgación de la Ley N.º 14.946 (31 de julio de 2024) refuerza esta continuidad al establecer el marco legal para las actividades espaciales nacionales brasileras.

En contraste, en Argentina ninguna de las administraciones recientes ha impulsado una planificación espacial integral con el compromiso estratégico que la coyuntura requiere. La formulación de una política sostenida, con el aporte plural de los sectores científicos, industriales, académicos, militares y políticos, permitiría consolidar un interés nacional compartido en torno al desarrollo y la protección del dominio espacial.

La diferencia esencial entre ambos países radica en la continuidad institucional: mientras Brasil ha mantenido una planificación integrada y respaldada políticamente, Argentina ha oscilado entre avances técnicos y discontinuidades estructurales que limitan su proyección.

La evolución institucional del poder aeroespacial

Dentro de esta futura política debería definirse con claridad la conducción del componente militar, que naturalmente corresponde a la Fuerza Aérea Argentina, ya sea manteniendo su denominación actual o adoptando la de Fuerza Aeroespacial Argentina, como han hecho otros países que reconocen la creciente importancia estratégica del espacio.

Algunos Estados han integrado sus capacidades espaciales dentro de sus fuerzas existentes —como Rusia, Francia, España y Colombia—, mientras que otros han optado por crear fuerzas independientes, como Estados Unidos, China e Irán. En los últimos años, tanto en Europa como en América Latina, la tendencia se orienta hacia la integración de capacidades sin crear nuevas estructuras. Francia adoptó en 2020 la denominación de Fuerza Aérea y Espacial, y España hizo lo propio en 2022. En la región, Colombia siguió el mismo camino en 2023 al transformarse en la Fuerza Aeroespacial Colombiana, reflejando la ampliación de sus horizontes hacia el espacio exterior.

En conjunto, esta tendencia evidencia el reconocimiento del espacio como dominio estratégico militar, donde las operaciones aéreas, espaciales y cibernéticas convergen, redefiniendo la defensa moderna y la estructura de las fuerzas armadas.

Construyendo una visión espacial de Estado

Argentina posee una sólida tradición aeroespacial, fruto del esfuerzo pionero de la Fuerza Aérea y del desarrollo científico impulsado por la CONAE. Sin embargo, la falta de continuidad política, presupuestaria e institucional ha fragmentado esa trayectoria, impidiendo consolidar una visión estratégica integral del espacio como dominio operativo y como instrumento de soberanía nacional.

El país cuenta con recursos humanos, infraestructura técnica y experiencia acumulada suficientes para retomar un papel relevante en el ámbito espacial, pero carece de un marco político unificador que articule los intereses civiles, científicos, industriales y de defensa.

En un contexto global donde el espacio se ha transformado en escenario de competencia estratégica, su dominio implica no solo prestigio tecnológico, sino también capacidad de disuasión, autonomía en la obtención de información y resiliencia ante amenazas híbridas.

La creación de una Política Nacional Espacial, sostenida en el tiempo e integrada a una Política Nacional de Defensa, resulta indispensable para garantizar continuidad programática, integrar esfuerzos interinstitucionales y orientar el desarrollo hacia objetivos de defensa, seguridad y desarrollo económico.

El desafío no reside únicamente en construir satélites o lanzadores, sino en consolidar una doctrina espacial nacional con liderazgo definido —que naturalmente corresponde a la Fuerza Aérea Argentina o a una futura Fuerza Aeroespacial—, capaz de articular la dimensión científica, industrial y militar bajo una misma visión estratégica.

Solo así la Argentina podrá defender su cielo y asegurar su lugar en el espacio, haciendo vigente la máxima: «Coelum tuum defende et possidebis terram tuam» (Defiende tu cielo y poseerás tu tierra).

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