Francia y Alemania, a muerte con Air France y Lufthansa
OPINIÓN
IAG no cuenta con un proteccionismo estatal comparable con el francés o el alemán, que luchan sin disimulo por excluir a la competencia
Hay una diferencia importante entre las tres: IAG no cuenta con un proteccionismo estatal comparable con el francés o el alemán. En la Europa continental, sin vergüenza alguna, sin rubor, sin cortarse un pelo, durante años han estado bloqueando la entrada de las low-cost para proteger a sus aerolíneas de bandera. En Alemania ha habido cierta moderación en este proteccionismo, pero en Francia no se andan con bobadas y van al grano. Tal ha sido la protección, que Ryanair está empezando a entrar en el país y WizzAir no lo ha tocado.
La batalla en el mercado de las ‘tres grandes’ se va decantando en favor de IAG y de Lufthansa. La británica acertó al ‘fusionarse’ con Iberia, que le abrió el mercado latinoamericano y Lufthansa, por su parte, tiene una gestión bastante rigurosa, aunque se beneficie de la protección pública. Air France, en cambio, va dando tumbos, incluso enfrentada a su propio socio, KLM. La creación de Joon fue el disparate más sonado, pero no el único.
Esto es lo que ocurre en el mercado: como sucede con el fútbol, no hay que confundirlo con lo que sucede en los despachos. Allí, Francia y Alemania, —¡cómo no!— luchan sin disimulo por excluir la competencia. Por eso acuden a una norma europea absurda, creada para consolidar el proteccionismo ante los competidores, que impide volar dentro del continente a quien no tenga mayoría de capital local.
Es una medida absurda donde se mire: cuando la primera empresa de información de Europa se llama Google, la primera de venta de hoteles se llama Booking, la primera productora de televisión se llama Netflix, cuando las primeras veinte empresas mundiales de tecnología son americanas, buscar si British Airways es europea o es extranjera equivale a defender descaradamente a las compañías de bandera de Francia y de Alemania, en contra de la de Irlanda y España, que tienen su alianza con alguien ‘molesto’.
Esto es lo que hay en una Europa abierta a la competencia, salvo que la competencia moleste.