Francos, un dialoguista al poder: ¿Milei gana tiempo o pierde frente a la casta?
Negociador y multipartidario, alguna vez mano derecha de Cavallo, armador de Scioli y funcionario del FdT, el nuevo jefe de Gabinete ejercita modos opuestos a los del presidente. Un equipo con poco recambio y una sangría permanente. El freno a la ilusión macrista de copar el gabinete.
Guillermo Francos fue jefe del Javier Milei economista en Corporación América, pero apareció tarde, casi sobre la hora, en el mundo del Milei político. Cuando el libertario sorprendió con su victoria en las PASO de agosto del 2023, Francos todavía era gobernador en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), butaca que ocupó durante casi cuatro años en representación del gobierno de Alberto Fernández.
Ante una fantasía presidencial accesible, Milei encontró en Francos -74 años, nacido en Coronel Rosales, abogado en la Universidad de El Salvador- algo que le faltaba: un profesional de la política. Dirigente con más rodaje que cargos, arrancó en el Partido Federal, zigzageó entre Eduardo Angeloz y Carlos Menen, luego jugó en la aventura política de Domingo Cavallo, respaldó al expolicía Luis Abelardo Patti y años después armó, con la premisa de imantar la centroderecha, para Daniel Scioli.
Sin ser un top, sin aparecer nunca entre los operadores premium, se convirtió en el más político de los entornistas del libertario, en un puente con el sistema. Tuvo, es cierto, otra virtud: durante años colaboró con Eduardo Eurnekian, el empresario que empleó por décadas a Milei, dueño del holding que aportó figuras de peso, como el caído en desgracia Nicolás Posse.
A pesar de sus cucardas, Francos nunca entró en la mesa chica de decisiones de Milei, una atmósfera que solo respiran el mandatario, su hermana Karina y el asesor Santiago Caputo. Los que conocen la dinámica de poder de los Milei delimitaron un segundo anillo de influencia en el que estaba Nicolás Posse, y todavía siguen Sandra Pettovello y Manuel Adorni. Recién en el tercer nivel aparecía Francos, con una tarea casi excluyente: hablar con “la política”.
Tropiezos
Lo hizo pero tuvo tropiezos. Una negociación tempranera con la CGT se rompió cuando, horas después de su cumbre con sindicalistas, apareció el DNU 70 que destrozó los compromisos que había tomado el entonces ministro del Interior. Con los gobernadores y los jefes legislativos ocurrió algo parecido. La derivación fue obvia: hablar con Francos no significada hablar con Milei ni que los acuerdos con el ministro se cristalizarían.
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La entronización de Francos con poderes ampliados, porque fusiona bajo su órbita el Ministerio del Interior, donde quedará Lisandro Catalán, su vice en esa cartera y colaborador cercano del actual jefe de Gabinete desde al menos 2003, plantea interrogantes sobre qué significa. ¿Milei acepta otro método de conducción, con más apertura y negociación? En los modos, Francos es casi la antítesis de Milei: tiene diálogo con casi todos los gobernadores y con los distintos actores del sistema político. Se animó, incluso, a acercar posiciones con los mandatarios de UxP, aunque ese vínculo se cortó rápidamente. Axel Kicillof no tiene hace meses contacto con la Casa Rosada. No logra, siquiera, un vínculo institucional para que Nación le transfiera obras que están paralizadas por falta de partidas presupuestarias.
Aunque la crisis entre Milei y Posse viene desde hace semanas, se precipitó en los últimos días y el presidente resolvió activar un cambio que parecía cantado antes de iniciar su cuarto viaje a EEUU. Francos fue entonces la salida lógica, la más de statu quo, o incluso la única sin esquirlas inmediatas: unifica firma y personería de la negociación política que Posse había delegado en su segundo, José Rolandi, que por ahora seguirá con Francos.
El staff libertario es corto. Es un equipo con poco recambio y un banco de suplentes reducido. No solo hay muchos cargos sin designar sino que la salida de ministros derivó, casi como una regla, en la fusión de áreas. Cuando Guillermo Ferraro fue desplazado de Infraestructura -se dice que “operado” por Posse-, la cartera fue absorbida por Luis Caputo en Economía. Ahora, Francos se muda al lugar de Posse e Interior será subsumido por la Jefatura de Gabinete.
Numerología: a 169 días del inicio de la gestión libertaria, Posse se convirtió en el funcionario 31 que deja su cargo, según el punteo que hizo el consultor Pablo Salinas, que calculó que hubo una dimisión/expulsión cada 5,5 días. Posse se convirtió, además, en el jefe de Gabinete con menos días en el poder -169-, algo más que los 120 días que duró Jorge Capitanich en el inicio del interinato presidencial de Eduardo Duhalde en 2002, de acuerdo a un conteo que hizo la politóloga María Coutinho.
#Macrismos
La gestión se comprime y, además, Milei evita abrir el juego. En la mala hora de Posse, se especuló con que Patricia Bullrich pujó para ocupar ese lugar. En LLA presumen que, de arranque, allá por diciembre, la excandidata presidencial aceptó ser ministra de Seguridad porque proyectó que, en un recambio de ministros, podría ascender a una posición de más volumen político. Se fue Posse, creció Francos, pero Bullrich sigue en el mismo lugar.
En el PRO “oficial” había una lectura similar. El jueves a medianoche, cuando se preanunciaba la salida de Posse, entre opositores amigables empezó a circular en la conversación que Francos iría a la jefatura de Gabinete y dejaría vacante Interior para que ese lugar lo ocupe Cristian Ritondo, actual presidente del bloque de Diputados del PRO.
Tampoco ocurrió. En cualquiera de los casos, eso hubiese implicado que Milei buscara recostarse sobre aliados como Bullrich o, incluso, validar la tesis que exponía Mauricio Macri respecto a que, en un momento de crisis, el libertario iría a buscar su asistencia.
En una de sus primeras definiciones públicas como jefe de ministros, Francos explicó que su ascenso tiene que ver con que Milei “no entiende” la política argentina, declaración poco feliz que luego buscó matizar. La entronización como jefe de Gabinete buscará, según ese criterio, ayudar a que los dos universos –la política y Milei– puedan cohabitar, al menos con más éxito que en estos casi 6 meses de gestión libertaria. Si lo que plantea Francos se verifica, el libertario habrá renunciado a su método de tensar todo el tiempo. El flamante JGM deberá, además, manejar la expectativa y adaptarse al esquema de poder brutal del mileísmo. Puede ser el discretísimo y casi eterno Jorge Rodríguez, segundo jefe de Gabinete de Carlos Menem, o espejarse en Juan Manzur, que parecía el salvador y terminó licuado.