Informe especial sobre Seguridad aérea

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Una introducción necesaria

«El problema de esta época es que tenemos mucha información, pero muy pocas verdades» Citado en Airframe, por Michael Crichton (Escritor estadounidense 1942- )

El presente informe que nuestra Asociación ha preparado y del cual soy responsable, es la materialización de un proyecto que ya hace mucho tiempo me había fijado, surgido de la seria preocupación por la calidad del mantenimiento aeronáutico en nuestro país y el mundo, y su inevitable incidencia en la seguridad del transporte aéreo. Una relación causa-efecto que siempre existió, pero cuyos resultados crecientemente negativos, se han ido agravando con la misma aceleración con que lo ha hecho la globalización y la desregulación a nivel mundial. Una percepción y una conclusión, ni exclusiva ni limitada a una Asociación Sindical Argentina, sino -como se verá en nuestro informe- es ampliamente compartida por los diagnósticos de especialistas reconocidos internacionalmente; por los fabricantes de aeronaves, líderes en el mercado, como la empresa Boeing Co ; por las organizaciones de control del transporte aerocomercial como la National Transport Safety Board (Comisión Nacional de Seguridad del Transporte) dependiente del Ministerio de Transporte de los EE.UU.; y por la misma Casa Blanca, que alarmada por el aumento inusual de accidentes aéreos, creó una comisión dirigida por el Vicepresidente Al Gore, para investigar sus causas y tomar acciones correctivas. Aunque tal vez, dada la era mediática que nos toca vivir, baste mencionar para dar una acabada idea sobre la magnitud que el problema ha alcanzado, inclusive ante la opinión pública, que la novela «Airframe» del escritor Michael Crichton (autor de «Parque Jurásico», y su continuación «El Mundo Perdido», «Sol Naciente», «Twister», entre otras muchas exitosas publicaciones), la cual se mantuvo entre los Bests Sellers del New York Times durante cuatro meses, trata precisamente de un desastre en pleno vuelo, con muertos y heridos. La investigación del accidente termina revelando que sus causas fueron originadas por: fallas en el mantenimiento; utilización de piezas no certificadas -o «falsas»-; y falta de examen y verificación, tanto de los procedimientos en la cabina de mando, como del mantenimiento realizado por terceros. Es decir, un trabajo de ficción y de alcance masivo, pero basado en el análisis de hechos reales y de información auténtica, adjudica en la actualidad a los problemas en el área de mantenimiento y a fallas originadas por el uso de repuestos falsos para abaratar costos, la mayoría de las causas de un accidente aéreo. Todo un anticipo de los temas centrales que desarrollamos en este trabajo.

¿Pero qué fue lo que pasó? ¿Qué sucesos, datos e investigaciones condujeron inexorablemente a toda la comunidad del mundo desarrollado -donde primero ocurre todo-, a poner el énfasis en la necesidad de reducir la tasa de accidentes aéreos en el Area Técnica (mantenimiento y reparación aeronáutica)? En el estudio de sus procesos de trabajo; la capacitación de su personal; su comunicación interna; su organización de tareas; y por sobre todo, en lo que se denomina Los Factores Humanos del Area, los cuales si no son atendidos y satisfechos en forma adecuada originan los errores humanos -cadena de eventos-, que terminan provocando los accidentes fatales (el 12% de las catástrofes aéreas más importantes de USA son debidas a fallas de mantenimiento, y la mayoría implica errores humanos).

Los antecedentes que explican la actual situación tienen un punto de partida inequívoco: la desregulación del mercado aerocomercial iniciada a mediados de la década del ’70, debido a la desmesurada suba de los precios del petróleo. A partir de ahí, la consigna empresarial fue: bajar permanentemente los costos -sin excepción- para volar cada vez más barato. Entre las primeras víctimas propiciatorias de esta política, estuvo el Sector de Mantenimiento y Reparación de Aeronaves y Equipos de Vuelo. Y así se mantuvo, sometido a continuas reorganizaciones y reformas para generar ahorros empresariales, ya sea en sus costos materiales como humanos. Luego, durante el transcurso de unos pocos años, el aceleramiento constante del proceso globalizador a nivel planetario fue agravando los problemas, debido a la exacerbación de la competencia mundial y la propagación y afirmación del liberalismo neoconservador -convertido muchas veces en fundamentalismo de mercado- como ideología imperante; una ideología que -según sus exégetas- impone dentro de sus «leyes naturales», la implementación de políticas de flexibilización laboral , en todas las economías donde su sistema rige. Fue así que las consecuencias de los continuos reajustes macroeconómicos, multiplicaron y agudizaron las deficiencias ya existentes en el Area Técnica. Ello fue confirmado por John Goglia, presidente de la NTSB, en declaraciones a la revista Aviation Maintenance de marzo del 97, «los Departamentos de Mantenimiento han sido colocados bajo una lupa, como resultado de una intempestiva serie de incidentes y accidentes. Y porque se ha demostrado que el mantenimiento fue la causa fundamental en varios de ellos, el proceso de mantenimiento está, justificadamente, siendo investigado». Por último agrega, «en los ’60 y los ’70 era realmente extraño tener accidentes relacionados con el mantenimiento, pero ya no más».

La crisis más dramática y peligrosa de este proceso iniciado hace dos décadas atrás, que ojalá sea la que marque su culminación, ocurrió durante 1996. Ese año contabilizó sólo en accidentes fatales, la cifra de 57 (ver ANEXO II), que dejaron más de 2000 víctimas, entre pasajeros, tripulantes e incluso, habitantes de las localidades sobrevoladas. En los Estados Unidos 340 personas fueron muertas, sólo en los accidentes que afectaron a las aerotransportadoras más importantes. La contracara es que para la mayoría de las aerolíneas estadounidenses, el año fue financieramente excelente. Como es lógico, los ciudadanos de ese país se han sentido amenazados, y su preocupación alcanzó tal magnitud que la Casa Blanca se vio obligada a crear, como mencionara al principio, una Comisión Investigadora sobre Aviación y Seguridad, presidida por el Vicepresidente Al Gore. Su objetivo ha sido bien explicitado: reducir en un 80% la tasa de accidentes antes del año 2005. La iniciativa nació apremiada por el tiempo, que juega en su contra, puesto que el incremento constante del tráfico aéreo global dá como lógica resultante, un significativo aumento en la cantidad de accidentes. Según estimaciones de la Empresa Boeing, ratificadas por la F.A.A., de continuar con la actual tasa de aumento, habrá antes del año 2015 una catástrofe aerocomercial en el planeta casi una vez por semana. Una frecuencia que en opinión del Vicepresidente Gore, resulta inaceptable. Deberíamos por nuestra parte preguntarnos, cuál es la opinión de las autoridades Latinoamericanas al respecto, teniendo en cuenta que la perspectiva de la situación es aún peor para nuestra región, donde la tendencia de la expansión del mercado es superior a la de las restantes zonas del mundo.

Cuando comenzó este proceso de deterioro en la calidad de las labores técnicas, inmoladas en el altar de las utilidades financieras, hubo más de una voz que se alzó advirtiendo del peligro, entre especialistas en aviación y las asociaciones profesionales de la actividad. Ninguno de los responsables quiso oír. Fue necesario que el futuro se hiciera historia, y que millares de víctimas vociferaran por su forzado y evitable sacrificio, junto con muchos otros usuarios que empezaron a verse como víctimas potenciales, para que aquellos mismos oídos comenzaran a querer oír. Por eso, hoy, la pregunta decisiva es cuanto tiempo / vidas más habrá que perder para que se tomen las medidas correctivas necesarias, que devuelvan a la aeronavegación comercial los estándares de seguridad que tuvo desde sus comienzos, en cuanto a confiabilidad técnica, tanto por su infraestructura como por la calidad y cantidad de su mano de obra.

Para contribuir a la recuperación de la seguridad en vuelo, en relación al trabajo técnico aeronáutico, es que realizamos esta investigación. Porque más allá de la superabundancia de información farragosa, conque desde todos los medios se nos abruma para que la consumamos, de la substancial y útil siempre habrá más encubierta que revelada. Desconocida que conocida. La misión que nos hemos propuesto con nuestro esfuerzo es, en cuanto a seguridad y mantenimiento aeronáutico, hacer esa información esencial e indispensable, accesible y entendible a todos los involucrados. Si lo logramos, habremos ayudado tanto a la defensa de los derechos del público usuario como de los trabajadores del Sector. Por eso, la nuestra intenta ser una colaboración intelectual rigurosa y actualizada, fundada en una amplia documentación, que esperamos se transforme en el puntapié inicial para que en el seno de nuestra sociedad, ocurra el impostergable análisis y debate sobre la seguridad de nuestras aerolíneas, en relación a la calidad de su mantenimiento. Especialmente, luego de las privatizaciones y la desregulación del mercado aerocomercial nacional. Sería el prólogo necesario para evitar que existan pseudoempresarios inescrupulosos, que sólo les importa su caja registradora; negándose a darle al Area Técnica de sus empresas la valoración, atención e inversión que la misma exige, para salvaguardar como corresponde -y es posible- la vida de sus clientes y personal. Impedir en definitiva, que el negocio aéreo sea gobernado por el principio del cual nos prevenía Adam Smith y que el definió como la máxima vil de los amos: «todo para nosotros y nada para los demás». Una amenaza funesta, que sólo el poder de control del Estado y la sociedad, pueden llegar a combatir con éxito.

Nuestra Asociación, podrá tener la capacidad para alertar sobre la situación y convocar al estudio y discusión sobre este tema, pero su sola actuación no es suficiente para lograr que se ejecuten los cambios y se efectivicen las nuevas reglamentaciones, en las actividades de mantenimiento de nuestro país. Es indispensable también la participación y cooperación de los entes específicos de control estatal; de los empresarios y ejecutivos de todas las aerotransportadoras -cualquiera sea su dimensión-. Sin omitir al Poder Legislativo, que debe velar por el cumplimento del mandato constitucional, el cual obliga al Estado a proteger la vida y bienes de sus ciudadanos.

Finalmente, resulta fundamental la colaboración del principal protagonista de esta historia: el pasajero. Quien convenientemente informado sobre las aerolíneas -no sólo del precio de sus pasajes y la «hotelería» sino, esencialmente, de la seguridad en vuelo que ofrecen (ver capítulo «El Nuevo rol de los Usuarios»)-, pueda decidir conscientemente por qué empresa volar; y así influir sustancialmente, para que las líneas aerocomerciales se mantengan competitivas y agranden sus mercados, pero no a expensas de la seguridad de sus usuarios, sino porque son quienes brindan la mayor seguridad técnica y profesional posible, para transportarlos sanos y salvos hacia sus destinos.

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