La CGT se muda del histórico edificio de Azopardo

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La central obrera realizó su acto por el día del trabajo. Faltaron Pablo Moyano, Furlán y Manrique. En cambio, estuvo Hugo Moyano. Se hizo público el reclamo por una reducción de la jornada laboral.

La CGT hizo público ayer su reclamo por una reducción de la jornada laboral y en contra de las propuestas electorales con reformas flexibilizadoras o de «antisistema» como Javier Milei, tal como había adelantado este diario, en un acto de conmemoración por el Día del Trabajador que fue empañado una vez más por las internas de la propia organización entre los sectores más tradicionales y el de Pablo Moyano, que se ausentó. A ese clima renovado de tensión se agregó un dato novedoso que mismo explotó: la posible mudanza de edificio de la central obrera, expuesta en la última reunión del Consejo Directivo y resistida por varios sectores.

La convocatoria en el estadio de Defensores de Belgrano, en el barrio de Núñez, mostró una concurrencia ceñida de los cuadros dirigenciales de algunos de los sindicatos de mayor peso pero se distinguió más por las ausencias: además del camionero y cosecretario general faltaron su lugarteniente en el Frente Sindical por el Modelo Nacional (Fresimona), el mecánico Mario Manrique, y el metalúrgico Abel Furlán. Tampoco estuvo el líder de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández, ni su colega de La Fraternidad, Omar Maturano, aunque en este último caso los organizadores aclararon que hubo representantes en su lugar.

Los enojos con la organización fueron variados: en algunos casos, por la aparente utilización de los sectores más tradicionales del acto como plataforma de una eventual candidatura de Sergio Massa, quien no acudió pero mandó un mensaje de apoyo a la convocatoria. En ese punto coinciden Furlán y Manrique, alineados con Cristina de Kirchner en la interna del Frente de Todos. También hubo enojos por la elección de un estadio a puertas cerradas y no de un espacio público como la Plaza de Mayo o la avenida 9 de Julio. Pablo Moyano, que había participado en las negociaciones previas al acto y en el diseño de los documentos que se publicaron la semana pasada y ayer, optó por hacerse a un lado una vez más. De paso les facturó a sus pares de los sectores más hegemónicos haberlo apartado de una reunión reservada con Massa semanas atrás.

En cambio los «gordos» de los grandes gremios de servicios y los «independientes» de buen diálogo con los oficialismos de turno pudieron exhibir la participación de Hugo Moyano, en los últimos años corrido por decisión propia de los actos masivos y con participaciones acotadas en otros convites sindicales. De todos modos, la presencia del Moyano mayor y la ausencia de su heredero natural ofrecieron más información de la interna vigente en Camioneros que de las disputas no resueltas en la CGT.

El responsable de exponer un nuevo foco de conflicto ayer por la mañana, previo al acto, fue Manrique, que en una entrevista en Futurock contó que se había anoticiado de que «la CGT va a vender el edificio porque lo arregló con (el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez) Larreta». Se refirió a la sede de la central, en Azopardo 802, en San Telmo: se trata de un edificio clave en el folclore peronista, donado a la organización por Eva Duarte de Perón y donde reposaron sus restos luego de su muerte, entre otros hitos de la historia contemporánea argentina.

La versión dada a conocer por el mecánico fue un cimbronazo en la previa del acto por el Día del Trabajador y dio lugar a especulaciones de todo tipo y a algunas explicaciones. Por la noche, Carlos Acuña, otro de los secretarios generales junto a Moyano y a Hëctor Daer, confirmó que se había debatido días atrás una posible mudanza de la central a un edificio más espacioso pero aclaró que, al menos en su convencimiento, se haría «siempre y cuando quedara un museo» en la sede de Azopardo. Las quejas por falta de espacio son un clásico en la organización y se acrecentaron desde la última reestructuración, en noviembre de 2021, que triplicó el número de integrantes del Consejo Directivo con la incorporación del cupo fenemino.

En la cúpula de la CGT dieron más detalles, en reserva, sobre la discusión. Tal como expuso la semana pasada en la reunión del Consejo Directivo Andrés Rodríguez, adjunto de la central y jefe de los estatales de UPCN, al reclamo por falta de espacio de varios dirigentes se les contestó con una gestión ante el Gobierno nacional para obtener un espacio de oficinas cercano al edificio de Azopardo adonde mudar algunas de las oficinas. La idea, según el dirigente más al tanto de las tratativas, es que los despachos de los secretarios generales y el histórico salón de reuniones «Felipe Vallese» permanezcan en la actual sede y con las mismas funciones, y que en un edificio próximo puedan trasladarse otras áreas menos críticas.

Las tratativas, explicaron a Ámbito, arrancaron con el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, uno de los pocos interlocutores de Alberto Fernández que mantuvieron intacta su relación con la CGT. Las fuentes consultadas aclararon que en modo alguno se mencionó una venta del edificio histórico sino, eventualmente, sus transformación en un museo en particular los espacios más emblemáticos en la relación con Eva Perón y la biblioteca. De hecho avisaron que está en trámite la identificación del edificio como «patrimonio sindical de la humanidad» por parte de la Unesco.

Por lo demás, el acto de ayer sirvió para propalar el documento que había anticipado este diario y que en uno de sus puntos más notables hizo público un reclamo para avanzar en la reducción de la jornada laboral en la Argentina. Daer, que habló en el estrado, dijo que el actual esquema de 48 horas semanales fue pensado para otra época y una productividad mucho menor de la economía. «La productividad de los trabajadores se multiplicó exponencialmente por lo que habrá que discutir el tema y modificarlo», demandó.

La propuesta de la CGT, que se hace eco de algunas iniciativas legislativas aisladas que se presentaron en los últimos años y de una corriente a nivel internacional que comienza a asentarse en algunos países de Europa y a debatirse más cerca en Uruguay, busca en rigor devolverle con la misma moneda a los argumentos de la oposición a favor de una reforma laboral integral. «Los candidatos que hablan de reforma lo hacen para agradar a los empresarios y recaudar para sus campañas», le dijo anoche Acuña a este diario.

La central obrera espera el retorno de Massa para acudir a su llamado junto con empresarios para la discusión de un mecanismo acordado de precios y salarios. Así lo acordaron en la reunión que mantuvieron la semana pasada Daer, Acuña, Andrés Rodríguez, Gerardo Martínez, José Luis Lingeri y Jorge Sola (empleados del sector asegurador) con el ministro y referentes de movimientos sociales que ocupan cargos en el Ejecutivo.

Fuente: ambito.com
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