La torre de control que puede ser otro elefante blanco: la empezaron hace 9 años y la obra esta paralizada
Mide más de 100 metros y es la más alta de América latina.
Por qué no avanzan los trabajos.
Se cumplen nueve años del inicio de una obra de infraestructura que prometía otorgarle al aeropuerto de Ezeiza un recurso clave a nivel de la modernización de la operación de la terminal aérea internacional: una nueva torre de control, la más alta de Latinoamérica. Sin embargo, al cabo de todo este tiempo, la obra está inconclusa y nadie puede precisar qué va a pasar con ella. ¿Un nuevo elefante blanco?
Es, además, ese tipo de obras imposible de invisibilizar. Una mega torre de más de cien metros de altura, imponente y con una fisonomía futurista que impacta en el ingreso al Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, en Ezeiza, provincia de Buenos Aires.
Ya no se ven los carteles de la empresa encargada de la construcción -una UTE conformada por las constructoras Niro y Riva- y el coronamiento de la torre luce envuelta en andamios y redes de protección; sin movimiento de personal y obreros.
El puntapié inicial de la obra se dio en enero de 2015, ya con Mauricio Macri en la presidencia (el proyecto y los procesos licitatorios habían comenzado antes, en el gobierno de Cristina Fernández). Para el último tramo de la gestión macrista, hubo una decisión política de acelerar las obras en la nueva terminal de partidas, que junto a la torre y otras obras de infraestructura, formaba parte de la ampliación del aeropuerto. Así la torre fue dejada de lado.
Finalmente Macri no pudo inaugurar la terminal; en septiembre, durante los trabajos finales, se derrumbó un andamio gigante y murió un obrero, lo que detuvo las obras. Y a los pocos meses de un nuevo cambio de gobierno, sobrevino la pandemia de Covid.
Hoy el futuro de esta obra es una incognita. Por un lado, el presidente Javier Milei se encargó de aclarar cuantas veces pudo que «no hay plata» y que la «obra pública se termina». Por otro lado, la semana pasada despidió a quien era ministro de Infraestructura, Guillermo Francos, y degradó la cartera a secretaria bajo el ala del Ministerio de Economía, de Luis Caputo.
Y el impacto de lo que ocurre en torno a las obras públicas ya se siente. Así lo manifestaron desde Camarco (la Cámara Argentina de la Construcción), que advirtió sobre una situación extrema: «Hay cerca de 3.500 proyectos inconclusos en todo el país, que ponen en riesgo la actividad de las 1.400 empresas constructoras, que dan empleo a más de 500.000 trabajadores».
La torre inconclusa
Fuentes de EANA (la Empresa Argentina de Navegación Aérea) informaron a Clarín la situación actual: «La construcción de la torre responde a un plan general de remodelación y ampliación del aeropuerto que incluía diferentes obras. Una de ellas fue la terminal de partidas, que se inauguró en abril. Sin embargo, los trabajos en la torre se han visto tan dilatados que será necesario readecuar precios y costos». En otras palabras, a futuro, habrá que relicitar la obra.
EANA es una empresa del Estado que presta servicios de navegación y es la encargada de implementar las políticas públicas de planificación, dirección, coordinación y administración del tránsito aéreo. Esta empresa debería ser la usuaria de la torre.
Por el momento no tienen información sobre la continuidad de los trabajos. «Por otra parte, hay que tener en cuenta que además del edificio, la torre tiene que ser dotada de tecnología. Definir las necesidades y la implementación es un proyecto en sí mismo que podría demandar un año de trabajo», explicaron desde EANA.
El periodista Norberto Dupesso, acreditado en el aeropuerto desde hace más de 40 años y especialista en temas aeronáuticos, entiende que «pasarán muchos años antes de ver operativa esta torre. La realidad es que este proyecto era extraordinario. Tiene incluso una fisonomía futurista. La idea era que todos los controladores aéreos trabajaran desde ahí. Y aunque el proyecto pintaba muy bien, la obra está paralizada desde el gobierno anterior. Hoy su construcción pasaría a depender del Ministerio de Economía que, honestamente, tiene tantas urgencias que no me imagino que pueda darle importancia a la torre».
Por otra parte, entiende que Ezeiza opera correctamente con la torre actual. «Al no haber urgencia, ni una necesidad imperiosa, quizá la obra quede relegada», evaluó Dupesso.
Las características de la torre
Se trata de una estructura compuesta por tres partes: un edificio ubicado en el basamento, al que se denomina ACC (Centro de Control de Area), un fuste de hormigón armado, y el coronamiento, que a futuro debería tener el perímetro totalmente transparente, para permitir la visualización de todas las pistas.
El extremo de la torre también tiene plantas elípticas y una envolvente de vidrio que se encuentra apoyada sobre una estructura metálica perimetral. Así, los operadores estarán ubicados a un nivel de observación de 80 metros y con un campo de visión de 360 grados.
Debido a la altura total del edificio -de 108,4 metros- la base que soporta la carga del viento está compuesta por una platea de fundación de tres metros de espesor que demandó más de 1500 m3 de hormigón y 200 tn de acero.
A los 62 metros de altura de la estructura comienza el sector de Torre de Control, que está compuesto por cinco losas, todas de diferente superficie (ordenadas de menor a mayor). Se distribuyen salas técnicas y de estar, oficinas y baños. Y a los 80 metros de altura de la torre está la sala de control con vista panorámica de 360º.
La nueva torre de control del aeropuerto de Ezeiza, en obra desde hace 9 años. Foto: Matías Martín Campaya