MILEI DECRETA “CIELOS ABIERTOS” Y SE HABILITA LA CESIÓN DEL PAQUETE ACCIONARIO DE AEROLÍNEAS ARGENTINAS A LOS TRABAJADORES
Hacia el final del menemismo, cerca del 75% de los habitantes de CABA eran propietarios de su propia vivienda. Al día de hoy, este umbral cayó al solo el 52%, y cada vez existen más dificultades para poder acceder a un alquiler.
El kirchnerismo destruyó los cimientos del mercado inmobiliario argentino, tanto desde el punto de vista de la compra y venta de bienes inmuebles, como desde el alquiler de viviendas.
Ambas operaciones se vieron sistemáticamente rezagadas por la reaparición de la inflación, ya que se hace imposible la concesión de crédito a largo plazo, o la negociación de pautas estables para cerrar contratos de alquiler.
Un reciente informe de la Fundación Tejido Urbano reveló que al menos el 76% de las personas menores de 35 años de edad debieron rescindir sus contratos de alquiler, como resultado del amplio deterioro en el poder adquisitivo de los salarios.
Cabe señalar que la ley de alquileres de 2020 desalentó la oferta de viviendas, y si bien durante el plazo de 1 año los inquilinos vieron licuado el valor real de sus contratos, cuando llega la hora de renovar los plazos los aumentos acumulados se vuelven verdaderamente aplastantes.
Y adicionalmente, el precio de mercado a partir del cual comienzan a firmarse los nuevos contratos se volvieron cada vez más inaccesibles, precisamente como resultado de la menor oferta de inmuebles. La regulación del mercado inmobiliario hizo que fuera cada vez más difícil alquilar.
Por otra parte, la escalada de la inflación y la vulneración de los contratos UVA provocó que el crédito hipotecario argentino se encuentre al borde de la desaparición, tan solo representa el 0,3% del PBI. Y sin acceso al crédito, la compra y venta de viviendas para uso residencial se vuelve inviable.
Es por estas razones que, según anticipó la fundación, solo la mitad de los residentes de la Ciudad de Buenos Aires son dueños de su propia vivienda, cuando esta cifra alcanzaba el 75% hacia el final de la década menemista. Con las reformas de los 90s y el fin de la inflación, el crédito hipotecario llegó a representar más del 5% del PBI, 16 veces más de lo que representa hoy en día.
Una de las principales incursiones del Gobierno del presidente Javier Milei será la desregulación inmobiliaria, y la puesta en marcha de un plan de estabilización creíble para recuperar la certidumbre de largo plazo y la vuelta del crédito hipotecario nacional.
Sin una garantía clara y estable sobre los derechos de propiedad para los dueños de las viviendas, y sin estabilidad de precios, resulta imposible el normal desarrollo del mercado inmobiliario, como sí lo lograron la mayor parte de los países de la región.