
Osvaldo Lobato, el nuevo Secretario Gremial de la CGT, definió al movimiento obrero como el “último escollo” del poder económico y asegura que la central obrera deberá salir a la calle para defender los derechos. El lugar que ocupa el gremio metalúrgico dentro de la entidad obrera, buscará sumar a más de 40 gremios para ganar músculo en la inminente discusión por la reforma laboral.
La flamante conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT), sellada el 5 de noviembre, comienza a mostrar su nueva impronta. Desde la Secretaría Gremial, ahora encabezada por Osvaldo Lobato, hombre fuerte de la UOM San Martín y Secretario Administrativo del gremio metalúrgico que conduce Abel Furlán a nivel nacional. Las recientes declaraciones de Lobato anticipan un rol de confrontación y una profunda reestructuración interna de la central obrera, que buscará reencauzar la relación con sus bases.
La UOM en un lugar estratégico, pero secundario
El nombramiento de Lobato en la Gremial se da en un contexto particular. Si bien la UOM impulsaba un perfil más combativo y pretendía obtener una representación de mayor peso, su líder, Abel Furlán, quedó excluido de las negociaciones principales del triunvirato. De esta manera, la Gremial, aunque estratégica, se interpretó como una posición de «consuelo» que, sin embargo, la UOM planea usar para recuperar terreno perdido.
El objetivo central del gremio metalúrgico es mostrar su «impronta» y ganar influencia de cara a la esperada negociación de la reforma laboral, donde una base de representación más amplia potenciaría su voz.
El Movimiento Obrero bajo ataque y la reforma laboral
Lobato analizó la situación política y económica actual, y afirmó que el verdadero adversario no es el Gobierno, sino el “poder económico” que busca destruir al peronismo. “Ahora vienen por el movimiento obrero, que es el último bastión, la columna vertebral del peronismo. Es el último escollo que queda para dominar todo y esclavizarnos”, declaró el dirigente en Radio AM530.
Ante esta ofensiva, la postura de la UOM para la secretaría, consensuada con Furlán, es clara: «hay que confrontar contra el poder» y salir a la calle para defender los derechos «cueste lo que cueste».
En cuanto a la reforma laboral, Lobato desestimó la necesidad de modernizar las leyes, señalando que la propuesta es una “mentira” y una herramienta política para destruir al movimiento obrero. El metalúrgico vinculó la iniciativa con modelos económicos ya fracasados, como los de los ’90 o Martínez de Hoz, donde la desocupación se usa como «herramienta» de condicionamiento. “El condicionamiento más grande que tiene el trabajador es la desocupación”, explicó, argumentando que el miedo a perder el empleo lleva a los trabajadores a aceptar la precarización.
El objetivo de Lobato: abrir las puertas de Azopardo
Para hacer frente a esta situación, Lobato anunció un ambicioso plan de federalismo e integración desde su secretaría, imitando el trabajo de Furlán cuando encabezó la Secretaría de Interior. El plan es «abrir las puertas de la CGT» y trabajar para que todos los gremios que deseen participar, incluso aquellos que están fuera, “reingresen o ingresen por primera vez a la CGT”.
Se estima que existen al menos 40 organizaciones con pedidos de afiliación estancados por “conducciones de triunviros y Consejos Directivos loteados” de gestiones anteriores. Gremiales como Amas de Casa, Casas Particulares, y Portuarios están en la lista de pendientes. Al resolver estos casos, la UOM buscaría mostrar su «impronta» en la central.
Autocrítica y recobrar la credibilidad
El dirigente reconoció que la CGT se fue “alejando cada vez más de las bases” en las últimas décadas, enfocando las discusiones en temas que “no tenían nada que ver con las necesidades de los trabajadores”.
Lobato llamó a un «sinceramiento» urgente para definir qué modelo de CGT se quiere, incluso señalando la necesidad de que algunos dirigentes “tienen que dar un paso al costado”. Además, la CGT debe discutir en profundidad la necesidad de «abrazar» al desocupado, un sector al que el movimiento obrero nunca incluyó plenamente.
La meta final de esta estrategia de confrontación y unidad interna es recuperar el apoyo de los trabajadores que descreen de la entidad obrera, ya que, “no existe movimiento obrero sin el apoyo de los trabajadores”. De concretarse el plan y asumiendo que la CGT tendrá una actitud similar orientada a una posición combativa, Lobato anticipó que la etapa que se abre estará marcada por «mucho conflicto».



