Ricardo Cirielli: REPORTAJE EN LA REVISTA AVIONES
REPORTAJE EN LA REVISTA AVIONES
“HOLA, SOY RICARDO”
«Uno aprende esta profesión en el trabajo y los buenos compañeros son aquellos que te van enseñando»
Tomamos un café (Coca Cero) con Ricardo Cirielli. Le propusimos una charla, más que una entrevista, donde hablamos de varios temas, de los “serios” y de los “descontracturados”. Desde sus comienzos en el departamento de electrónica en la Base Ezeiza, cómo vivió la Guerra de las Malvinas, la influencia de su “viejo” Aurelio (un peronista que trabajó toda su vida, en la Italo Argentina y el Correo) y, por supuesto, la agenda de APTA en un 2013 que es muy especial: el año del 50º aniversario.
-¿Cómo arrancaste?
– Me recibí de técnico electrónico en el Instituto Ing. Luis A Huergo de San Telmo y casi inmediatamente después hice el servicio militar en la base pegada a Aeroparque BAMA sobre Lugones y Belisario Roldán, justo al lado del INMAE y la sastrería aeronáutica.
-¿Fue casualidad que te tocará la Fuerza Aérea?
-Sí, fue casualidad (risas). Ahí empezó mi relación con la actividad. En 1980 hice el Servicio Militar, salí a fin de año y nos fuimos de vacaciones con otros compañeros de la colimba un mes a Brasil. Hice buenas amistades, aunque ahora hace tiempo que no nos vemos, éramos tres soldados electricistas. En la Colimba también me tocó ir a un concurso de tiro en La Rioja, tiraba bien con el FAL. Salí tercero en todo el país y fuimos a la base de El Chamical, hacía como 50 grados de calor, era más un castigo… (risas).
-¿Y cómo entraste a trabajar en Aerolíneas Argentinas?
– Cuando volví hice el examen y el 1º de junio de 1981 empecé a trabajar en Aerolíneas Argentinas, tenía un tío que trabajaba en la parte administrativa, era jefe superior, el me avisó para que me presente. Era una época de auge de Aerolíneas, estaban operando todos los Boeing, fue una linda noticia el haber entrado. Ese fue mi primer trabajo de técnico aeronáutico, porque trabajo desde los 14 años. Hice de todo, fui cadete, estuve en una librería, trabajé de electricista ,en un taller mecánico, en un estudio de arquitectura.
– ¿Tus padres de dónde eran?
-De Avellaneda, cuando era chico nos mudamos a Temperley. Mi viejo trabajaba en la Italo-Argentina (CIADE) y en el Correo Argentino. Mi mamá era modista. Ambos tuvieron comercio. Mi padre falleció en el 2003. Tengo una hermana mayor que yo, yun hermano 11 años menor.
-¿Cómo fueron tus comienzos en esta profesión?
-Entré en el departamento de electrónica, me dieron para reparar un montón de lucecitas de emergencia del 707, cajitas con baterías y pasé varios días haciendo eso, te probaban a ver si sabías, si eras responsable. Después pasé a unidades más complejas, control de temperatura de cabina, la CGU (control del generador de energía eléctrica) varios paneles, a medida que pasaban los meses me asignaban trabajos más importantes. El trabajo nuestro era revisado por un supervisor y un inspector. Me acuerdo del inspector Márquez, me pedía que volviera a hacer los trabajos otra vez cuando los hacía muy cerca del límite de tolerancia. Lo que me enseñó él, era que había que trabajar bien y de una sola vez.
-Son importantes los maestros…
-Uno aprende la profesión en el trabajo, en el colegio te enseñan la teoría, los buenos compañeros y maestros son aquellos que te van enseñando todo, te ofrecen apoyo, te explican.
-¿Justo para esa época vino la Guerra de las Malvinas, cómo lo viviste?
– En 1982 era un debate importante en los talleres, había algunos compañeros que pensábamos que era una distracción del Gobierno, de una dictadura que estaba cayéndose. Si bien todos queríamos ganar y veíamos lo positivo de recuperar las islas. La economía se venía abajo, la industria estaba postrada con las políticas de Martínez de Hoz. A mí me habían llamado en 1982 a mi casa, avisándome que no me moviera porque me podían enviar a Malvinas en cualquier momento. A algunos amigos míos los convocaron. Yo soy de la clase 61 y fueron los de la 62 a los que le tocó ir a las islas.
-Te salvaste…
– (Reflexiona) Zafé y tal vez me salvé. Hubiera sido un gran orgullo… pero también algo complicado, por supuesto.
-¿Y cuando arranca tu vocación gremial?
– Después de Malvinas aparece Bignone y anuncia que va a haber elecciones en 1983 a nivel nacional. En APTA había una intervención, un interventor puesto por el Gobierno de facto y un grupo de compañeros antiguos empiezan a caminar los distintos sectores, vienen a equipos eléctricos, me ven a mí yme ofrecen participar en reuniones gremiales y así arranqué. El que me formó a mí, sin saberlo, fue mi papá Aurelio. Mi viejo siempre analizaba todo , leía el diario, ´paso esto´, contaba y opinaba, me explicaba sus vivencias, te vas formando. Yo era muy reservado pero escuchaba todo. Mi padre era peronista. A él lo echan en un paro que hubo en el Correo y luego empieza a trabajar en la CIADE (la “Italo Argentina”). Era del área técnica. Cuando empecé a participar de las reuniones gremiales vi que me gustaba, se elige un representante gremial del departamento electrónica para participar en estas reuniones, me eligen a mí y a un compañero llamado Baisch que después se retiro. Ahí arranca un período de casi 10 años hasta que en el 91 me eligen delegado general de Base Ezeiza.
– ¿Cómo fueron aquellos tiempos de delegado?
– La Comisión Directiva de ese momento, fue la que impulsamos desde el 83, pero después se fue burocratizando, se fue olvidando de los conceptos por los que llegaron. Entonces empecé a moverme para participar más en la conducción, perdí dos elecciones a las que me presenté como candidato a secretario de acción social por la lista verde y como secretario gremial por la lista gris. Durante 1989 se profundizan los cambios contra los trabajadores porque La conducción de APTA apoyaba la privatización de Aerolíneas Argentinas, a lo cual muchos compañeros nos oponíamos. Posteriormente cuando ingresa Iberia en los 90, modifican los convenios colectivos de trabajo enormemente, y pasamos a perder grandes conquistas que teníamos desde 1973, del último gobierno de Perón, que eran vacaciones, jornada laboral, puntos convencionales y todo eso.
-¿Las bases apoyaron todo eso?
– Luego de cinco asambleas… una mayoría de afiliados se vio obligada mediante la extorsión y la complicidad de la cúpula de APTA, a que si no se aceptaba la pérdida de conquistas laborales no había aumento salarial. Yo siempre vote en contra de la propuesta de esa conducción. Fue un pacto entre la empresa y la conducción de APTA de ese entonces, para despojar a los trabajadores.
-¿Cuál fue la conducción de APTA que apoyó la privatización de Aerolíneas Argentinas?
-La de Laureano Rodríguez, Capello…
-¿Por qué lo hicieron?
-Porque eran menemistas, se apoyaron con el Gobierno para conducir, ahí es donde cometen un imperdonable y grave error, uno debe que acercarse a un Gobierno para ver cuál es el beneficio para APTA, para los compañeros, no para el Gobierno de turno.
-¿Aerolíneas era rentable cuando fue privatizada?
-Sí, a Aerolíneas la endeuda primero Martínez de Hoz y luego Cavallo, cuando estatiza la deuda privada. En esa estatización a Aerolíneas le “ponen” 800 millones de dólares. Había una parte de deuda que era real pero de compra de aviones, de inversión, no de mala gestión. Habían comprado los Jumbo, los Boeing.
-¿Cómo ganaste la elección para secretario general?
– Se convoca a elecciones en el 92 y ahí nos movimos muy bien los del Moresi (nuestra agrupación) también sumamos al apoyo de los jubilados, y aunque el oficialismo puso todo el aparato perdió. Cambian de color como lista Violeta porque la Azul ya estaba quemada entre las bases y se presentan como alternativa nueva. A pesar de todo, de haber entregado un excelente convenio y de las demás entregas y agachadas, solamente le ganamos por 200 votos. Ganarle al oficialismo es muy difícil, nosotros lo logramos.
-¿Y cuál era tu proyecto?
-El proyecto era armar una agrupación nueva que convoque y sume a todos aquellos que nos opusimos a la privatización de Aerolíneas, a la entrega del convenio de trabajo y que este también por la positiva, por la recuperación de la obra social, de la empresa y de las conquistas laborales perdidas. Que defienda con coherencia y firmeza los intereses de los trabajadores. Y que impulse políticas para el desarrollo de la industria aeronáutica nacional.
Asumimos el 16 de septiembre (1992) teníamos deuda por todos lados, un mal servicio en la obra social, siempre planteamos que no solo hay que aumentar el salario sino bajarle los costos a los compañeros, que tengan un buen sistema de salud, beneficios sociales, mejoras en turismo, recreación, etcétera, para que el salario le signifique más.
-¿Cómo se logra que te renueven la confianza cada cuatro años?
-Nunca fomentamos las divisiones internas, si vemos algún compañero que no comparte las ideas lo escuchamos, si viene con una propuesta buena, la tomamos y la hacemos. Creo que la clave de esto es que defendemos a los compañeros, si vos defendés los intereses de los trabajadores sin doblegarte, te peleas con quien te tenés que pelear, contra el Gobierno argentino y el español al mismo tiempo, por ejemplo, como hicimos en el 2001. Y seguimos haciendo ahora. O, como cuando estuve en la función pública, con la gran pelea interna que tuve con Ricardo Jaime, tanto por las políticas que aplicaba en el área aerocomercial como por cuestiones de corrupción. Podría estar aún haciendo la plancha. Felipe Solá dijo una vez ´en este gobierno haciéndote el boludo perdurás´ yo no soy así, me peleo, planteo ideas, la coherencia importa y fuimos siempre coherentes, si revisás los archivos vas a ver…
– ¿Resistís un archivo?
– Claro…(risas).
-Contame de tu infancia. ¿Cómo fue?
– Vivía en Sarandí, en Avellaneda, cerca del viaducto. Hice jardín, después nos fuimos a Temperley, en primer grado fui al colegio privado Instituto Modelo Saint y después a la escuela N°36 que era estatal, una excelente escuela.
-O sea, no sufrieron penurias económicas en tu familia…
– Algunas sí. Cuando mis padres tuvieron problemas con un negocio, ahí hubo que ajustar el cinturón hasta que mi viejo pagó deudas que le habían generado otros y después salimos adelante. Cuando tenía 4 o 5 años nos mudamos a Temperley, vivía en un pasaje donde mi mamá sigue viviendo hoy en día, por ahí pasaban pocos autos y era mucho más lindo jugar. Mi viejo -que murió en el 2003- y mi vieja, eran de una mentalidad joven, muy comprensiva y abierta para su época.
-¿Qué rol tenías en tu casa respecto a tus dos hermanos?
-Nos llevábamos muy bien, jugábamos mucho entre nosotros y con amigos. Yo era el más reservado, registraba todo y hablaba poco. Me la pasaba pensando. Siempre pensaba mucho.
-Es importante para una actividad como la tuya…
-Sí, hay que hablar lo justo… (risas). Cuando asumí en APTA me empecé a largar a hablar más. Era indispensable hacerlo, había llegado mi hora de hablar.
-¿Sos creyente?
-Soy un cristiano muy creyente, soy católico, fui bautizado. Pero no soy practicante regular. Voy, sí, a bautismos, casamientos y otras ceremonias religiosas de familiares y amigos. Tengo siempre presente a Dios, pienso y hablo en silencio con Él. No soy de rezar y vivo así mi Fe. Estoy convencido que todos tenemos necesidad de creer en algo o en alguien superior, de tener Fe.
-¿A qué atribuís que hoy los chicos del barrio no puedan vivir jugando en la calle como antes?
-El mundo cambió, en algunas cosas para bien y en otras para mal. Hay un nivel alto de inseguridad que no es solo producto de los robos, sino también del aumento en el consumo de drogas. Sumados a problemas sociales junto con pérdidas de valores morales. Creo que eso es lo principal que ha caído en el país. Antes la gran mayoría de la gente trabajaba, la desocupación fue históricamente muy baja en la Argentina, eso se cortó a partir del plan económico de la última dictadura y luego de la década del 90. Hoy hay varias generaciones que no han tenido trabajo regular y formal. Muchos argentinos no pueden predicar a sus hijos con el ejemplo sobre la importancia del trabajo. Se perdió en gran parte la cultura del trabajo. También el valor de la escuela y de la exigencia en el estudio. Antes la escuela pública era la mejor y la más requerida, a la privada iban pocos y muchos porque tenían dificultades en la pública. En los últimos veinticinco años eso se revirtió. Eso no es nada bueno. Es como que hay dos países con dos rumbos. Uno con trabajo y educación adecuada, y otro devaluado que está casi a la deriva. Sin contar a los directamente excluídos. Todo por causa del deterioro constante, moral e institucional, del Estado en todos sus niveles.
-El problema se arrastra de lejos, entonces.
– Sí, claro. La crisis, como dije, comienza con Martínez de Hoz, ahí hubo una política de apertura indiscriminada a la importación, que arrasó la industria nacional, sumado a un dólar muy retrasado (mini devaluado con una tabla pautada), gran gasto público y alta inflación. Empezó así una gran timba financiera y la “plata dulce”, la que multiplicó por 9 la deuda pública, de u$s 5.000 millones con Isabel Perón en 1976, a u$s 45.000 millones en 1983, cuando asumió Alfonsín. Todas las empresas públicas fueron fuertemente endeudadas, pero ese dinero se transfería al Tesoro Nacional, siguiendo una estrategia pensada para justificar su descalificación, y preparar las condiciones para las privatizaciones posteriores. Ellas se produjeron de manera generalizada en los 90 con Menem y Cavallo. Que prosiguieron con la misma política económica de Videla y Martínez de Hoz y la culminaron. Transfiriendo a extranjeros, y a precio vil, todas nuestras empresas públicas nacionales. Entre ellas Aerolíneas Argentinas. Se prometía que resurgirían pero se las terminó mal gestionando y vaciando. Solo quedó una profunda desnacionalización y desindustrialización, con cuantiosas pérdidas de puestos de trabajo. Primero la gente usó las indemnizaciones para ser cuentapropistas (ponían kioscos, videos clubs, canchas de pádel, etc.), pero finalmente la gran mayoría debió cerrar por las continuas crisis económicas y terminó desempleada. A Aerolíneas Argentinas y Austral, las salvó APTA, mediante una lucha solitaria e implacable primero contra Iberia y luego contra Marsans, que duró 18 años.
-Estudiaste electrónica. ¿Seguís reparando algo en tu casa?
-Sí, siempre tengo el destornillador a mano (risa),
– A ver, algo que hayas arreglado últimamente…
– (Piensa unos segundos) Tomas corriente, una térmica y también un cortocircuito. Sí, meto mano. Me gusta, me es fácil y me entretiene hacer eso.
-Tenés cuatro hijos ¿Cómo sos como padre?
-Creo que bastante tolerante, pero poniendo límites donde es necesario. Me casé joven, a los 23 años, tuve a David (28 años) y luego a Nahir (23) con Miriam, mi primera esposa, Ella es Licenciada en Psicología Social, nos conocimos en “La Casona” de Lanús, un boliche de la zona. Estuvimos 2 años de novios y en el 84 nos casamos en una Iglesia que está en el Barrio de los Ingleses de Temperley, me acuerdo que de luna de miel viajamos a Río de Janeiro. Fui aprendiendo a ser padre joven en un momento donde también estaba creciendo como persona. Era una etapa donde uno está en proceso y no tiene bien definido el rumbo de su vida. Hacia el 2001 me separé y unos años después volví a formar pareja con Andrea. Es profesora de Inglés y organiza eventos, cuando la conocí era Tripulante de Cabina de Austral, nos fuimos conociendo en las movilizaciones, fue muy lindo, ella es muy divertida. En el 2004 comenzamos a estar en pareja, y de luna de miel nos fuimos a Tahití. Con ella tuve a Iñaki (7) y Maika (3). En la época de Marsans a Andrea la echaron injustificadamente de Austral en represalia a su posición crítica a la empresa y “por portación” de marido. Porque yo estaba en el Gobierno y cuestionaba seriamente lo que los españoles hacían en nuestras mayores empresas aéreas locales. La historia nos dio la razón a ambos. Se demostró claramente el latrocinio de Marsans y Andrea les ganó el juicio laboral.
– Dos varones y dos mujeres. ¿Como padre, que pensás de la educación de las mujeres?
-La mujer, hoy tiene que tener una profesión e ingresos, debe ser independiente Te lo digo como padre, la mujer tiene que bastarse a sí misma así el día de mañana puede hacer de su vida lo que más quiera. Claro, que si tiene hijos, no debe descuidar la presencia en la casa, como tampoco el padre. También es muy importante que colabore económicamente con su familia. Y si, lamentablemente, le va mal en su matrimonio y debe separarse, que su situación económica no sea una traba.
-¿APTA es un sindicato machista?
-En absoluto.
-Son casi todos hombres…
-No. Hay controladoras de tránsito, técnicas aeronáuticas y despachantes afiliadas.
-¿Hay algo que estén haciendo para incorporar más a la mujer a la vida de APTA?
-Algunas ya lo están. Depende de ellas que quieran participar, ya tenemos compañeras delegadas. Desde la conducción garantizamos la igualdad de derechos gremiales como de oportunidades.
-¿Qué hacés en tu tiempo libre?
-Estoy en familia, trato de estar con mis hijos, y jugar con los dos más chiquitos. Con los más grandes ya no pasa solo por mi tiempo, sino por la voluntad de ellos. Me gusta hacer asado y compartirlo con amigos y familiares. Llevo a Iñaki a fútbol, al colegio es más difícil porque es en el horario del trabajo, cuando puedo los voy a buscar. También me gusta jugar a la Play Station pero por ahora solo con el más chiquitito, el más grande no quiere jugar conmigo porque se aburre. Me distraigo y distiendo jugando. A veces si tengo tiempo voy al cine, de las últimas me gustó “Argo”. Algunas que puedo recomendar son, “Hoffa” (la historia del sindicalista camionero de los EE.UU.) y “Mujeres que Hicieron Historia” (cuenta la lucha sindical de una delegada en la automotriz Ford, en Inglaterra)
-¿Música?
-Sí, el rock nacional de los 70, pop y alguna actual. Fui a los recitales de Madonna, Peter Gabriel, Paul Mc Cartney, Lady Gaga y otros. Ojo, también me gusta el tango y el folklore, en especial autores como Discépolo y Manzi, intérpretes como Mores y Piazzola. Del folklore siempre seguí a Mercedes Sosa y León Giecco. Con Daniel García -un amigo de toda la vida con quien hice primaria y secundaria-, escuchábamos mucho a Queen, Yes, Trumpeter y otros, cuando no eran conocidos. Ahora el tiene una colección de más de 5.000 Long Play. Con él fuimos Disc Jockey. Una vez trabajamos en un casamiento judío y de despistados dijimos, “¿para qué vamos a llevar la marcha nupcial si ellos no la usan?” Cuando estábamos ahí, al ingresar los novios nos piden: “pongan la marcha”. Nos hicimos los que buscábamos, y al final dijimos que la habíamos olvidado. ¡Nos querían matar! Terminamos poniéndoles un vals cualquiera.
– ¿Y el fútbol?
-Siempre me gustó, es una pasión Yo jugué el campeonato Evita, éramos 11 justos, fue en el 74 y 75. Llegamos a jugar en la cancha de Boca, en La Bombonera y fue espectacular. La cancha estaba casi vacía, habría menos de 100 personas todos familiares de los dos equipos, pero la sensación fue impresionante. Después, a los 27 años, me lesioné las rodillas no me operé y fui dejando de jugar, ahora solo lo hago con familiares de vez en cuando. Mi papá llegó a jugar en la cuarta de Quilmes. Y mi primer hijo jugó en las inferiores de Talleres de Remedios de Escalada, hasta que se lesionó y dejó. Me encanta jugar al futbol, me divierte, distrae y lo entiendo bien, espero que el heredero menor me salga jugador profesional, tal vez el sucesor de Messi (risas). Iñaki es zurdo y juega bien.
-¿Qué tipo de relación tenés por Independiente?
-Es una enorme pasión, un gran sentimiento. Es parte de mi identidad, como lo es APTA. Es algo que solo a quienes nos gusta el fútbol podemos entender. En el fútbol, entre los de un mismo club no hay diferencias sociales, ni ideológicas, ni raciales, ni religiosas, ni de nada; es donde menos se discrimina. Ante un gol se abrazan todos con gente que no se conoce entre sí, algo impensado en otras situaciones. Si el Rojo juega en etapas importantes, definitorias voy, no me lo pierdo. Si es en otra situación si puedo voy y si no, al menos estoy en mi casa para ver el partido. Organizo mi agenda para poder verlo. Solo una urgencia personal o laboral me lo puede impedir. Ahora estuve en la cancha con Racing en el clásico (ganó el Rojo 2 a 0) y con Vélez (ganó el rojo 1 a 0). En el verano también lo fui a ver. Voy a platea, pero en la presidencia de Comparada lo veía adentro de una cabina de las de periodista, porque en 2010 tuve un incidente de seguridad con un grupo de la barra brava, que terminó a los gritos e insultos, dado que se “jactaban” de haber matado a un hincha de Racing. Ahora con Cantero volví a mi asiento de plateísta, la seguridad mejoró mucho
Martín Boerr