Iberia, Lufthansa y Air France preparan la batalla por TAP
LUCHA ENTRE LOS TRES GRANDES GRUPOS AÉREOS
IAG habría iniciado una operación de aproximación al gobierno portugués para la compra de la aerolínea. Air France KLM y Lufthansa están consultando despachos para ver quién se muestra más en condiciones de llegar a influir en el ejecutivo
R. P.
Esto significa que IAG está dispuesta a dar la batalla y que TAP, la aerolínea portuguesa, le interesa de verdad. Por supuesto, el gran esfuerzo no es para gestionar TAP, que el grupo cree saber hacerlo, sino para influir en la opinión pública y así en el gobierno.
IAG no va a estar sola, fuentes conocedoras de los despachos de Lisboa han indicado que Air France KLM por un lado y Lufthansa por otro, están consultando despachos para ver quién se muestra más en condiciones de alcanzar a influir en el gobierno, aunque esto siempre se disfraza como asesorías varias (Lufthansa también quiere comprar TAP de Portugal).
También en el mundo de las agencias de comunicación se admite que tanto el grupo franco-holandés como el alemán están sondeando el mercado, siempre de cara a posicionar su imagen.
Aún no hay un calendario para la privatización de TAP, pero es evidente por lo que han admitido los tres grandes grupos europeos, que van a disputarse en serio la propiedad de esta aerolínea.
El grupo que más urgencia tiene en ampliar su base europea es el más débil de los tres, Air France KLM, que no tiene ninguna filial, salvo las que ya poseían las dos matrices cuando se unieron. TAP, además, es importante para Air France porque es muy complementaria y le permitiría tener un refuerzo en su apuesta por Latinoamérica.
IAG, el grupo anglo-español en el que está Iberia, también parece apostar fuerte. Dispone de la ventaja de la histórica buena relación de Gran Bretaña con Portugal, pero tiene en contra la tradicional hostilidad portuguesa por España.
Y Lufthansa, que parece también muy interesada, tiene el problema de que acaba de hacerse con una de las aerolíneas del sur de Europa, Ita, y eso debería suponer un hándicap en su expansión, que de continuar la convertiría en absolutamente dominante en Europa.
Para el gobierno portugués las cosas pintan bien: por un lado, TAP ha dado beneficios y, por otro, son tantos los dolores de cabeza diarios que le da la compañía, que le urge desprenderse de ella nuevamente (Tap vuelve a dar beneficios seis años después).