El Sueño Libertario se desmorona por seis meses de promesas vacías
La debacle de un liderazgo que prometía cambiar la Argentina pero no logra sostener su convocatoria. En un acto celebrado el pasado miércoles en el emblemático Luna Park, el presidente Javier Milei intentó recrear la magia de su campaña presidencial, pero la realidad fue muy diferente.
A tan solo seis meses de su gestión, la convocatoria a su evento fue la mitad de lo que había logrado durante su apogeo electoral en el Movistar Arena. Esta disminución no solo pone en evidencia una pérdida de apoyo popular, sino que también arroja dudas sobre la sostenibilidad de su gobierno.
Durante la campaña presidencial, Milei consiguió reunir a unas 15.000 personas en el Movistar Arena, generando una ola de entusiasmo entre sus seguidores y una sensación de que el cambio era inminente. Sin embargo, en su reciente presentación en el Luna Park, la capacidad de convocatoria se redujo drásticamente a unas 8.000 personas, y aún así, el estadio no logró llenarse completamente. Los videos que circularon en redes sociales mostraron áreas vacías y una energía mucho menos vibrante que la que caracterizó sus primeros encuentros masivos.
Este acto, que se había anticipado como «inédito para la Argentina», incluía un espectáculo en vivo y la presentación de su nuevo libro. Sin embargo, la realidad superó la expectativa: la asistencia fue baja, a pesar de que las entradas eran gratuitas. Esta situación expone una evidente desconexión entre el entusiasmo que Milei generaba como candidato y la decepción que su gestión ha producido en la ciudadanía.
El contraste es palpable y preocupante para el movimiento libertario. La Libertad Avanza, que se vanagloriaba de representar una nueva era de libertad y prosperidad, ahora enfrenta un escepticismo creciente. Las promesas de reformas radicales y la eliminación de la «casta política» no han traducido en resultados tangibles, lo que ha mermado el apoyo de sus seguidores.
Las redes sociales, que en su momento fueron un bastión de apoyo ferviente para Milei, ahora se han convertido en un reflejo de la decepción general. Los comentarios que antes aplaudían cada una de sus palabras y propuestas, ahora están llenos de críticas y cuestionamientos. Los «agujeros» en el Luna Park no son solo físicos, representan también las grietas en la confianza y la esperanza que una vez depositaron en él.
El transporte de los asistentes en micros escolares, históricamente criticado por los libertarios como una práctica de los partidos tradicionales, fue otra muestra de la incongruencia en el accionar del gobierno de Milei. La doble vara de criticar y luego utilizar los mismos métodos no pasó desapercibida y generó más cuestionamientos entre los observadores.
Oscar Zago, uno de los dirigentes de La Libertad Avanza, intentó suavizar el golpe al llamar a la búsqueda de diálogo y consenso, alegando que las críticas de Milei hacia Pedro Sánchez fueron «frases no felices». Sin embargo, estas declaraciones parecen insuficientes para contener la ola de críticas y la sensación de decepción que crece día a día.
Es evidente que Milei enfrenta un desafío monumental: recuperar la confianza de aquellos que alguna vez creyeron en su visión. Los primeros seis meses de su gestión no han sido el cambio prometido, y la disminución en su capacidad de convocatoria es una señal clara de que los argentinos están perdiendo la paciencia. La épica de su campaña, que prometía una revolución en la política argentina, se está desvaneciendo ante la realidad de una gestión que no ha cumplido con las expectativas.
El futuro de Milei y su movimiento libertario pende de un hilo. Si no logra revertir esta tendencia y demostrar resultados concretos, su gobierno podría ser recordado como una promesa incumplida más en la historia política argentina. La pérdida de la mitad de su convocatoria en tan poco tiempo es un indicio alarmante de que el encanto se está desvaneciendo, y con él, la esperanza de un cambio real para muchos argentinos.