Larga vida a la aviación regional: a bordo del primer vuelo de American Jet a Gral. Pico

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La segunda ciudad más importante de La Pampa recuperó su conectividad aérea comercial luego de 13 años. Te contamos desde adentro la experiencia de volar en el Metro 23 y la emoción en destino.
Por Edgardo Gimenez Mazó
La aviación comercial argentina, y en especial la regional, vivió un hito el pasado martes 14 de octubre al concretarse el vuelo inaugural de American Jet entre el Aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires y General Pico.
Y es que esta ciudad, la segunda más importante de la provincia de La Pampa, no recibía vuelos comerciales de pasajeros desde hace más de 13 años, y aún así en aquella oportunidad habían sido bastante fugaces. Hay que remontarse más atrás, a los vuelos de LAER, LAPA o SW en los años 90 para encontrar antecedentes de una operación más sostenida.
Fuimos invitados por American Jet a participar de este primer vuelo que, en lo personal, representó un triple estreno: primera vez que volaba en un Metro; primera vez en American Jet; y primera vez que volaba a General Pico.
Al margen de esos hitos, suelo disfrutar mucho más este tipo de vuelos inaugurales hacia una ciudad pequeña para la que la llegada del avión le cambia por completo sus perspectivas de conectividad.
La parte aérea de la experiencia arrancó muy temprano, a las 5:00, cuando llegué al Aeroparque Jorge Newbery. Y enfatizo “la parte aérea”, porque en realidad mi viaje había arrancado a las 1:00 cuando salí desde la terminal de ómnibus de Rosario en un servicio de Empresa Argentina que me trajo directo hasta Aeroparque.
Me supera que recién el año pasado hayan habilitado que los colectivos de larga distancia puedan operar en los aeropuertos. Algo tan simple que beneficia tanto a los pasajeros, toda una muestra de cómo durante décadas el centro del sistema aerocomercial no fue el cliente.
En las pantallas de información ya figuraba el vuelo de American Jet a General Pico, con horario programado a las 6:00.
Me dirigí al mostrador número 7 para realizar el check-in en el vuelo a General Pico, y en dos minutos ya tenía mi tarjeta de embarque.
Además de nosotros, empezaron a llegar algunos pasajeros con uniformes de una empresa minera, esto porque American Jet también operaba un vuelo a Perito Moreno, provincia de Santa Cruz (estos servicios son cerrados al personal minero).
El embarque de estos vuelos de American Jet se realiza por los controles de seguridad de la planta baja, normalmente destinados a tripulaciones, vuelos privados o pasajeros de salas VIP. Esto hace que el proceso sea mucho más rápido que tener que ir por la planta alta, lo cual es un diferencial importante para un servicio regional.
Por eso, para las 6:02 ya estábamos a bordo del micro de Intercargo que nos llevaba hasta la plataforma industrial, en donde nos esperaba el Metro 23 LV-BYN.
Como dije antes, era mi primer vuelo en un Metro 23, el icónico “cigarro volador”, que American Jet tiene en configuración estándar de 19 asientos. No me esperaba una experiencia muy diferente a la que tuve con otros aviones de ese segmento, como el Jetstream 31 y el Beechcraft 1900D, y así fue.
Claramente para alguien de mi altura (1,87 m), desplazarse por la cabina representa el mayor desafío. Después, bueno, obviamente no es la business de Emirates ni un Embraer E190, pero se va bien. Está diseñado para lo que sirve: rutas regionales de corta duración y baja densidad. Si la opción al Metro 23 es tener que hacer 10 horas en una ruta horrible, como los son la gran mayoría de las de Argentina, bienvenido cualquier avión.
A las 6:17 iniciamos el rodaje desde la plataforma industrial. A las 6:22 ya estábamos en la cabecera 13, y un minuto después ya en el aire mientras el sol asomaba por el Río de la Plata.
Juan Maravilla, gerente comercial de American Jet, destacó el esfuerzo y la gestión que hicieron tanto desde la intendencia de General Pico como los empresarios locales, dado que no hay fondos públicos apoyando los vuelos, sino enteramente del sector privado de esa zona.
Un pequeño recorrido por el aeropuerto de General Pico. La terminal es pequeñísima desde ya, pero adecuada para servicios regionales como este.
Destacable que, al estar concesionado a Aeropuertos Argentina, se mantengan ciertos estándares que uno encuentra en otras instalaciones mucho más grandes como Ezeiza o Aeroparque, desde el acceso a internet via wi-fi gratuito (el mejor del mundo conocido por mí), el estado y limpieza de baños, la cartelería, y otros aspectos más.
Para finalizar, lo que hubiese sido una operación regional impecable de American Jet, chocó con la realidad de la burocracia y las “caídas de sistema” que aparecen en el momento justo.
Como General Pico es un aeropuerto sin Policía de Seguridad Aeroportuaria, al arribar al Aeroparque Jorge Newbery los pasajeros deben someterse a un control de seguridad. Resulta que el sistema estaba caído, entonces no podían acceder al listado de pasajeros, por lo que tuvimos que esperar casi 40 minutos hasta que se arregle y nos liberen.
Dos cosas.
Primero, los sistemas pueden caerse, perfecto, acá y en cualquier parte del mundo.
Segundo, ¿control al arribo en un vuelo doméstico cuando los pasajeros van del avión al área pública? Lo entendería si tuviesen que ir al área estéril para retirar equipaje y se mezclan con el resto del flujo, o bien si van directo a una conexión. Recuerdo que en los vuelos de Avianca que hacían Reconquista – Rosario – Aeroparque nos hacían bajar en la escala para hacer el control y así ya “esterilizar” el vuelo antes de continuar, lo cual tenía más sentido porque en Aeroparque desembarcábamos al área de recogida de equipajes o bien podíamos ir directo a una conexión doméstica.
La gran mayoría de las veces el sistema debe funcionar y todos pasan con relativa facilidad, pero bueno, pasó justo acá y no puedo evitar preguntarme si a la aviación regional no deberían facilitársele mucho más las cosas usando el sentido común, sin desde ya violar ninguna regulación (o analizar si es posible flexibilizarla siempre que no corra riesgo la seguridad operacional).
Bienvenidos sean más de estos vuelos regionales a ciudades intermedias de Argentina. Ojalá y American Jet y otras compañías puedan encontrar más nichos para desarrollar junto con el apoyo de actores locales, cuestión imprescindible para un segmento que solo así puede mantenerse en muchas partes del mundo, pero que quedó fuera del foco de quienes por muchos años manejaron los hilos de la aviación comercial del país.
Un siguiente gran paso que deberían poder hacer este tipo de servicios es poder integrarse con redes de aerolíneas troncales, para así poder hacer acuerdos interlínea y ampliar su alcance. Muchas veces quedan atados al punto a punto con Buenos Aires, lo cual es válido, pero quizás buscando atender al pasajero que necesita ir más allá logren estimular aún más la demanda.
Pero bueno, vamos paso a paso, o vuelo a vuelo.



