
2 de diciembre de 1943. El inicio de la política social y la nueva era de derechos laborales.
- MundoGremial – Fuente/imagen
- Publicado el
El 27 de noviembre de 1943, el Poder Ejecutivo Nacional sancionó el decreto Nº 15.074, elevando el antiguo Departamento del Trabajo a la categoría de Secretaría de Trabajo y Previsión Social. Esta jerarquización reflejó el rol central que había tomado la dependencia bajo la intervención de Juan Domingo Perón, quien asumió formalmente su cargo el 2 de diciembre de 1943. La medida inauguró una nueva etapa donde el movimiento obrero comenzó a ocupar un lugar de creciente importancia en la sociedad argentina y en la articulación entre el Capital y el Trabajo.
En un contexto político donde el Estado había mantenido una política de «abstencionismo suicida», según las palabras de Peron, ante las contiendas sociales, esta nueva Secretaría significó un cambio radical. Perón mismo lo expresó: “Con la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión se inicia la era de la política social argentina. Atrás quedará para siempre la época de la inestabilidad y del desorden en que estaban sumidas las relaciones entre patrones y trabajadores«.
Primeras medidas y definiciones de Perón
Con el respaldo del movimiento obrero y la nueva jerarquía del organismo, se lograron importantes beneficios que los trabajadores venían reclamando por décadas. Entre las principales medidas impulsadas se destacan:
- Creación de los tribunales de trabajo.
- El Estatuto del Peón rural, que estableció salario mínimo, y mejoró condiciones de alimentación, vivienda y trabajo rural.
- Establecimiento del seguro social obligatorio.
- Fijación de mejoras salariales, incluyendo el aguinaldo y vacaciones anuales pagas.
- Indemnización por accidentes laborales y la jornada de trabajo de ocho horas.
En su primer discurso, Perón dejó en claro la intencionalidad política que guiaría su gestión. Criticó la pasividad estatal anterior a su llegada, señalando que los gobernantes «no advertían […] que la indiferencia adoptada antes las contiendas sociales facilitaba la propagación de la rebeldía».
Sobre el rol del Estado, definió que este debe garantizar reglas de convivencia humana y el respeto a los derechos y deberes: “Las empresas podrán delinear en lo sucesivo sus previsiones para desarrollar sus futuras actividades, con la garantía de que habrán de obtener el reconocimiento del Estado si las retribuciones y trato dispensado al personal mantienen las reglas sanas de convivencia humana, inspiradas en el mejoramiento de la economía general y el engrandecimiento del país”. Aseguró que el Estado exigirá el disfrute de los derechos y el fiel cumplimiento de las obligaciones por igual a ambas partes.
El sindicalismo y la comunidad organizada
Perón también se refirió al papel del sindicalismo y la organización. En un contexto de “fuerzas ocultas de perturbación del campo político internacional”, advirtió contra una “táctica del Estado abstencionista” que buscaba dejar a los obreros “aislados, desamparados y económicamente débiles”.
Frente a esto, el ideal del Estado no podía ser la carencia de asociaciones. Perón señaló que la organización sindical será «indestructible» cuando la voluntad de los seres humanos se encamine al bien y a la justicia, con un sentido a la vez colectivo y patriótico.
Respecto a la comunidad organizada, Perón sostuvo que, “los patrones, los obreros y el Estado constituyen las partes de todo problema social. Ellos, y no otros han de ser quienes lo resuelvan, evitando el inútil y suicida destrucción de valores y energías”. Esta unidad, según el futuro presidente argentino, debía ser la base para luchar contra los verdaderos enemigos sociales, «representados por la mala política, las ideologías extrañas, sean cuales fueren, los falsos apóstoles que se introducen en el gremialismo”. Para alcanzar la grandeza, el Estado debe entonces contar con “el fervor y la adhesión de todos los hombres de trabajo que anhelan el bien supremo del país”, remarcó Perón.



