Aeronáuticos: una pelea que viene de lejos
08/07/2019 00:18 –
Fue el 20 de junio cuando el presidente Mauricio Macri optó por persuadir a los alumnos de una escuela primaria de Rosario sobre los peligros «de la mafia del transporte», antes que rendir homenaje a Manuel Belgrano. Ese envío fue puntual hacia los camioneros Hugo y Pablo Moyano y por elevación al bloque de Sindicatos Aeronáuticos Unidos (SAU). Dicha falange gremial activó asambleas para definir medidas contra la estrategia aerocomercial de Cambiemos, con las consiguientes demoras, cancelaciones e indignación de pasajeros.
La pulseada con hervor sostenido y picante comenzó en 2015. Su campana de largada sonó en campaña electoral y se potenció en vísperas del balotaje. Fue hace casi 4 años cuando los pilotos de APLA al mando de Pablo Biró difundieron texto, videos y advertencias sobre la política de cielos abiertos. Firmamentos que según vaticinó el dirigente sindical generar «lluvias de muertos» y no inversiones. Biró remarcó y remarca que el bajo costo está ligado a reducir seguridad para pasajeros y trabajadores entre otras razones para fustigar.
En lo reciente, el ministro de Transportes, Guillermo Dietrich, calificó las asambleas activadas el viernes con una etiqueta política de manual oficial respecto a gremios combativos: «Esto es una movida de sindicatos kirchneristas que siempre lo hacen en el momento que más daño te pueden generar.», resumió el funcionario a Crónica HD subrayando la previa al receso de invierno. Más allá de esos dichos, a los habitués del mundo sindical y político no se les escapa que hay jugadas silenciosas. Por ejemplo del Ejecutivo que cuando las paritarias no son a su gusto aplica marca personal y gatilla la autovía rápida de la conciliación obligatoria ante paros. Herramienta legal que administran sin necesidad del VAR, tanto este Ejecutivo como otros en su momento. Sin embargo, diría René Lavand, el dejar correr oficial frente a la reciente medida de fuerza aeronáutica «no se puede hacer más lento».
El Gobierno evita dictar la conciliación con el objetivo de capitalizar el malestar de los usuarios
En modo silencioso el Gobierno capitaliza para su causa el brote de furia de pasajeros y público en general -vía redes sociales y medios- en proporción directa a las demoras. Ante sindicatos conscientes de que no corren tiempos de «huelgas a la japonesa» ni mucho menos generar un club de fans sindical en una amplia superficie de la opinión pública.
El SAU abarca la representación de más de 20.000 trabajadores, además de APLA lo componen el personal técnico de APTA, aeronáuticos (APA), tripulantes de cabina (Atecpea), aviadores (UALA) y el personal superior (UPSA).
Allí consideran que el único tramo de tensa calma desde 2015 a la fecha en su relación con la Casa Rosada tuvo lugar cuando Isela Constantini desarrolló su breve gestión en Aerolíneas Argentinas. «Era de las mejores jugadoras que ponía a la cancha Cambiemos en gestión», consideran los aeronáuticos. Datos: Constantini dejó la aerolínea de bandera nacional antes de finalizar 2016. No bastó que en pocos meses lograra reducir a la mitad el déficit cotidiano de Aerolíneas, su buena relación con los sindicatos definió su eyección del elenco oficial Cambiemos.
Por esa línea y desde 2015 Dietrich y otros funcionarios consideraron que la expansión low cost no sólo reduciría costos operativos, laborales y otros, sino en un factor intangible en inicio y concreto por consumo después. A tarifas más bajas los pasajeros inclusive no tradicionales del servicio aéreo tomarían vuelos. Eso que tenía que pasar pasó, anotación para el esquema oficial del sector, aún en tiempos de crisis económica.
“Al abrir el mercado a la competencia salvaje, fuerzan al sector a reducir costos”
Sobre datos duros políticos tanto el ministro de Transporte como fervientes defensores de las estrategias liberales apuntaron con munición gruesa contra Biró. Desde acusaciones por desestabilización a kirchnerismo en sangre le cayeron con fiereza al jefe de APLA. Sobre blanco móvil elegido el piloto no pasa desapercibido por su injerencia en el bloque del Frente Sindical moyanista y la Corriente Federal (CFT), además de ser uno de los futuros nuevos mandamases de una nueva CGT.
Dentro de la ley Para este tramo del conflicto el abogado Luis Roa, secretario académico de Relaciones Laborales ( UBA) le explicó a BAE Negocios que «el gobierno se mete en un tema muy controvertido al intentar limitar las asambleas en lugares de trabajo: no se trata de acción directa susceptibles de conciliación obligatoria, sino de medidas complementarias lícitas, comprendidas dentro de la libertad sindical que expresa el convenio 87 de la OIT, norma de rango superior a la ley de conciliación obligatoria».
Roa trabajó más de una década en la órbita sindical aeronáutica y además de realzar que los trabajadores organizados tienen derecho a las facilidades apropiadas para permitirles el desempeño rápido y eficaz de funciones durante sus horas de trabajo o fuera de ellas, consideró al modelo de negocios low cost en particular. «La flexibilidad laboral en el sector aeronáutico se explica por la política de cielos abiertos que se quiere imponer. Al abrir el mercado aerocomercial a competencia salvaje, fuerzan al sector a reducir costos, y algunos de ellos como el combustible no se pueden achicar, por lo que avanzan sobre la seguridad en vuelo y los derechos laborales, que sin riesgo de sorpresa para esta administración son costos».