Aviones vs. trenes: Prohibido prohibir

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España es el último país europeo en proponer la prohibición de determinados vuelos nacionales como parte de los esfuerzos por reducir las emisiones de carbono, siguiendo los pasos de Francia. Otra concesión del gobierno del PSOE (socialista) a sus socios de gobierno más radicalizados y atentos a los anuncios vacuos de temas marginales, que a lo que realmente le importa al electorado progresista.

La murga viene sonando en España desde 2021, y vería al país eliminar aquellas rutas nacionales con una alternativa ferroviaria de alta velocidad que demande menos de 2,5 horas de viaje. La medida tiene como objetivo poner fin a los vuelos cortos entre ciudades, poniendo en peligro las conexiones aéreas que unen Madrid o Barcelona, con ciudades como Alicante, Bilbao, Pamplona o Valencia.

La realidad

La introducción de los trenes de alta velocidad en España ha venido cambiando el modo en que viajan los pasajeros dentro de España. El avión ha perdido 14 puntos porcentuales frente al ferrocarril entre 2007 y 2019; el trasvase de pasajeros es del 55% de media donde ambos modos de transporte compiten, y el avión solo ha perdido ocho puntos de cuota allí donde no hay alternativa ferroviaria inferior a las 2 horas y media de trayecto.

Pero la ausencia de trenes de altas prestaciones en Barajas lastra la existencia de una intermodalidad mínimamente eficiente al menos hasta 2030 cuando se prevé sea inaugurada una estación de alta velocidad en la T-4 de Barajas. Y de El Prat, en una Catalunia enredada en el independentismo inconducente, ni siquiera se habla.

Quienes siguen llegando a Madrid en avión lo hacen en su mayor parte para conectar con otros vuelos de largo radio, en especial con el continente americano. En 2022 la ruta Madrid-Barcelona aportó 1,7 millones de viajeros a Barajas; la Madrid-Málaga movió 530.000 personas; la Madrid-Sevilla alcanzó los 392.000 viajeros; la que enlaza con Valencia obtuvo 309.000, y la Madrid-Alicante saldó el año pasado con 280.000 pasajeros.

Desafortunadamente no encontramos los respectivos números para Barcelona que también opera como hub internacional español, aunque siempre después de Madrid.

Prohibir solo por el clickbait

Sin embargo, la restricción planificada que presentó el gobierno de coalición español contiene una cláusula que exime los vuelos de conexión a los hubs internacionales, lo que significa que los pasajeros que vuelan desde ciudades secundarias a los aeropuertos de Barajas o El Prat, y desde allí a destinos internacionales, probablemente no se verán afectados.

Según informes en la prensa española, se estima que los vuelos afectados contribuyen sólo con el 0,06% de las emisiones de CO2 del país. Esto se produce después de que un estudio realizado por la consultora PwC y publicado por Iberia descubriera que los servicios domésticos en España representan menos del 1% de las emisiones totales, un porcentaje que se está reduciendo gracias a las inversiones en aviación sostenible.

Hasta aqui otro paso en falso de un gobierno que se dice progresista, que afectará más a los trabajadores involucrados en la prestación de los servicios aéreos, que reducirá las emisiones de CO2 del país en un porcentaje útil.

La pantomima de la dirigencia europea

Si bien la ley propuesta por España se encuentra en sus primeras etapas, se espera que el número de rutas involucradas sea insignificante, reflejando la prohibición de Francia sobre algunos vuelos nacionales de corta distancia. La legislación francesa, introducida en mayo de 2023, actualmente solo restringe los servicios entre el aeropuerto de París Orly y Burdeos, Lyon y Nantes.

Aunque esta prohibición ha sido en gran medida ineficaz, está claro que los gobiernos europeos están buscando soluciones rápidas a la crisis climática en el lugar inadecuado, y la aviación quedó en el punto de mira.

Los «nuevos» Nightjet, trenes cama nocturnos austríacos, son otro brindis al sol. Solo adecuados para la burguesía centroeuropea, que dsiponiendo de mucho tiempo y dinero, que quiere limpiar su conciencia aquellos días que no conducen coches de alta cilindrada por el carril sin limite de velocidad en la autobahn.

Trayectos de dos horas o menos en avión en centro Europa, comenzaron a ser cubiertos en tren. Tales recorridos llevan toda la noche, se hacen en camarotes a veces compartidos a tarifas muy superiores para el mismo trayecto en una aerolínea tradicional (ni hablar de una lowcost).

La tendencia a frenar la demanda de vuelos mediante políticas vacuas que acaparan los titulares también es lamentable, y no debería ser la respuesta. En cambio, los líderes políticos deberían centrarse en objetivos tangibles, en lugar de prohibiciones simbólicas que solo apuntan a mejorar las encuestas de la semana que viene.

Impuestos pero con pátina verde

La introducción de “impuestos verdes” debe canalizarse nuevamente hacia el sector que hace el esfuerzo para apoyar el desafío de la transición a energías más limpias. Hasta ahora, este no ha sido necesariamente el caso.

A medida que la industria de la aviación avanza hacia el cero neto de emisiones de CO2, los gobiernos deben poner fin a esa pseudo política verde. La dirigencia política europea debe tomarse en serio la inversión en avances tecnológicos, producción sostenible de combustible de aviación, mejor gestión del tráfico aéreo, con financiación e incentivos adecuados.

Es necesario acelerar la descarbonización de los viajes aéreos, pero no puede hacerse a expensas de prohibiciones.

Fuente: gacetaeronautica.com

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