Caos en los aeropuertos en Europa: consecuencia de malas políticas y falta de planificación

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17/07/2022 Aero-naves.com – Nota

Pasajeros sometidos a tiempos de espera excesivos para realizar su check-in o pasar los controles, aviones transportando sólo equipajes que no logran ser embarcados en los vuelos que corresponde, restricciones forzadas de vuelos porque simplemente la capacidad aeroportuaria “no da para más”. Son algunos ejemplos del caos que se vive en Europa por estos meses y que acompañará a los viajeros al menos durante las próximas semanas.

La situación escala esta semana cuando el aeropuerto Heathrow de Londres establece de manera unilateral que no embarcará más de 100.000 pasajeros diarios. La decisión está obligando a la líneas aéreas a limitar la venta de pasajes o reducir frecuencias de sus vuelos.

Sir Tim Clark, presidente de Emirates, declara: “LHR (Heathrow, por su código IATA) decide no actuar, no planificar, no actuar. Ahora enfrentamos una situación de “airrmageddon” debido a su incompetencia y falta de acción. Están trasladando toda la carga, los costos y la pelea a las líneas aéreas y a los viajeros” .

Egyptair avisa de manera improvisada que por orden del aeropuerto londinense su vuelo del 14 desde el Cairo se verá cancelado. El resultado más de 600 pasajeros (considerando el vuelo de regreso) imposibilitados de viajar. Virgin Atlantic actúa de manera similar y cancela vuelos en tramos importantes como Londres (LHR) – Nueva York (JFK) o Londres (LHR) – Nueva Delhi, mientras British Airways eliminará 30.000 vuelos para la temporada de verano.

Desde la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), critican la medida adoptada por Londres (LHR). “Me sorprende que Heathrow no haya podido actuar mejor” , dice Willie Walsh, su director general.

La administración de Heathrow se defiende. Señala que lo que ocurre es “el legado del COVID”.
Más al sur, el aeropuerto de Ámsterdam también está limitando la capacidad. Como consecuencia, KLM está reduciendo vuelos y colocando medidas excepcionales como no embarcar paquetería en algunos vuelos para reducir la presión que tienen los servicios de handling. El aeropuerto está al borde del colapso. Recientemente, Icelandair envía un Boeing 767-300ER para ir a buscar equipajes que no lograron embarcar.

En los Estados Unidos, la situación no es muy distinta. Delta también está enviando aviones para trasladar sólo las maletas. Las operaciones especiales responden a “problemas de equipaje” generados en los aeropuertos de Europa. Sus líneas aéreas también se ven sometidas a reducción de capacidad y sus aeropuertos presentan demoras.
En un escenario de alta incertidumbre global y aumento en los costos que llegan después de una paralización de casi todo el transporte aéreo de pasajeros, la crisis aeroportuaria no hace ningún aporte. Curiosamente, el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI) no emite alguna declaración global ante la situación que afecta sus representados. Sólo aparecen escuetos comentarios en los que se “muestran consternados” por algunas decisiones tomadas como en el caso del aeropuerto de Schiphol de Ámsterdam.

El último comunicado de la organización guarda relación con un llamado a los Gobiernos a adoptar el esquemas de descarbonización de la aviación. Sin duda, es algo es importante, pero no lo urgente, especialmente cuando el enfoque del negocio de los aeropuertos está en los pasajeros-clientes que hoy parecen estar abandonados.

Lo que se vive en el hemisferio Norte es consecuencia de varios factores y responsabilidades compartidas. Como es habitual, los más afectados son los pasajeros que son víctimas y cargan con los costos de las malas decisiones o la incapacidad de actuar. Gobiernos, aeropuertos y líneas aéreas tienen responsabilidad. En resumen, una falla del sistema.

La situación de la falta de personal que afecta a terminales y líneas aéreas tiene su origen en las políticas que los Gobiernos adoptan para intentar detener el COVID-19 -infructuosamente ante los resultados de un virus que no desaparece ni pretendió desaparecer-. En 2020, arbitrariamente deciden enviar a millones a encierros extensos y establecer cierres de fronteras que provocan una drástica caída del tráfico aéreo. Ante esta situación, la industria aérea debe desvincular personal el cual pasa meses inactivo.

Con el regreso explosivo de la demanda tras el fin de los confinamientos, la cantidad de personas viajando supera las proyecciones. El Reino Unido es la primera muestra de ello, Norteamérica después. La gente quiere volar, no importa dónde. Ante un explosivo aumento de la demanda, las líneas aéreas comienzan a reactivar sus flotas, pero con una capacidad humana inferior: tripulaciones fuera de vuelo, personal administrativo reducido, etc. En un intento, por aprovechar cualquier instancia que represente ingresos inmediatos programan más vuelos de los que realmente pueden atender. Como consecuencia, muchas líneas aéreas tienen que dar marcha atrás en sus programaciones por la falta de personal, mientras los sindicatos acusan que están trabajando horas extras.

Desde el inicio de la pandemia del COVID-19, los Gobiernos fallan en dar certezas. La mayoría de las decisiones que se toman son arbitrarias, distintas entre un país y otro, sin una dimensión temporal clara, improvisadas, y lo peor, basadas en la política y no la evidencia científica. Como resultado, la falta de condiciones para planificar lo que obliga a la industria a improvisar semana tras semana o aprovechar al máximo “los momentos virtuosos” que se presentan.
El ex director general de IATA, Alexandre de Juniac, no se equivoca cuando dice que “reiniciar una línea aérea no es como apretar un interruptor” . En efecto, para que un personal aeronáutico pueda volver al trabajo requiere tiempo para reentrenamiento para cumplir la normativa, si se trata de tripulaciones deben cumplir chequeos en simuladores muchos de los cuales no están en todos los países y son limitados, lo que implica esperas.

Las líneas aéreas también tienen culpa por no dar un paso más. Probablemente, su decisión se entienda en el marco de un escenario volátil económicamente y con sus finanzas por el suelo. Bajo ese panorama, sus directores financieros presionan por salir de la crisis reduciendo costos y asegurando la caja. Una acción entendible y lógica desde una mirada estrictamente empresarial.
Con una situación detonada, las partes están buscando soluciones casi en forma desesperada, pero que por su naturaleza son imposibles de cumplir. El gobierno alemán anuncia que contratará trabajadores extranjeros de manera temporal para aumentar la dotación de personal en sus aeropuertos. Las líneas aéreas están acelerando las contrataciones de tripulaciones y personal aeroportuario.

Lo que ocurre no podrá solucionarse este año. Los esfuerzos desplegados chocan también con las ausencias de personal que se producen por distintos motivos como enfermedades (entre ellas el aumento de casos de COVID-19), vacaciones, permisos administrativos, demandas y medidas de fuerza como huelgas, presentes este verano en Europa.
La falta de personal es consecuencia de malas políticas implementadas por los Gobiernos por la pandemia y una falta de planificación. También es evidencia de la falta de colaboración y cooperación intersectorial, palabras que son muy utilizadas en los discursos, pero poco aplicadas en la realidad.

En medio de este caos, la adversidad puede ser otra nueva oportunidad para enmendar el camino. Tanto Gobiernos como industria aérea para dar soluciones a futuro y evitar que los caos aeroportuarios eviten repetirse. Nuevamente, la comunicación, la cooperación y colaboración efectiva es la solución para evitar los problemas.

También puede ser otra nueva ocasión para que la industria continúe trabajando en elevar sus estándares. Las líneas aéreas, por ejemplo, pueden mejorar sus servicios de asistencia a los pasajeros y revisar sus mecanismos de solución ante contingencias. Los aeropuertos en asegurar las dotaciones de personal necesarias de acuerdo al flujo de vuelos, coordinar con los organismos competentes que dispongan los funcionarios necesarios en los puestos de control de acuerdo a los flujos de pasajeros y los Gobiernos proveer la flexibilidad que se requiere y responder a las necesidades que se presentan, no de una industria en particular, sino de sus propios ciudadanos.

Fotografía portada – Paris Aeroport

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