Desesperado por mostrar la vocación de colonia
La sobreactuación de Javier Milei en su alineamiento con Estados Unidos e Israel
Por María Cafferata
Después de haberse trasladado hasta Ushuaia para reunirse con la jefa del Comando Sur, el Presidente participó de otro acto con la militar norteamericana para ratificar su total sumisión.
Dos veces sonó el himno de Estados Unidos en territorio argentino en las últimas 12 horas.
Primero en el viaje de medianoche de Javier Milei a Ushuaia para rendirle pleitesía a Laura Richardson y luego a la mañana siguiente, en Aeroparque, también delante de la jefa del Comando Sur, en donde aprovechó para escenificar su alineamiento total con el país del Norte.
«Nuestra alianza con los Estados Unidos es una declaración para el mundo», advirtió el Presidente, frente a una sonriente Richardson que, horas atrás, había logrado que Milei anunciara la construcción de una base naval conjunta en Ushuaia. Un proyecto que, a contramano de la algarabía libertaria, terminó generando un rechazo contundente de varios espacios políticos. «Es un delirio, una cipayada», murmuraban los dirigentes más educados. Los menos, en cambio, lo llamaban «loco».
Todos, sin embargo, coincidían en una cosa: si Milei deseaba meter una base norteamericana en territorio argentino tendría que pasar, antes, por el Congreso.
Fue el gran acto de cierre de una secuencia que venía anticipándose hace semanas. Primero, la visita del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, en febrero; luego la reunión del director de la CIA, William Burns, con Nicolás Posse y Patricia Bullrich, a fines de marzo; y, ahora, la cita con la jefa del Comando Sur de Estados Unidos. Richardson había arribado a la Argentina con dos preocupaciones: la construcción de un puente multipropósito en Río Grande, la segunda ciudad más grande de Tierra del Fuego, con supuesto capital chino los fueguinos lo niegan y la estación espacial china en Neuquén. Y Milei, en pos de apaciguar sus temores, no solo anunció la construcción de una base naval en Ushuaia conjunta, sino que comunicó que la Argentina abrazaría, a partir de ahora, una «nueva doctrina de política exterior» fundada en una alianza estratégica con Estados Unidos.
«Quiero agradecerle (a la generala Richardson) la donación que nos ayudará a sostener el enlace aéreo permanente con nuestras bases antárticas afianzando así nuestra presencia en el continente blanco», destacó Milei desde la base militar de Aeroparque en un acto que tenía como objetivo firmar el convenio con Estados Unidos por la incorporación de un nuevo avión Hércules C-130.
«Quiero anunciar una nueva doctrina de política exterior para Argentina. Definir alianzas estratégicas es un elemento central de una política exterior inteligente.
Pero estas alianzas no pueden estar basadas simplemente en intereses económicos, tienen que estar ancladas en una visión común del mundo», advirtió Milei, en un mensaje que tenía por doble destinatario al gobierno norteamericano y al chino (las dos potencias que disputan geopolíticamente la región). «Con nosotros se inaugura una nueva época de las relaciones de Argentina con el mundo.
Nuestra alianza con los Estados Unidos, demostrada a lo largo de estos primeros meses de gestión, es una declaración para el mundo de que, luego de décadas de discursos rimbombantes y pactos espurios, la Argentina ha decidido retomar el rol protagónico que nunca debió abandonar», celebró.
El discurso de Milei se celebraba pocas horas después del anuncio de su intención de sumar a Estados Unidos en la construcción de una base naval que es, más bien, un puerto militar en Ushuaia.
Esta base ya había comenzado a ser construida durante el gobierno de Alberto Fernández y, según cuenta su exministro de Defensa Agustín Rossi a PáginaI12, la iniciativa era un viejo proyecto de las Fuerzas Armadas hace más de 15 años: «Era un proyecto estratégico para la geopolítica de nuestro país porque sería el puerto militar más austral del mundo. Nosotros llegamos solo a realizar las tareas preliminares con Jorge Taiana, pero siempre imaginamos que la base tenía que ser construida por la Argentina y operada exclusivamente por las Fuerzas Armadas argentinas», precisó Rossi, haciendo hincapié en la importancia de no compartir aquel punto estratégico con ningún otro país.
El gobierno nacional, en cambio, defendió el involucramiento de los Estados Unidos en la base.
«La base naval integrada convierte a la Argentina y Estados Unidos en la puerta de entrada al continente blanco. Esto es parte de nuestra integración al mundo occidental y desarrollado, para afianzar nuestra soberanía ante la invasión de buques extranjeros que durante años tuvieron vía libre para depredar nuestro mar», explicó el vocero presidencial, Manuel Adorni, en conferencia de prensa. El resto del arco político opositor, sin embargo, no terminó compartiendo esta curiosa asociación entre «soberanía» y «base naval integrada con Estados Unidos».
Relaciones carnales 2.0 «Es una locura», afirmaron a este diario varios dirigentes de Tierra del Fuego, peronistas y radicales.
La posibilidad de construir una base naval junto a Estados Unidos en uno de los puntos más estratégicos del país llevó a todo tipo de recriminaciones, desde llamar «cipayo» al presidente a plantear que se podría impulsar un juicio político. Diputados fueguinos de Unión por la Patria, por un lado, presentaron un proyecto de resolución exigiendo la presencia del ministro de Defensa, Luis Petri, para que brindara detalles sobre el tema. El senador radical, Pablo Blanco, mientras tanto, repudió públicamente el anuncio de Milei y adelantó que presentaría un proyecto para citar a la canciller Diana Mondino a que compareciera a la comisión de Defensa del Senado para explicar en qué consistía «el nuevo rumbo» de la política exterior argentina.
«Se discute si Milei lleva adelante esta bochornosa sobreactuación por fanatismo ideológico o por necesidad de que le ingresen urgentemente 15 mil millones de dólares que, de no llegar, significaría que el plan económico de él y Caputo se derrumbaría a pedazos.
Yo creo que lo hace por esta última razón. Pero en cualquier caso se está comportando como gerente de una factoría y no como presidente de una Nación», cuestionó, por un lado, el diputado Leopoldo Moreau. Se sumó, además, el expresidente Alberto Fernández: «Temo que el Presidente no tomó nota ni del fin de la Guerra Fría ni de la geopolítica que hoy se observa en el mundo.
Su servilismo es humillante. Creo que nadie le pidió tanto. Ni las autoridades de los Estados Unidos».
La mayoría de las críticas, sin embargo, giraron en torno a la advertencia de que cualquier operación militar extranjera en el país tenía que pasar, antes, por el Congreso. «Una base militar integrada en el sur requiere de una autorización del Congreso y de una exhaustiva explicación de los intereses que se pretenden así como la no vulneración de nuestra soberanía», advirtió, por ejemplo, el senador chubutense Carlos Linares, a lo que se sumaron otros legisladores de UxP. El argumento es que el artículo 75 de la Constitución determina que el Congreso es el único poder que puede autorizar el ingreso de tropas extranjeras al país, por lo que la construcción de una base naval combinada debería ser aprobada como una ley.
Está, además, la experiencia de la construcción de la estación espacial china en Neuquén, que cumple funciones científicas pero que el embajador Stanley había deslizado, en una entrevista con La Nación, que habilitaba operaciones de las fuerzas armadas chinas.
Si bien senadores de UxP y hasta el propio Adorni advirtieron que la estación especial cumplía solo funciones de investigación, no militares, incluso en este caso tuvo que intervenir el Congreso: fue la Ley 27.123, sancionada en 2015, la que vino a aprobar el convenio entre Argentina y China que habilitó la construcción de una estación de espacio lejano en la provincia. Es decir que, sin el acompañamiento de otras fuerzas políticas en el Congreso, la base naval compartida no podrá ser.
Dirigentes de la oposición advirtieron que cualquier operación militar extranjera en el país tenía que pasar, Javier Milei junto a Laura Richardson y Marc Stanley en el aeropuerto de Aeroparque. I NA antes, por el Congreso