Holanda, contra la aviación
OPINIÓN
Sin embargo, desde siempre, hay un vuelo diario a Ámsterdam, por parte de KLM. Como ocurre en todos los demás aeropuertos regionales de Gran Bretaña. No habrá vuelos a Londres, pero sí a Ámsterdam que, poco a poco, en silencio, ha tejido una red europea que capta viajeros para Holanda y desde allí, en su mayor parte, para la red de largo radio de KLM. Ocurre en Escandinavia, Francia, Alemania y hasta España. Siempre hay un vuelo de KLM que conecta en Schiphol.
Por algo, mientras en Heathrow hay protestas para hacer la tercera pista, Schiphol tiene cinco, capaces de operar sin problemas. Lo que no ocurre en ningún otro lugar. Un aeropuerto brutal.
El gobierno holandés siempre ha sido consciente de su negocio. Por eso, cuando aplicó un impuesto a los aviones, lo hizo a aquellos cuyos pasajeros van o vienen de Holanda, haciendo como que no se ha dado cuenta de que la enorme mayoría de los viajeros hacen escala en Schiphol con destino a otros lugares. Eso es Ámsterdam, la gran conexión de Europa con el mundo.
Y esto es lo que ahora queda tocado. O hundido. Un recorte del once por ciento respecto del tráfico de Ámsterdam en 2019 es realmente una medida seria, dura, contundente y real. No es para menos. Esto sí es verdadero, esto sí afecta, esto sí es duro (Holanda recorta un 11% los vuelos en Ámsterdam).
Se podrá estar a favor o en contra, dependiendo de la visión, pero esta vez no se puede decir que Holanda ha hecho como que hacía, reservándose un subterfugio para evitar las consecuencias reales de su medida. No, esto va a hacer daño.