“La aviación es la forma más segura que existe para viajar”

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21/08/2022 El Territorio (Misiones) – Nota –

Carlos Seewald voló con amigos hasta Estados Unidos en una aeronave pequeña. Detalles de un sueño cumplido
“Cuando hay mal tiempo la aeronave pequeña se tiene que quedar en tierra. Por eso, decimos que la mejor manera de pasar una tormenta es tomando mate en el hangar”, reflexionó el empresario Carlos Seewald (50), integrante del Aero Club Oberá (ACO) que acaba de cumplir uno de sus sueños.

Fueron pocos más de 80 horas de vuelo para recorrer 17.000 kilómetros -ida y vuelta- desde Buenos Aires hasta la ciudad de Oshkosh, en el estado de Wisconsin, Estados Unidos, para participar del festival aéreo más grande del mundo.
Voló con amigos, también apasionados por la aviación, en un VANS RV10, un cuatriplaza monomotor que posee una autonomía de siete horas de vuelo.
“La verdad que fue el viaje soñado y todo salió según lo previsto. Fue mi primer viaje tan largo y me sirvió para poner en práctica todo lo que fui aprendiendo desde que empecé el curso de piloto, las técnicas de vuelo, los espacios aéreos, la cuestión del idioma, los trámites”, explicó Seewald en diálogo con El Territorio.
Consultado al respecto, anticipó que en una próxima experiencia de largo aliento le gustaría viajar con su familia para disfrutar con más tiempo de algunas de las paradas que conoció camino a Oshkosh, Estado Unidos, ya límite con Canadá.
Sobre sus inicios en la aviación, comentó que hizo el curso de piloto privado en el ACO motivado por el gusto de volar y conocer lugares.
“Con un avión pequeño en nueve horas estás en Mendoza, pero si tenés que ir con el auto ya lo pensás varias veces. A los misioneros todo nos queda lejos y este sueño de la aviación comenzó por las ganas de hacer turismo. Después uno se va haciendo amigos y así me invitaron para hacer la travesía para asistir al festival aéreo más grande del mundo”, explicó.
Todo perfecto
Seewald realizó todo el viaje acompañado por Jorge Ezquerra. En tanto, a la ida también viajó Andrés Brancale y a la vuelta lo hizo Héctor Marfil, ambos mecánicos aeronáuticos.
“Fueron 39 horas de ida y 40 y pico de vuelta. Seis días de ida y a la vuelta cinco, porque ya queríamos volver a nuestras casas. También estuvimos seis días en el festival de Oshkosh, por lo que fueron casi 20 días lejos”, precisó.
Mencionó que si bien el avión en el que volaron tiene una autonomía de siete horas, como máximo volaban seis horas para tener una reserva por cualquier contingencia.
Contó que viajaron en una aeronave considerada la mejor que hay en el mercado de la aviación experimental.
Se trata de un avión de pequeño porte, con capacidad para cuatro pasajeros, pero viajaron tres y el cuarto lugar fue reservado para un tanque de combustible extra, ya que debían recorrer distancias que superaban la autonomía de siete horas.
“Se relegó un pasajero para poder hacer el trasvase de combustible para seguir volando”, precisó.
Tomaron el recaudo de no volar de noche para tener visibilidad en caso de un aterrizaje de emergencia, al tiempo que destacó: “Hoy hay información meteorológica en internet y una previsión muy certera sobre lo que va a pasar. Siempre tuvimos las alternativas necesarias y el plan de vuelo salió perfecto”.
Para tener una referencia, explicó que volaban a tres kilómetros de altura, mientras que un avión de pasajeros vuela a 30 kilómetros. Por ello, el riesgo de colisión sólo existe en la pista de aterrizaje, aclaró.
“La aviación es la forma más segura que existe para viajar. En caso de accidente, el 99 por ciento es producto de un error humano”, subrayó.
Logros y proyectos
La aviación es una actividad muy reglamentada que requiere cumplimentar mucha documentación y trámites. Incluso se exige un nivel de inglés aeronáutico para las comunicaciones.
En la travesía cruzaron todo el continente, aunque sólo tuvieron que registrarse en los países donde aterrizaron.
“Por ejemplo, volamos sobre Paraguay y tuvimos que pagar una tasa por el espacio aéreo, pero no tuvimos que hacer ningún trámite ahí porque no aterrizamos. Sí lo hicimos en Bolivia, donde tuvimos que pasar por migraciones, aduana y nos revisaron. En Brasil y otros países lo mismo”, señaló.
Seewald posee un Cessna 172 y también adquirió un VANS RV10, que se compra como kit y se arma en destino, en este caso un taller aeronáutico en Mar del Plata. Destacó que en el viaje a Estados Unidos “fui aprendiendo a volar el avión que voy a tener. Este es un poco más rápido y tiene más autonomía que el Cessna 172”.Precisamente, dicha aeronave se halla en el ACO y los fines de semana realizan actividades y paseos.
La pista de Oberá mide 1800 metros y es considerada como una de las mejores de la provincia y la región. La actual gestión, encabezada por Daniel Sandoval, trabaja a pulmón y cuenta con la colaboración de la Municipalidad para el mantenimiento del predio.
Si bien dispone de cerramiento perimetral, aún se registran hechos vandálicos. Entre los proyectos se encuentra el nuevo balizado.
“La pista estuvo abandonada por administraciones que se dejaron estar y llegó a estar clausurada. Pero hace unos diez años nos hicimos cargo, armamos una nueva comisión y nos pusimos al día con personería jurídica. Hoy la pista está impecable, con mucho movimiento y actividades, como la escuela de vuelo”, remarcó Seewald con entusiasmo.

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