Pilota de pandemia. Cómo es volar en un cielo sin aviones

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11/07/2020 LaNacion.com – Noticias

Laura Cedeira

Pasillos de aeropuertos vacíos, pistas de aterrizaje desiertas, cielos sin aviones y frecuencias de comunicaciones en silencio durante horas. Esta es la «nueva normalidad» de la aeronáutica a partir del inicio de la pandemia del covid 19. En este contexto, nuestra aerolínea de bandera programó -junto con la Cancillería- vuelos especiales internacionales para repatriar a los argentinos varados en el exterior y traer desde China materiales médicos.

Fernanda Coronel -La Tana, como la conoce todo el mundo- tiene 45 años, nació en Ramos Mejía y tomó su primera clase de vuelo un mes antes de cumplir los 18. Pasó más de una década hasta que logró hacerse un espacio en la profesión; en el medio fue vendedora, secretaria, encargada en un restaurante, estudió abogacía, odontología, medicina y se recibió de chef.

Seguramente, cuando comenzó su carrera, nunca imaginó que una pandemia la sumaría a la lista de actores esenciales para hacerle frente a un virus que amenaza con matar hasta el 2% de la población mundial. Tampoco que aparecería en canales de tv, daría notas para radio y gráfica, o que los pasajeros le dedicarían dibujos y mensajes de agradecimiento por traerlos de regreso a sus hogares. Ella dice que solo es una de las caras visibles del gran equipo humano que se puso la misión al hombro. «El recuerdo que me va a quedar de esta época de pandemia es el orgullo de haber dicho desde el primer día: ‘Yo quiero participar’. Los aeronáuticos también estamos en una situación de incertidumbre, como todos los ciudadanos del país y del mundo. En Aerolíneas Argentinas seguimos volando en estos vuelos especiales, pero sabemos que la empresa va a quedar en condiciones difíciles. Pese a todo, tener la posibilidad con nuestro trabajo de hacer algo al respecto, es una experiencia que recordaremos por siempre».

Fernanda es pilota de Aerolíneas Argentinas desde hace 14 años. Dice, que, para ella, es como estar en la Fórmula 1. Hasta 2001, cuando la crisis económica la forzó a alejarse de los aviones, trabajó comandando vuelos de carga y taxis aéreos y sanitarios. En aquel contexto tan adverso, La Tana creyó que nunca más volvería a volar. Pero cinco años después, en 2006, se presentó a una convocatoria de Aerolíneas Argentinas y quedó seleccionada. Sabe que por ahora, es una de las privilegiadas: la aviación comercial es una carrera muy difícil de sostener por sus costos económicos, sobre todo para las mujeres. «Somos un porcentaje muy pequeño en la comunidad de pilotos. En Aerolíneas Argentinas apenas 14 de 1400. Obviamente pasar desapercibidas es prácticamente imposible para nosotras. Seguimos siendo una novedad, pero en el mundo hay muchísimas; aunque todavía a la gente le cueste aceptarnos y a veces le choque también. Por suerte, yo nunca tuve ninguna manifestación negativa de los pasajeros», asegura.

Al rescate
El 18 de marzo Aerolíneas Argentinas comenzó a volar para repatriar a los argentinos varados en el exterior luego del cierre de fronteras y las cancelaciones de vuelos. Fernanda comandó ese día el avión que partió vacío de Ezeiza para regresar desde Miami completo. También participó de las misiones que fueron a Cancún, Roma y Londres. Viajar a este último destino fue especial: es una ruta que la aerolínea no hace habitualmente y para poder concretarlo tuvieron que armar la operación en muy poco tiempo y trabajar en conjunto con la Cancillería. Se consiguieron permisos especiales y excepciones de la ANAC -Administración Nacional de Aviación Civil- para que las tripulaciones pudieran volar. Los pilotos y tripulantes de cabina tienen estipulado un tiempo de descanso, en tierra, obligatorio. Si los tuvieran que cumplir no se podrían hacer los viajes. Por eso van varias tripulaciones, para poder reemplazarse y descansar.
En todos estos vuelos especiales, el significado de poder traer a tantas personas que la estaban pasando muy mal afuera para mí es todo. Fernanda Coronel.

«Fue súper emocionante porque hacía muchísimos años que no se volaba a Londres. Y, como en todos estos vuelos especiales, el significado de poder traer a tantas personas que la estaban pasando muy mal afuera para mí es todo», asegura Fernanda y detalla: «Hay gente que perdió familia, que está volviendo de un congreso o de unas vacaciones, que hace meses que no ve a sus seres queridos, algunos que se quedaron sin plata».

Un tiempo después, a fines de abril, le preguntaron si quería sumarse al tercer vuelo que partiría rumbo a Shangai a buscar materiales médicos. La Tana no lo dudó: «Dije que sí por un montón de cosas. Por lo que implica el hecho de traer insumos para hacerle frente a una pandemia y también porque me gustaba el desafío de una operación nueva. Nunca había estado tantos horas seguidas arriba de un avión, solamente pudiendo bajar a la plataforma en las escalas para hacer la recorrida y respirar un poco de aire puro. Fue una experiencia inolvidable».

De los vuelos a China participan cuatro tripulaciones técnicas de pilotos, o sea un total de 12, incluyendo a los copilotos. También viajan mecánicos, personal de cargas, despachantes y tres tripulantes de cabina. Fernanda explica que son operaciones muy complejas, que requieren armar en tiempo récord rutas, permisos de vuelo y coordinar las cargas.
El viaje duró 62 horas y estuvieron sin bajar del avión 54. La rutina incluyó bañarse con paños húmedos y- en el caso de Fernanda- lavarse el pelo con botellas de agua, usando el inodoro como bacha. Son 14 horas desde Ezeiza hasta la escala técnica (de una hora y media aproximadamente) en Oakland, Estados Unidos. Desde ahí, después de cargar combustible y despachar nuevamente el avión -con su permiso de vuelo y tránsito- siguen directo a Shanghai. Subir los insumos demoró cinco horas. Cuenta Fernanda que eso varía según cada vuelo, porque se cargan manualmente, caja por caja, tanto a la bodega como al interior del avión para maximizar el espacio.

«Para desembarcar en China usamos trajes especiales: cubrepiés, mamelucos, guantes, gorra, anteojos y barbijos. Igual, no vamos muy lejos. Hay que mantenerse cerca del perímetro del avión. Yo mientras cargaban dormí una siesta de dos horas, estábamos muy cansados. Por suerte salió todo fantástico», relata con su voz entre orgullosa y emocionada.
El regreso al país los enfrenta con la realidad de la pandemia una vez más: único avión en el cielo, en la frecuencia y en la pista. «Es todo muy extraño, triste y llamativo. Te genera incertidumbre, tristeza. Es mucho el silencio: hoy los aviones del mundo están en el piso».

En ese contexto tan desolador y excepcional, Fernanda eligió poner el cuerpo, como muchos otros. «Estamos todos más empáticos; se siente la buena onda y el compañerismo. Es increíble cómo los distintos sectores se pusieron en funcionamiento para que las misiones salieran bien. La gente no sabe las gestiones que hay que hacer para que un avión vaya a un lugar que no va nunca. Y a nosotros, que lo vemos de adentro, se nos explota el corazón de orgullo».

Los vuelos en números
Desde el 18 de marzo hasta mediados de junio, Aerolíneas Argentinas realizó 120 vuelos que repatriaron del exterior cerca de 30 mil argentinos. Algunos de los destinos fueron Madrid, Miami, Punta Cana, San Pablo, Cancún, Roma y Londres.
En marzo también comenzaron las operaciones a China: fueron 32 los vuelos a Shanghai en busca de insumos médicos (barbijos, máscaras, guantes, anteojos, trajes de bioseguridad y componentes químicos para fabricar los reactivos rápidos). Llegaron al país un total de 600 toneladas de materiales para el sistema de salud.
Por: Laura Cedeira

Fernanda Coronel es pilota de Aerolíneas Argentinas desde hace 14 años. Hoy, es parte de la tripulación que hace los vuelos de repatriación. También viajó a China para buscar insumos. Fuente: Archivo
«Nunca había estado tantas horas seguidas arriba de un avión», dice sobre su viaje a China. Fuente: Archivo
«Estamos todos más empáticos; se siente la buena onda y el compañerismo». Fuente: Archivo
La desinfección de los insumos cargados en el avión. Fuente: Archivo

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