Por qué los cielos sin dueño podrían redefinir el poder global

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aeroflap.com.br/ 20 de abril de 2025

Los países con un potencial aeroespacial significativo están ampliando sus capacidades de monitoreo y defensa, utilizando el espacio intermedio como un campo estratégico.

Por Ivan Dilly

Si el siglo XX estuvo marcado por la carrera espacial, el siglo XXI asiste a una nueva disputa, una nueva carrera por el cielo: la conquista del cielo medio, o espacio intermedio (Near Space), definido como el rango comprendido entre el nivel de vuelo 600 (aproximadamente 18.288 km) y los 100 km sobre el nivel del mar, el límite inferior práctico de la órbita de los satélites.

Los países ya están invirtiendo miles de millones en plataformas de gran altitud (HAPS – High Altitude Pseudo-Satellites), vehículos hipersónicos y globos de reconocimiento que operan precisamente en esta zona indefinida. Las empresas privadas también han entrado en el juego: Blue Origin, SpaceX, Virgin Galactic. Más que nuevos equipos, se trata de construir infraestructuras invisibles de poder: redes de vigilancia global, sistemas de defensa en capas, conectividad 6G y comunicaciones militares seguras.

¿El desafío? Aunque el espacio aéreo hasta unos 20 km está regulado en gran medida por la Convención de Chicago de 1944 y el espacio exterior a partir de los 100 km está regido por el Tratado del Espacio Exterior (1967), el espacio intermedio aún carece de una regulación internacional clara. La línea de Kármán, situada a una altitud de 100 km, se utiliza comúnmente para distinguir el espacio aéreo del espacio exterior, pero no es un criterio adoptado formalmente por todos los países, lo que crea incertidumbres jurídicas sobre la soberanía.

El Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre establece que el espacio ultraterrestre se utilizará con fines pacíficos y para el beneficio de toda la humanidad, pero este tratado no aborda directamente el espacio ultraterrestre. Este vacío legal permite que el espacio intermedio se explore libremente con fines militares y civiles, sin que exista un marco regulatorio claro que defina los límites y la soberanía sobre esa área. En este vacío surgen oportunidades y riesgos. Dominar este espacio puede significar ventaja estratégica en conflictos, vigilancia, comunicación y conectividad global.

¿Por qué esto redefine el poder global? Durante gran parte de la historia moderna, el dominio de los océanos fue sinónimo de poder geopolítico: controlar las rutas marítimas significaba controlar el comercio, la información y la proyección militar. Con el avance de la tecnología, este eje de influencia ha migrado del mar al cielo, y ahora, de la atmósfera tradicional a un rango aún más alto y menos regulado. La disputa por los cielos medios transforma la lógica de la soberanía: no se trata sólo de territorio o de órbita, sino de la capacidad de operar de manera invisible, persistente y global.

Controlar el medio cielo es, en la práctica, controlar la transición entre el mundo terrestre y el espacio exterior. ¿Y por qué es esto crucial? Porque es precisamente en este corredor entre mundos donde transitan los datos estratégicos de la humanidad; Existe una vigilancia silenciosa sobre las naciones y las fronteras; Se desarrollan nuevos sistemas de ataque y defensa hipersónicos; y se prueban tecnologías que permitirán el próximo salto de la especie humana más allá de la Tierra.

El espacio medio también es sensible desde el punto de vista medioambiental, especialmente dado el aumento proyectado en lanzamientos de cohetes, reentradas destructivas y vuelos suborbitales, con potenciales impactos negativos sobre la capa de ozono y el equilibrio energético de la atmósfera debido a partículas reflectantes o absorbentes.

Los países con un potencial aeroespacial significativo ya están ampliando sus capacidades de vigilancia y defensa, utilizando el espacio intermedio como campo estratégico de competencia.

La Fuerza Espacial de Estados Unidos (USSF) está desarrollando una estrategia “Spacepower” que se centra no sólo en el espacio exterior, sino también en las capas inferiores de la atmósfera, donde operan globos estratosféricos y pseudosatélites. La falta de una regulación específica para el espacio medio otorga a Estados Unidos una mayor autonomía para realizar operaciones de vigilancia y defensa sin enfrentar desafíos legales o políticos significativos.

Con una posición geográfica privilegiada entre hemisferios, amplia cobertura territorial y una consolidada vocación aeroespacial, Brasil tiene condiciones únicas para asumir un papel de liderazgo en la nueva geopolítica de los cielos. El espacio intermedio ofrece un atajo estratégico. En lugar de competir con superpotencias en órbita, Brasil puede consolidar capacidades en operaciones suborbitales, como globos estratosféricos, pequeños satélites e infraestructura de lanzamiento desde bases como Alcântara.

La ausencia de reglas claras en el espacio intermedio no sólo representa un desafío, sino una rara oportunidad de anticipación estratégica. Al desarrollar una visión integrada que combine innovación tecnológica, diplomacia técnica y capacidad operativa, el país puede proyectarse como un constructor de consenso y un referente internacional en la construcción de una gobernanza equilibrada para esta área crítica de la atmósfera.

Quien domina lo invisible, dicta el futuro. El poder del futuro se medirá por la capacidad de ver sin ser visto, de ocupar sin provocar, de controlar lo que aún no tiene dueño ni ley. Los cielos sin dueño son más que una nueva frontera tecnológica, son una metáfora de todo lo que aún se puede conquistar con inteligencia, estrategia y visión. Quien primero entienda esto tendrá en sus manos la llave invisible que reconfigurará el equilibrio de poder en el planeta.

¿Qué regula un vuelo de SpaceX?

FASE DE VUELO

1. Lanzamiento (desde el suelo hasta ~20 km)
2. Cruzando la atmósfera (~20–100 km)
3. Espacio exterior (por encima de ~100 km)

LEY APLICABLE

1 Ley Nacional (EE.UU.) – Licencias FAA, normas de seguridad, responsabilidad civil, medio ambiente.

2 Zona gris legal – Cielo promedio sin reglas claras. Ni el Derecho Aeronáutico ni el Derecho Espacial son plenamente aplicables.

3 Derecho Espacial Internacional – Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre (ONU, 1967). El país liberador es responsable de los daños.

Imagen: archivo

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