Crónica de una tormenta feroz y la lucha antigranizo llena de imprevistos
El 16 de diciembre de 2021 quedará para siempre en la memoria de los mendocinos que perdieron toda su cosecha tras la fuerte tormenta de granizo, y también en la memoria de Hugo Videla, el radarista encargado de la Sede de Operaciones de Zona Norte de la lucha antigranizo.
Para Videla, ese jueves fue una desgracia: todas las variables que debe manejar normalmente se complicaron y fallaron al punto que, como él mismo reconoce, «llegamos tarde y sembramos poco«.
El radarista contó al Post la serie de sucesos que llevaron al lamentable resultado de no poder contener la tormenta que arrasó con más de 10 mil hectáreas en Lavalle y parte del Este mendocino.
El pronóstico
Para empezar, Videla contó que esa mañana, el pronosticador que tiene la Dirección de Contingencias Climáticas había previsto tormentas de intensidad 2, siendo 3 la máxima intensidad, es decir «esperábamos tormentas moderadas y algunas con mayor intensidad después de las 18″, recordó.
«Los aviones estuvieron trabajando desde las 14:30 y ese día se trabajó hasta las 5 de la mañana», agregó. Precisó que comenzaron a trabajar en Maipú y Luján y luego se trasladaron al Este mendocino y que «ese día en toda la geografía provincial se sembraron 36 núcleos de tormenta y los demás no precipitaron granizo, sólo esas dos células precipitaron«.
Lavalle, un lugar especial
Videla explicó que la zona de Lavalle es más difícil para trabajar con los núcleos de tormenta ya que, por un lado, «Un gran inconveniente que tenemos en la zona norte de Mendoza, es que hay una línea que delimita o prohíbe los vuelos hacia el oeste, por un accidente en 2005 donde uno de los aviones tuvo inconvenientes con una elevación y fallecieron los pilotos. Por eso se tomaron muchos recaudos para los vuelos y ahí se trazó una línea que los aviones no pueden pasar hacia el oeste. Esa línea coincide con el meridiano 0,69 longitud oeste, que coincide con la ruta 40 nacional. Todas las zonas de génesis, de las tormentas que se originan de ese lado no pueden ser tratadas hasta que crucen esa línea hacia el este y eso es bastante cerca».
Videla agregó que, para poder trabajar las nubes en esa área, en 2007 se puso una red de generadores de yoduro de plata terrestres, pero no tienen tanta eficacia como sembrar la nube directamente.
Además, la zona norte tiene otra contra: las tormentas convectivas se forman ya dentro del área cultivada o muy cerca, lo que obliga a trabajar rápidamente.
El tiempo
«La función nuestra es preventiva, si llegamos tarde y el granizo esta formado ya no se puede actuar», subrayó Videla.
«Luchamos contra el tiempo porque estas tormentas se forman muy rápidamente. En el oasis norte mas del 90% de las células se forman adentro del área cultivada o muy cerca del área cultivada, nos obliga a dos cosas: primero a salir lo más rápido posible a intervenir las nubes cuando están en crecimiento y desarrollo y, segundo, nos obliga a aplicar una dosis agresiva (de yoduro de plata) porque necesitamos una respuesta rápida, que no forme granizo rápidamente y precipite», explicó.
«Por eso el mecanismo de la observación de los radares, de la salida de los aviones y las tripulaciones debe estar muy aceitado, si llegamos tarde ya no se puede hacer nada«.
Los pilotos, lejos
El intendente de Lavalle, Roberto Righi, fue el que reclamó que los pilotos de la empresa Aeronáutica Mendoza (AEMSA), hacen guardia en sus domicilios, lo que demora mucho la salida de los aviones a la hora de combatir el granizo.
Videla confirmó esto: «Los pilotos tienen un régimen de trabajo por el convenio colectivo, que dice que tienen que hacer la guardia en su casa. Lo hacen en Mendoza pero no en San Rafael y no sé por qué, esa diferencia. Están en un hotel a cinco minutos a pie del hangar».
Entonces Videla cronometró los tiempos: «Desde que uno los convoca pasan 30 o 40 minutos para que estén en hangar, después 15 minutos para presentar su plan de vuelo, es decir que están despegando 45 minutos después del llamado. De ahí hay que tomar tomar la distancia que están de la tormenta y tardan unos 10 minutos hasta la nube y luego hasta que el reactivo, desde que sale del avión y hace efecto en la nube, por lo menos demora unos 20 minutos. Estamos hablando de más de una hora y veinte para sembrar la nube. Ese tiempo es mucho, una nube granicera violenta precipita en 25 o 30 minutos. Esto es lo que pasó con las dos células que entraron por el norte de Lavalle en la tormenta del 16″, resumió.
«He leído que el representante de Apla (el gremio al que pertenecen los pilotos de AESMA, liderado por Pablo Biró) declaró por tuit que los radaristas son los que llaman a los pilotos que están en su domicilio y él nombra un protocolo que se activa. Concretamente no hay ningún protocolo ni ningún artículo ni anexo de operación en el Manual de Funcionamiento por el cual nos valemos, no existe. En el Manual de Procedimiento de siembras tampoco se contempla que el piloto esté en su casa. En ninguna lucha antigranizo de ningún país los pilotos están en sus casas«, reclamó.
«Entiendo la preocupación del intendente Righi y de todos los intendentes a los que les puede suceder esto, en cierta manera puedo coincidir con Righi en el sentido que yo personalmente con mi experiencia creo que estas dos células que entraron se podrían haber evitado«, aceptó.
Siembra parcial
Al problema del tiempo dilatado por la situación de los pilotos, se sumaron otros inconvenientes que hicieron que las nubes sobre Lavalle se sembraran parcialmente.
«La primera celda, la que entra por La Palmera y entra precipitando en Tres Porteñas y daña Montecaseros, fue tomada a destiempo y sembrada muy parcialmente, solo diez minutos donde se inyectan 15 bengalas porque el avión tuvo que aterrizar de emergencia porque se despresurizó en el aire. El piloto o aterrizaba o podía morir«, contó Videla.
«Por otro lado, teníamos un apoyo del sur con pocas bengalas y que le quedaba poco tiempo de vuelo. Toma la misma nube pero también era insuficiente, solo pudo lanzar 22 bengalas cuando ya la teníamos precipitando».
Pilotos «en descanso»
El responsable de la zona norte contó que, además de los dos aviones que tuvieron que aterrizar, trató de recurrir a un tercer avión que estaba en tierra pero que no podía ser utilizado porque no había piloto ya que esa tercera tripulación estaba en descanso de la noche anterior.
«Yo insistí y los llamé a ver si podían hacer una excepción, les pedí, pero me dijeron que no«, dijo Videla con el tono de desazón que sintió ese día.
«Yo me he desangrado pidiendo que cambie el régimen de los pilotos, esto es como un cuartel de bomberos, hay que responder rápido y no hay forma. Hablé con el gerente de AEMSA y le dije que ¿cómo puede ser que se caiga el cielo y haya que cumplir con el descanso?«, reclamó desesperado.
Sin embargo, aseguró que la mayoría de los pilotos «están comprometidos con la lucha, son un mínimo los que no.»
Sin combustible
Mientras los pilotos se negaban a acudir al llamado, el segundo avión, el que vino a dar refuerzo desde San Rafael, se quedaba sin combustible. Y para sumar desgracias hubo otro inconveniente: «por unos minutos, el aeropuerto estaba en alerta roja por caída de un rayo cercano y teníamos tres aviones en el piso que no podían ser recargados rápidamente porque los camiones de abastecimiento de combustible no pueden entrar a pista cuando hay alerta roja», explicó.
Con todo eso, Videla recuerda la sensación de impotencia: «Yo sé de antemano lo que va a pasar y es algo de un sufrimiento tremendo porque veo la magnitud de lo que va a pasar y lo que se va a perder…»
Sin embargo, le quedó un consuelo: «Cuando sale el avión a tormenta ya está precipitando sobre Tulumaya pero lo pude posicionar en un perfecto lugar de la nube y le dije al piloto que fuera agresivo con las bengalas. En 20 minutos se corta la granizada y la nube se desploma. El avión que controló esta nube distribuyó en 30 minutos 67 bengalas y controló esa tormenta, si no se hubiera intervenido hubiera afectado muchas más hectáreas hacia el sur de Tulumaya».
Paga el productor
Mientras los productores perdieron el trabajo de todo un año, es claro que el 16 de diciembre se conjugó una tormenta inesperada y agresiva con una multiplicidad de fallas.
Es curioso que el gerente de Aeronáutica Mendoza, Mario Ábrego, vive en Córdoba «pero viene a Mendoza a trabajar», según aclararon desde el ministerio de Economía. Ábrego tiene un perfil muy bajo y en su cuenta de Twitter solo retuitea lo que otros funcionarios del oficialismo postean.
Los integrantes de la lucha antigranizo son a la producción mendocina lo que los bomberos a los ciudadanos. Nadie imagina un cuartel de bomberos con el jefe a 656 kilómetros y con los bomberos repartidos en sus casas. Así no se combaten ni el fuego ni el granizo.
Fuente: www.mendozapost.com/