Huella de CO2 de los aviones: ¿quién miente al medirla?

Muchas aerolíneas están intentando paliar el problema de imagen de volar (desde el punto de vista de la ecología) con compensadores de la huella de carbono. Se trata de acciones que permiten recuperar el daño causado por el vuelo (Nace una aerolínea que se compromete a ser ecológica).

Sin embargo, hay un problema previo. ¿Qué contamina volar? Hay al menos cinco sistemas para valorar la huella de carbono de los vuelos. Pero el problema está en que los resultados son muy diferentes entre ellas. L’Echo Touristique, una publicación del sector, ha hecho un estudio comparativo para definitivamente perder todo referente.

La Agencia de la Transición Ecológica francesa tiene una calculadora que, por ejemplo, para un vuelo de Europa a Bangkok, calcula una huella de 1.465 kilogramos de CO2. En cambio, la Dirección General de Aviación Civil de Francia considera que ese mismo vuelo deja una huella de carbono de 837 kilos equivalentes. La mitad.

¿Cómo se explica esta diferencia? La publicación turística dice que la primera considera también lo que se llaman efectos secundarios. Las estelas de los aviones tienen efecto sobre el clima porque ellas, las estelas, interrumpen el ciclo de otros gases de efecto invernadero, indirectamente, lo cual no es considerado en la segunda valoración de la huella y sí en la primera.

Air France tiene otra calculadora, que para ese viaje da una huella de 703 kilos, pero es que Air France no toma en consideración ni la contaminación de la producción ni de la distribución del combustible del avión, que antes de ser quemado ha contaminado en su producción y también en su distribución hasta el mismo avión.

Ya ven, pues, que un vuelo puede dar resultados diferentes, cuando el impacto en el planeta sólo puede ser uno.