A cuatro años de la tragedia en el Delta: el misterio sin resolver del cuarto pasajero y el radar que no se pudo identificar

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24/07/2021 Clarin.com – Nota

Accidente aéreo
Mariano Gavira

La causa se mantiene abierta y si bien la Junta de Investigación culpó al piloto por una mala maniobra, la familia todavía sostiene que pasó otra cosa.
Pía Ronzano pide un tiempo para atender el teléfono. Después de media hora llega un mensaje: “Llamame”, dice y explica que el momento para hablar es ahora porque su hijo no está con ella y puede charlar tranquila. “Estas fechas son siempre difíciles, te ponés mal en cualquier momento. Recordás una imagen, un momento y ya te angustia”.

Un día como hoy pero hace 4 años el avión Mitsubishi MU-2 matrícula LV-MCV desapareció a seis minutos de haber despegado desde el aeropuerto de San Fernando. Adentro viajaban Matías Ronzano, piloto (31), Emanuel Vega, copiloto (25) y el único pasajero Matías Aristi, de 37 años, hijo del dueño de la aeronave. El avión, que pertenecía a la empresa agropecuaria Aibal S.A., radicada en la localidad de Bragado, era el transporte que trasladaba a los empresarios hacia los campos que tenían por el país. Ronzano era una especie de “chofer” de la empresa mientras que a su lado, Vega hacía sus primeras horas en el aire. Ese viaje inconcluso tenía como destino la localidad de Las Lomitas, Formosa. Abre el sol y ahí estás tú. En cada amanecer miro al cielo imaginando que te volveré a ver.

Matías Ronzano junto a su hija Margarita.
El operativo para su búsqueda duró 26 largos días y fue gigantesco. Participaron 24 lanchas y barcos, 12 aeronaves y 9 drones, con miembros de la ANAC, la Fuerza Aérea, la Armada, Prefectura Naval, Gendarmería, Policía Federal, Policía Bonaerense, Fuerza Aérea de Uruguay y aeronaves civiles, pilotos amigos de los desaparecidos que realizaron una búsqueda paralela. Casi un mes más tarde de aquel 24 de julio del 2017 los restos del avión fueron encontrados en una zona casi impenetrable, en el kilómetro 141,5 del río Paraná Guazú en el Delta. Un terreno de pantano, rodeado de agua, fango e islotes. A cuatro años de aquella tragedia, la investigación continúa abierta. Si bien la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (Jiaac) determinó que se trató de un error humano que mencionó como «pérdida de control en vuelo», todavía la causa no está cerrada y para los familiares del piloto existen elementos que levantan sospechas.
La zona del Delta donde cayó el avión Mitsubishi.

Pía es la hermana del piloto. Trabajadora social en una escuela de Lincoln, provincia de Buenos Aires, de donde es toda la familia. “Yo sostengo que no fue un accidente, que algo más pasó, que hay algo detrás. Quisiera saberlo, ojalá me alcance la vida para saberlo”. Dentro de mi corazón sigue intacto este amor, porque has marcado fuerte tus palabras, tu valor. Dentro de la causa hay situaciones que todavía son una incógnita. Una de ellas es la enigmática cuarta persona que aparece captada por las cámaras de seguridad del aeropuerto mientras merodea el avión minutos antes del despegue -en una zona que está restringida para todos – y que aún hoy no se pudo identificar.

Matias Ronzano y Emanuel Vega. Piloto y copiloto del avión que tenía como destino Las Lomitas, Formosa.
Otra es por qué el radar del aeropuerto no podía identificar a la aeronave (eso surge de la última comunicación entre los pilotos y la torre de control en la que los controladores le piden que vuelva), pero sí un avión que volaba por la zona y también el Centro de Vigilancia y Control Aeroespacial de Merlo. Horas después del accidente los celulares de las tres personas sonaban con total normalidad. También se investiga qué pasó después. O si lo que los funcionarios hicieron después fue lo que debieron haber hecho. Las autoridades sostienen que siguieron el protocolo: empezar la búsqueda una vez que el avión consuma todo el combustible. Dicen que es común que los pilotos no sigan las indicaciones de los controladores. El punto es que se perdió contacto a las 14.40 y la búsqueda recién comenzó la mañana del día siguiente.
Matías Aristi, hijo del dueño de la compañía agropecuaria Aibal S.A y pasajero del avión.

Y es que no, no voy a olvidar esa sonrisa en el cielo, esa mirada de mar. Es que no quiero olvidar esos ojos de pestañas negras, esos dientes blancos de sal. “Me mata literalmente la cabeza no saber qué pasó. Es una marca que me va a quedar por siempre. Le doy vueltas, pienso, analizo, hago cálculos, pero nada me permite encontrar una respuesta”, dice Pía. El avión era un Mitsubishi MU-2. Un turbohélice que no se fabrica desde hace años y que voló en la guerra por Malvinas. Dicen: un gran avión pero un avión difícil de pilotar. Y un avión también poco confiable: tiene la tasa más alta de accidentes en su categoría. Durante los 26 días de búsqueda -y también algún tiempo después- se habló de narcotráfico, de lavado de dinero, de secuestro, de un escape del país, de deudas. “La realidad es que todo quedó descartado”, suma Mariano Lizardo, abogado de la familia Ronzano. “Ahora lo que falta saber es si hubo responsabilidad de ANAC al momento de autorizar el vuelo y si hubo responsabilidad en la revisión de la aeronave antes de que despegara”, explica Lizardo, quien también es abogado de Fabiola Yáñez y Estanislao, esposa e hijo del presidente Alberto Fernández. Cada dia que paso aquí caminando miro al cielo, y en las nubes puedo ver tus palabras de aliento. Como cualquiera que intenta crecer en la aeronáutica, Ronzano sabía bien que los cursos de entrenamiento para recibir la habilitación como piloto no eran baratos. Y para eso, decidió aceptar cualquier tipo de trabajo con tal de poder recibir las clases de instrucción: cortó el pasto del aeroclub de la ciudad y dio apoyo logístico desde tierra a aviones de fumigación. Sus primeras horas de vuelo las hizo para el Circo Rodas, donde por altoparlantes emitía la publicidad del espectáculo y convocaba a los vecinos desde el aire. Estaba casado con Ángela Barbero y tenían una hija, Margarita, que cumple 5 años en septiembre y que, como su papá, mira con obsesión al cielo cada vez que ve pasar un avión.

Margarita, hija de Matías, también fanática de las aviones.
“Mi hermano era un apasionado por lo que hacía. Amaba volar, era muy cuidadoso, obsesivo. Cómo puede ser que de estar planeando lo más bien, cayó de punta”, se pregunta Pía. Parte de los restos del avión quedaron enterrados a cinco metros de profundidad en un cráter de aproximadamente 80 m2, cubierto de agua, y con una dispersión de restos que abarcaba una circunferencia de 50 metros de radio. Objetos como el transponder y los sistemas de navegación de la aeronave nunca fueron hallados. Sé que me vas a guiar aunque no te tenga enfrente. Yo te siento muy adentro porque sos mi referente. En medio del desastre, entre las chapas y los motores destrozados sobrevivió intacta una foto que Ronzano llevaba entre las hojas de su plan de vuelo. Una imagen de él junto a su sobrino Romeo, el hijo de su hermana.

Pía se refugió en la música. Dice que es un bálsamo que le da energía para seguir adelante. Un día de invierno, sentada en la mesa del comedor sintió una fuerza especial que la obligó a buscar un lápiz y papel para volcar lo que le pasaba. Escribió su primera canción, Cielo, dedicada a su hermano. De repente entendió que el arte era el camino. “Matías me enseñó que hay que hacer lo que a uno le gusta. El murió mientras volaba, se fue en su ley y yo no estaba contenta con mi vida”.

Y es que no, no voy a olvidar esa sonrisa en el cielo, esa mirada de mar. Es que no quiero olvidar esos ojos de pestañas negras, esos dientes blancos de sal. Escribió once temas más y en septiembre va a publicar su primer disco. En el medio espera el resultado de otra lucha legal, un juicio civil contra la empresa agropecuaria dueña del avión (Aibal S.A) y también la aseguradora Sancor, quienes todavía no hicieron propuestas por la reparación patrimonial. “MI hijo Romeo ahora busca tutoriales en Youtube y arma aviones de papel. Margarita, la hija de Mati, los domingos va al aeroclub y pasa la tarde entre aterrizajes y despegues. Ese es el legado que nos dejó, hacer lo que a uno más le gusta”. Aprendí a encontrarte en tantos bellos recuerdos, son los rulos de tu amor, que acarician este invierno.

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