El espejismo de un viaje en avión barato: Una trampa contada en primera persona

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La ilusión de volar barato es solo una fachada que esconde un cúmulo de complicaciones, costos ocultos y servicios deficientes. La historia de *Un Topo por el Mundo* desvela la realidad detrás de las aerolíneas low cost y refuerza la necesidad de mantener en pie a Aerolíneas Argentinas como un bastión de calidad y soberanía en tiempos de incertidumbre económica y decisiones gubernamentales que priorizan la privatización y el ajuste.

El concepto de “low cost” en la industria aeronáutica lleva años seduciendo a millones de viajeros en todo el mundo. La promesa de volar a precios irrisorios suena demasiado buena para ser verdad. Y como bien lo denuncia *Un Topo por el Mundo* en su reciente video, esa ilusión barata puede terminar costando mucho más caro, tanto en términos económicos como en la calidad de la experiencia.

El caso de Ryanair, protagonista en esta experiencia, revela lo que ya muchos argentinos y europeos saben: las aerolíneas de bajo costo, como tantas otras promesas del mercado, no son más que una fachada para el caos logístico y la desprotección del usuario. *Un Topo* lo deja claro: vuelos cancelados sin previo aviso, compensaciones miserables y gastos adicionales imprevistos transforman lo que debería ser un viaje placentero en una pesadilla logística.

El streamer describe una odisea que empezó con su madre varada en Viena, tras la cancelación de su vuelo con Ryanair. No solo perdieron el vuelo, sino también reservas en hoteles que no pudieron usar y gastos extras en alimentos durante la espera. Cuando se prometió una compensación de 250 euros por pasajero, el consuelo de al menos recuperar una parte parecía factible. Sin embargo, la realidad fue otra: el sitio web de la aerolínea ofreció apenas 124,62 euros en total, apenas cubriendo el costo del vuelo y dejando de lado todos los demás gastos generados por la cancelación. “Lo barato sale caro”, reflexiona *Un Topo*, con una frase que resume la experiencia de miles de viajeros.

Pero esta crítica no se limita a Ryanair. En Argentina, aerolíneas como Flybondi se presentan como la versión local de este fenómeno de bajo costo, con promesas de vuelos accesibles que terminan replicando la experiencia europea. Los mismos patrones de cancelaciones intempestivas, falta de responsabilidad por parte de la empresa y escasas o nulas compensaciones se repiten, afectando a los pasajeros que confiaron en la promesa de un viaje más económico. Para muchos, lo que inicia como un ahorro termina siendo un agujero en el bolsillo, con pérdidas que superan ampliamente los beneficios aparentes.

Este escenario se agrava en el contexto actual de Argentina, donde las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei priorizan la privatización y desmantelamiento de empresas públicas clave, entre ellas Aerolíneas Argentinas. Mientras el gobierno promueve un “achicamiento del Estado”, los defensores de la aerolínea de bandera nacional, como *Un Topo por el Mundo*, insisten en su rol fundamental no solo como un proveedor confiable de servicios, sino como un baluarte de soberanía en un momento crítico para el país. «¡Aguante Aerolíneas Argentinas!», clama el streamer, contrastando su experiencia impecable con la aerolínea nacional con el desastroso manejo de las low cost.

La defensa de Aerolíneas Argentinas va más allá de la nostalgia o el nacionalismo. En un país donde las privatizaciones del pasado, como en los 90, resultaron en desmantelamiento y precarización de sectores clave, ceder el control de la línea aérea nacional sería un golpe a la infraestructura y al control soberano del transporte. Si bien Aerolíneas Argentinas ha sido blanco de críticas por su déficit y su impacto en el presupuesto público, no puede obviarse su rol estratégico. En momentos de emergencia, como la pandemia, la aerolínea fue vital para la repatriación de miles de argentinos y el traslado de insumos médicos.

Mientras tanto, la política de ajuste de Javier Milei y su propuesta de reducción del Estado se traducen en ataques directos a este tipo de empresas públicas. El argumento del presidente es claro: privatizar para “reducir costos” y “liberar recursos”. Pero la experiencia de las low cost, que parecen ser el modelo que Milei ansía imponer en el transporte aéreo argentino, demuestra que la reducción de costos para el Estado no se traduce en beneficios para los ciudadanos. Al contrario, las aerolíneas de bajo costo operan con márgenes tan ajustados que sacrifican la calidad y la seguridad en pos de la ganancia.

En un mercado desregulado, el consumidor es el que termina pagando las consecuencias: retrasos, cancelaciones, compensaciones que nunca llegan y gastos que se acumulan sin fin. *Un Topo por el Mundo* refleja esta frustración al comentar que, tras semanas de espera y la promesa de una compensación a través de un tercero (Refundmore), aún no hay una solución clara. La lucha por recuperar lo perdido sigue su curso, pero las expectativas son bajas. No se trata solo de un vuelo cancelado, sino de un sistema que pone al pasajero en el último lugar de su lista de prioridades.

En un país sumido en una crisis económica y social, donde el poder adquisitivo de la población se erosiona día tras día, las promesas de vuelos baratos son solo un espejismo más en el desierto de soluciones reales. El gobierno de Javier Milei, lejos de garantizar una mejora en la calidad de vida de los argentinos, insiste en medidas que solo favorecen a los grandes capitales privados, dejando al ciudadano común en la intemperie. Las aerolíneas low cost son un ejemplo claro de cómo las promesas de eficiencia y ahorro pueden convertirse en trampas que perjudican a los más vulnerables.

La solución, como bien subraya *Un Topo por el Mundo*, pasa por defender lo nuestro. En momentos de crisis, Aerolíneas Argentinas se erige como un bastión de confianza y eficiencia en comparación con las experiencias desastrosas que ofrecen las low cost. En vez de destruir lo poco que queda de soberanía en el país, es momento de apostar por la recuperación y el fortalecimiento de las empresas públicas. El costo de privatizar y desregular, como lo demuestra la experiencia de Europa, es mucho más alto de lo que se promete.

Aerolíneas Argentinas no es solo una compañía aérea: es un símbolo de la lucha por mantener el control de nuestro destino en un mundo donde los grandes capitales pretenden hacernos creer que lo barato no tiene consecuencias. Como lo muestra *Un Topo*, esa creencia es una trampa. Lo que está en juego es mucho más que el costo de un boleto.

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