El presidente Javier Milei y el pactito feo

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Sin ley ómnibus, el Pacto de Mayo se quedó sin fecha ni sede, pero el Presidente no se rinde. La épica para esconder una derrota y ultraderecha para niños.

Había una vez un presidente argentino de ultraderecha. No era como los anteriores que habían gobernado el país. Era el primero que había llegado a la Casa Rosada después de ser el candidato más votado en las urnas. Se llamaba Javier Milei.

Si el Senado no aprueba la ley ómnibus, Milei hará un Cabildo en Córdoba, pero sin los gobernadores

Por Pablo Lapuente

Milei había ganado las elecciones con una motosierra en la mano y la promesa de serruchar los privilegios de la dirigencia política, a la que llamó la casta, fuente de toda maldad e injusticia.

La primera vez que tuvo que hablar como presidente, Milei decidió dar su discurso en la calle, de espaldas al Congreso, porque dijo que el edificio donde trabajan quienes representan al pueblo era un nido de ratas. Habló mirando a su hinchada, que se había congregado para celebrarlo. Estaba contento.

Javier Milei en su discurso de asunción (Foto: Télam)

Un día Milei envió al nido de ratas un libro gordo con todos los cambios que quería hacer en el país. Eran cientos de páginas. Milei tenía pocas ratas amigas en el Congreso y, aunque había una gran cantidad de roedores que lo querían ayudar, después de discutir durante más de un mes el libro gordo fue rechazado.

Milei se enojó mucho.

El Pacto de Mayo

Unas semanas después, el 1° de marzo, Milei tuvo que hablar otra vez en el nido de ratas. Esta vez lo hizo adentro, en un atril. Esa noche les propuso a los gobernadores firmar el Pacto de Mayo, un gran acuerdo nacional de diez puntos escritos de su puño y letra para refundar el país. Los convocó en Córdoba el 25 de mayo. Eso sí, les puso como condición que su libro gordo fuera aprobado en el Congreso.

«Cómo los embromó a todos», dijeron algunas mentes brillantes. «Si no firman, quedan mal con el presidente que votó la gente», analizaron. Ahora sí el libro gordo de Milei tenía que ser aprobado en el nido de ratas sin demasiados problemas. La casta tenía que cumplir con el plazo impuesto para no perderse la firma con foto y todo.

Para asegurarse de que la fiesta del 25 de mayo fuera completa, Milei dejó de lado muchas de sus ideas y mandó al nido de ratas un librito mucho más flaco: les quitó todas las páginas que no habían gustado nada nada en el verano. Su intención era que no hubiera tantos problemas y el Congreso le aprobara los cambios que él quería hacerle a la Argentina. Sin embargo, las semanas fueron pasando y aunque las ratas discutían todo el día no se ponían de acuerdo.

Milei se puso bastante nervioso.

Entonces empezó a decir que el Pacto de Mayo se iba a firmar igual y que no le importaba si algunos gobernadores no pensaban asistir el 25 de mayo. Incluso prometió medallas para los gobernadores que viajaran a celebrar el acuerdo. Mientras, sus colaboradores seguían borroneando el librito para conseguir el apoyo del nido de ratas, pero no había caso. No alcanzaba el tiempo para tenerlo aprobado antes del 25 de mayo, por más que cada vez sufría más y más modificaciones.

Diez días antes del 25 de mayo, el Presidente supo que su libro gordo de reformas, aun lleno de tachaduras y borrones, no se iba a convertir en ley antes de la fecha fijada. Ahí comenzó una danza de fiestas patrias: se puede firmar en Rosario el 20 de junio, tal vez el 9 de julio en Tucumán… y así.

Lo concreto es que, sin noticias ciertas sobre dónde y cuándo sucederá el Pacto de Mayo, el gobierno de Milei cambió de planes y decidió celebrar un cabildo abierto en Córdoba el 25 de mayo, con la idea de firmar «una suerte de nuevo pacto del Presidente con la gente». Sin gobernadores. Sin el libro gordo aprobado. Sin medallas. Sin gran acuerdo. Un pactito.

Pese a no haber logrado el objetivo anunciado en cadena nacional el 1° de marzo, pese al fracaso de las negociaciones en el nido de ratas, de donde no consiguió una sola ley en más de cinco meses, las mentes brillantes aseguran que Milei cada día es más querido en la calle y, por eso, si la casta no quiso cumplir las condiciones del presidente, sufrirá las consecuencias. Una épica de la derrota que se basa en las encuestas que maneja la Casa Rosada y que apuesta a que el pactito feo se puede transformar, a pesar de todo, en un cisne apuesto. Como en un cuento infantil.

Fuente: letrap.com.ar/

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