LA ASOCIACIÓN DEL PERSONAL TÉCNICO AERONÁUTICO, CELEBRA EL BICENTENARIO DE LA DECLARACIÓN DE NUESTRA INDEPENDENCIA NACIONAL.

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“…investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. Y de toda otra dominación extranjera” Acta de Independencia, declarada por el Congreso de las Provincias-Unidas en Sud-América. S.M. de Tucumán, 9 de julio de 1816.

 

1816 fue el peor momento para nuestras revoluciones independentistas Fernando VII había sido restituido al trono español y preparaba un gran ejército para invadir el Río de la Plata; la Santa Alianza creada en Europa fortalecía las monarquías y combatía el republicanismo; las Provincias Unidas era el único territorio hispanoamericano sublevado, donde no se había restablecido la monarquía; había además conflictos de intereses e ideas que generaban divisiones entre los caudillos nacionales.

Dado esa situación, el Gral. San Martín que estaba alistando en Mendoza el Ejército de los Andes para liberar a Chile y Perú, urge a que se declare la Independencia para constituir nuestra Nación y legitimar su ofensiva contra los españoles. Así lo expresó en sus cartas a Godoy Cruz, diputado por Mendoza al Congreso:

«¡Cuándo empiezan ustedes a reunirse!” “Seis años contamos de Revolución y los enemigos victoriosos por todas partes, nos oprimen”

“Sin el fermento horrendo de pasiones existentes, choques de partidos indestructibles y mezquinas rivalidades, no solamente provinciales, sino de pueblo a pueblo, ¿Podemos constituirnos como Nación?

«¿Hasta cuándo esperamos para declarar la Independencia? “¡Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas!”

En la sesión del 9 de julio de 1816, los 29 congresales presentes votaron por unanimidad nuestra independencia. Se imprimieron 1500 ejemplares del Acta en español y 1500 en quechua y aymara.

En esos turbulentos días, patriotas auténticos como San Martín, Belgrano y Güemes, junto con otros poco conocidos o anónimos (a diferencia de algunos conocidos que no lo fueron, a pesar de la historiografía oficial), pretendían un Estado soberano e independiente que instrumentara la organización y la unidad nacional, con el fin de lograr la prosperidad de nuestros pueblos, tanto del criollo como del autóctono. Impulsaban un proyecto esencialmente americanista y popular.

Examinando lo sucedido desde 1816, es doloroso ver que los avances y retrocesos (aún mayores), han sido constantes y frustrantes. Verificado, incluso, en todo lo que hace a nuestra industria aerocomercial y aeronáutica. Con fecunda autocrítica debemos reconocer, que han prevalecido las sombras sobre las luces. Quedamos lejos de nuestro destino promisorio.

La causa reside en que el ideario y los objetivos de aquellos verdaderos patriotas jamás se concretaron. La Declaración de la Independencia era solo el punto de partida. Los pesares de la Argentina son consecuencia de una independencia y soberanía que aún no han podido ser. Ni en lo económico ni en lo político. Como de nuestras crónicas falencias democráticas y republicanas. Por eso, la justicia social y la grandeza de nuestra nación aún siguen siendo una ilusión.

Utilicemos la experiencia de estos doscientos años para revalidar nuestros aciertos y corregir nuestros desaciertos. Para que en los próximos cien, nosotros y quienes nos sucedan, podamos convertir en realidad los ideales de quienes defendían los intereses nacionales y populares, aquel 9 de julio de 1816 en el Congreso de Tucumán.

FELIZ BICENTENARIO DE LA DECLARACIÓN DE NUESTRA INDEPENDENCIA. Y, MUCHO MÁS FELIZ, INICIO DE NUESTRO TRICENTENARIO.

“¡Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas!”

 

Buenos Aires, julio 09 de 2016

Ricardo CIRIELLI

Secretario General

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