La doble moral de Bruselas que puede liquidar a Air Europa
ANÁLISIS PREFERENTE
La Comisión Europea solo se muestra muy exigente con la competencia en el ‘hub’ de Madrid
Hasta ahora ninguna aerolínea ha dejado de operar vuelo alguno intercontinental desde Barajas por falta de slots.
La Comisión Europea está contribuyendo a oscurecer el futuro de Air Europa con una doble moral según quienes sean los afectados. Bruselas se muestra muy exigente con que se salvaguarde la competencia en el ‘hub’ de Madrid, en contraste con la laxitud que exhibe para los demás grandes aeropuertos europeos.
Los ‘hubs’ de Charles de Gaulle de París, Fráncfort y Ámsterdam acogen una cuota de la mitad de vuelos de respectivamente Air France-KLM y Lufthansa. Ambas están participadas por los estados francés y alemán, que son a su vez los más influyentes en la Comisión Europea, lo cual abona las sospechas de subjetividad y de conflicto de intereses, al ser jueces y parte.
Bruselas está poniendo trabas a Iberia para que absorba a Air Europa y evite así su quiebra, justificando una supuesta dificultad para conseguir slots. Esta eventualidad parece improbable ya que hasta ahora ninguna aerolínea ha dejado de operar vuelo alguno intercontinental desde Barajas por falta de disponibilidad en una franja horaria, ni siquiera en 2019 ni tampoco antes.
La Comisión Europea insiste en remarcar su ambición de crear un mercado comunitario, pero se contradice cuando en casos como el de Iberia y Air Europa ciñe la competencia a un contexto nacional, sobre todo para un negocio que se basa en los vuelos en red entre todo el mundo, como demuestran precisamente Lufthansa y Air France-KLM.
Una posible quiebra de Air Europa tendría otros responsables seguramente con mayor carga, en especial después de que una empresa sentenciada por uno de los mayores fraudes al Estado de la historia por el descuento de residentes haya percibido el mayor rescate público de la historia, aún cuando sus dueños –Globalia– exhiben un enorme patrimonio hotelero por las mejores playas.
No obstante, el proyecto europeo cuya defensa encarna Bruselas puede perder credibilidad con casos como estos donde existan evidentes conflictos de intereses y donde una moral sea la opuesta según quien sea el beneficiario. La Comisión Europea se ha demostrado especialmente estos últimos tiempos como el dique contra el cortoplacismo electoralista del populismo, así como una referencia ética cuyo prestigio convendría que siguiera inmaculado.