La seguridad de la aviación comercial ha pasado a ser un tema de defensa nacional desde el 11-S

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Desde el 11 de septiembre de 2001, la seguridad de la aviación comercial se ha convertido, de un tema relativamente privado, dejado a la responsabilidad de los operadores, en un tema de defensa nacional, con su parte de medidas excepcionales, que no han hecho más que aumentar desde entonces, cambiando el transporte aéreo, que, a pesar de ello, no ha dejado de crecer.

El transporte aéreo no descubrió el terrorismo el 11 de septiembre de 2001, ya que muchos años antes, en 1933, un Boeing 247 de United Airlines en ruta a Chicago fue víctima del primer atentado aéreo de la historia. Pero los ataques terroristas del 11-S con el secuestro de cuatro aviones de pasajeros convertidos en bombas humanas marcaron claramente un cambio de escala en las medidas de seguridad impuestas a las aerolíneas y una modificación del transporte aéreo.

El 11-S cambió la vida del mundo; aquel día, 19 secuestradores se hicieron con cuatro aviones con la intención de lanzarlos contra algunos de los edificios más importantes de EEUU. Los ataques, en los que murieron 2.996 personas, supusieron un antes y un después en la historia moderna de EEUU y del resto del mundo. No solo pusieron de relieve la fragilidad de la aviación comercial, el modo de transporte que conecta con mayor rapidez a todo el orbe, sino que también destaparon la vulnerabilidad del país más poderoso de la tierra.

Con la adopción de “La Aviación y la Ley de Seguridad del Transporte”, EEUU creó un cuerpo de agentes cuya misión es la vigilancia de los aeropuertos, hasta entonces encomendada a empresas privadas, pero sobre todo impuesta a las empresas que prestaban servicios al país, para comunicar directa o indirectamente a las autoridades toda la información personal relativa a cada uno de sus pasajeros y tripulantes.

Esta legislación se ha extendido gradualmente a todos los países del planeta que desean mantener conexiones aéreas con EEUU.  Además, se han reforzado la lista de artículos prohibidos en cabina y los controles personales antes del embarque.

En Francia, según el periódico Les Echos, se estima que el coste de estos controles, financiados con un impuesto al pasajero, casi se ha multiplicado por 10 en una década, pasando de 110 millones de euros en el año 2000 a casi 1.000 millones en 2020.

Sin embargo, estos controles no han frenado el crecimiento del transporte aéreo. Desde 2001, el tráfico mundial ha crecido de 1.600 millones de pasajeros a más de 4.500 millones en 2019.

Fuente: actualidadaeroespacial.com
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