Quién fue La Paloma Gaucha, leyenda de la aviación civil argentina
Haciendo historia.
En los años 30 del siglo pasado, Carola Lorenzini cruzó el Río de la Plata en un vuelo en soledad. Su trágica historia.
Entró en el camino por el que se ingresaba al aeródromo de Morón creyendo que ese día de 1933 sería uno como cualquier otro. Debajo del gorro y detrás de las antiparras, en su ánimo había cierta frustración porque esa mañana tampoco volaría en soledad.
Había pasado un tiempo considerable desde que, en 1930, Carolina Elena Lorenzini sintió por primera vez la emoción de volar en el avión de Víctor Pauna, un piloto conocido de una amiga. En aquella ocasión experimentó todas las sensaciones, menos el miedo.
Entonces vinieron los días de ahorrar centavo tras centavo, de vender su bicicleta y una gran enciclopedia de su casa y de hacer todos los sacrificios que le permitieron juntar los 600 pesos que costaba asociarse al Aeroclub e inscribirse al curso de aviación.
Las clases con su instructor, Ignacio Cigorraga, primero le resultaron desafiantes y luego, rutinarias. Comenzó como acompañante hasta que pudo conducir, siempre con su maestro a bordo.
Fueron días y días de enfilar hacia la aeronave con la misma ilusión que se rompía cada vez que las prácticas terminaban sin que Cigorraga bajase de la nave.
Tal vez por eso, aquella mañana, cuando el instructor le dio la orden de arrancar, parado al lado de la máquina, se quedó dura.
Había llegado el momento de enfrentar el cielo en soledad. Tomó la palanca con firmeza, contuvo la respiración, e hizo que el avión comenzara a carretear. Despegó. Dio una vuelta al aeródromo y aterrizó enseguida, en una práctica más corta que las que habitualmente tenía con Cigorraga.
El 23 de noviembre de 1941, la primera aviadora civil argentina moriría en un accidente mientras realizaba su famoso looping invertido en una demostración en Morón.
Felipe Pigna, historiador
Una pionera
En ese vuelo corto, Carolina Elena Lorenzini, una joven atleta de San Vicente, la chica que corría pero soñaba con volar, finalmente había piloteado sola y, aunque entonces no lo sabía, estaba naciendo la leyenda de La Paloma Gaucha, la primera mujer en obtener su carnet de aviadora civil argentina y primera instructora de vuelo en América del Sur.
Como mujer y como pionera, las cosas no le resultaron fáciles a Carola, pero tenía un talento descomunal.
Pese a que tuvo que combinar la aviación con su trabajo de oficina, alcanzó el récord femenino sudamericano de 5.381 metros de altura, fue la primera mujer en cruzar el Río de la Plata en un vuelo en soledad y generó una gran admiración del público con una maniobra acrobática que solo dominaban ella y Santiago Germanó, que también fue su instructor: el looping invertido, un vuelo rasante en que el piloto quedaba cabeza abajo.
“No vuelo por ostentación, sino porque dentro mío hay algo que me impulsa”, declaraba Lorenzini en 1938 a la revista El Gráfico, que dedicó una portada a esa entrevista.
Dos años después, en 1940, unió todas las provincias y gobernaciones del territorio nacional a bordo de un Focke-Wulf Fw44, un avión de la Fuerza Aérea Argentina de tecnología alemana, fabricado en la provincia de Córdoba. Esa nave fue un antecedente directo del proyecto del Pulqui II, el avión que se desarrolló en esa misma fábrica en los años 50.
Al momento de iniciar su travesía, Lorenzini trabajaba en la Unión Telefónica y tuvo que tomar una decisión: su jefe la conminó a elegir entre el trabajo y los aviones.
“Las dos cosas me son igualmente necesarias. Una, para comer; la otra, para vivir”, respondió. Entonces perdió el empleo, pero pudo concretar su proyecto.
Meses más tarde, el 23 de noviembre de 1941, la primera aviadora civil argentina moriría en un accidente mientras realizaba su famoso looping invertido en una demostración en Morón.
Una callecita de Puerto Madero la recuerda.
E.M.