El histórico primer vuelo, contado por la única mujer de la tripulación

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Analía Fronti, despachante de aeronaves, relató a Télam los detalles del inédito viaje de Aerolíneas Argentinas a Shanghai.

Por Silvina Molina

La despachante de aeronaves Analía Fronti, única mujer de la tripulación que realizó el primer viaje de Aerolíneas Argentinas a China trayendo insumos para atender la pandemia de coronavirus, contó cómo se hizo el trabajo en 62 horas de vuelo y 5 de carga para que las 13 toneladas llegaran el sábado al país, una tarea que está dispuesta a volver a realizar «sin dudarlo» y para la cual ya volvió a ofrecerse.

Fronti, de 42 años, hace 13 que trabaja en el aeropuerto internacional de Ezeiza y «automáticamente» se ofreció a realizar el vuelo «en cuanto recibimos el mensaje de mi jefe proponiendo el viaje, que por supuesto, no era obligatorio», relató en diálogo con Télam.

El primero de los ocho vuelos previstos por la aerolíneas de bandera a Shanghái partió el último miércoles y regresó el sábado, y esta primera experiencia inédita en la historia de la compañía requirió de una preparación especial para lograr traer el cargamento.

Para entender la dimensión de la tarea, Fronti explicó el rol de una despachante de aeronaves: «Hacemos dos trabajos en paralelo que se juntan en un punto».
«Por un lado, calcular el plan de vuelo en función de un montón de variables (meteorología, la ruta, el combustible, la mejor opción, la capacidad del avión), datos que se cargan en un sistema que nos propone un montón de rutas para ir de A a B. Elegimos la más conveniente según nuestro criterio. porque es muy dinámico. No es igual todos los días».

Esas variables «las estudiamos y y establecemos la ruta y alternativas. Eso arroja un combustible que se pauta. Este plan lo charlamos con el comandante y entre los dos elegimos un resultado final óptimo para ir de A a B».

Paralelamente «se trabaja con lo que es carga, para ver la distribución de cómo queremos que el personal de rampa trabaje en función de un centro de gravedad, que el avión esté centrado según los límites que propone la fábrica del avión y la empresa. Se decide dónde va lo más pesado, por ejemplo o filas que no se usan, para que el centro de gravedad esté para un lado o para el otro, siempre según límites operacionales del avión».

Esto fue esencial para este vuelo de Aerolíneas, por lo que Fronti destacó «el apoyo que nos dieron desde Aeroparque (Jorge Newbery) que nos sostuvo con el plan de vuelo que es lo que se necesita para que las autoridades autoricen a despegar, y me pude centrar en la parte paralela, y se fueron descomprimiendo tareas porque tuve que hacer un trabajo ‘artesanal'».

Fue así porque, al no tener internet durante el vuelo y al aterrizar en China hizo «manualmente en planillas los cálculos de carga, que era muy voluminosa en cuanto a dimensiones de caja. La bodega de abajo estaba completa. Y lo que se hizo fue usar las cabinas de pasajeros y los asientos para traer la carga que no entraba abajo. Ya sabíamos cuánto iba a ser, la cantidad, dimensiones de las cajas porque teníamos esos datos previos», detalló Fronti.

Días antes al despegue «ya hicimos un plan de trabajo muy bueno» pero que, señaló, tuvo que ir adaptando «porque tardamos dos días en llegar a Shanghái y hubo algunas modificaciones de kilaje, por ejemplo».

También ensayaron cómo transportar las cajas en los asientos del avión porque «nunca se había hecho, entonces había que considerar la seguridad, el peso. Pusimos redes con lingas ignífugas, con seguro, para sostener y no romper las cajas. Hay protocolos del fabricante del avión y de la empresa aérea que debemos cumplir y los adecuamos», relató.

Cuando llegaron a China «el personal que nos esperaba buscaba a un hombre para coordinar, les sorprendió mi presencia y lo entendí completamente. No juzgo. Es cultural», aseguró la profesional.

Y valoró el trabajo en equipo que hicieron con sus otros 17 compañeros de tripulación: «Fue una excelente convivencia del equipo a nivel profesional, humano, emocional, de respeto por los tiempos de cada uno. No hice ni un café», compartió sonriente.

Reconoció tres momentos muy emotivos de la experiencia: «Cuando salimos de Ezeiza y tomamos conciencia de lo que estábamos haciendo -y se me pone la piel de gallina cuanto lo cuento-, no hablamos hasta que pasamos Chile. Después cuando llegamos a Shanghái que aplaudimos y queríamos eyectarnos y ponernos a trabajar, y cuando aterrizamos en Ezeiza, ya con la carga, fueron todo gritos y aplausos».

Para este trabajo especial el equipo usó mamelucos con capucha y cubre zapatos, guantes, barbijo y antiparras.

Ahora «estamos todos en cuarentena por 15 días, adecuando el cuerpo, el sueño, se nos secó la piel por la falta de oxígeno natural, muchos con labios partidos, mareos», pero a pesar de esto, Fronti dijo con firmeza: «Lo volvería a hacer sin dudarlo, es más, ya le dije a mi jefe que cuente conmigo para un próximo viaje».

Ella hizo un informe sobre la experiencia «para ver lo que funcionó, lo que se modificó, porque abrimos un surco para futuros viajes». En Ezeiza quienes hacen despacho de aeronaves trabajan las 24 horas los 365 días del años.Son «25 personas en cinco turnos y por cada uno hay una mujer», compartió la profesional.

 Fuente: Telam
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