Durante más de 30 años, John Barnett fue el director de calidad en una de las plantas más importantes de Boeing, una de las empresas aeronáuticas más relevantes en todo el mundo.
Sin embargo, tras ver una serie de problemas en la planta de ensamblaje del famoso modelo 787 de la firma norteamericana, decidió divulgar las fallas de seguridad que podrían amenazar la vida de millones de personas.
En 2017, se acogió a un programa de informantes del gobierno estadounidense, en el que se protege la identidad de quienes reportan fallas que pueden poner en riesgo a los usuarios de aviones.
Por seis años, Barnett acudió ante medios de comunicación y autoridades para denunciar los problemas en la manufactura del Dreamliner 787, uno de los aviones comerciales más populares en todo el mundo. En 2024, falleció, aparentemente por suicidio.
Siete años de errores
Nacido en Louisiana, el experto pasó prácticamente toda su carrera en la planta de ensamblaje de Washington. Sin embargo, en 2010 le ofrecieron un puesto en la planta de Carolina del Sur donde se desarrollaba la nueva aeronave emblema de Boeing.
Barnett se jubiló en 2017, pero los accidentes protagonizados por aviones 787 durante ese año y el año siguiente, hicieron que recordara las constantes fallas que reportó ante sus superiores, quienes decidieron ignorarlo.
El director jubilado ya colaboraba con el gobierno estadounidense cuando comenzó a ventilar en medios como The New York Times las preocupaciones de seguridad que tenía con respecto a la fabricación del Dreamliner.
Un día antes de presentar su declaración en un juicio que pondría por primera vez al gigante aeronáutico en la mesa de los acusados, Barnett se disparó al interior de su vehículo en el estacionamiento del hotel en el que pernoctaba.
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