Reconfiguración de la Armada Argentina
El Atlántico Sur representa la vía natural del comercio exterior y un espacio geográfico de altísimo valor -económico y geopolítico- para la Argentina, ya que es la puerta de acceso a la Antártida, a los pasajes interoceánicos y a nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Por ello, resulta imperioso replantear el rol y despliegue de la Armada Argentina para proteger nuestros Intereses Vitales.
Breve introducción
La Armada de la República Argentina (ARA) viene atravesando en los últimos años la mayor crisis logística y operativa de su historia en casi dos siglos de existencia.
La falta de un adecuado presupuesto se ha exacerbado desde la Guerra de Malvinas hasta la actualidad, impidiendo mantener las capacidades militares de la Armada que, al carecer de recursos, no pudo concretar la incorporación de nuevos Sistemas de Armas (SdA), la recuperación y modernización de aquellos que aún cuentan con margen de vida útil, etc.
Después de décadas en que el Estado nacional mantuvo casi dos tercios de los magros haberes del personal castrense en negro, recién el año pasado se concretó el blanqueo de los salarios militares.
Sin embargo, la política salarial para las Fuerzas Armadas continúa siendo una tarea pendiente de los gobiernos democráticos desde 1983 al presente, ya que siguen vigentes cuestiones injustificables en cuanto a la desproporción entre los haberes que percibe el personal de las Fuerzas de Seguridad (FFSS) federales y sus jerarquías equivalentes de las FFAA, con distorsiones de hasta un 30% en detrimento del personal militar en actividad y retiro.
Las capacidades de la Armada hoy
La edad promedio de los buques de guerra que integran el Comando de la Flota de Mar (COFM), espina dorsal sobre la que se constituye el Poder Naval Integrado (PNI), supera los 35 años. Tanto las Corbetas -tres de la clase A-69 adquiridas a Francia a fines de la década de 1970 y seis clase MEKO-140 construidas en Argentina bajo licencia alemana- así como los cuatro Destructores MEKO-360 no recibieron la necesaria modernización de media vida de sus sensores (radares, sonares, etc.) y armamento (artillería, misiles, torpedos).
Un segundo componente del PNI es el Comando de la Fuerza de Submarinos (COFS), que actualmente no tiene ni una sola unidad operativa, contando en su austero inventario un ejemplar de la clase U-209 (el ARA “Salta”) y uno de la clase TR-1700 (el ARA “Santa Cruz”). Ambos submarinos están imposibilitados de operar en inmersión debido a su falta de mantenimiento y la necesaria modernización de media vida que debieron recibir décadas atrás.
En ese sentido, a la obsecuencia/pasividad de algunos altos mandos navales que sabían la necesidad de modernizar los medios o sustituirlos por otros de nueva generación, se sumó el desinterés y negligencia de los funcionarios políticos que ocuparon cargos en el Ministerio de Defensa (MINDEF) en las últimas dos décadas, dando como resultado el trágico naufragio del Submarino ARA “San Juan” en noviembre del 2017, en la que perecieron sus 44 tripulantes.
El tercer componente del PNI es el Comando de la Infantería de Marina (COIM), que con sus Batallones de Infantería de Marina (BIM), de Artillería Antiaérea, de Campaña, de Vehículos Anfibios, etc., tiene por misión la proyección estratégica de fuerzas para recuperar y/o conquistar objetivos en territorios insulares, fluviales y costeros mediante operaciones de desembarco y asalto anfibio.
Sin embargo, la realidad actual del COIM muestra un Cuerpo de Infantería de Marina escuálido, cuyos Batallones están -en promedio- al 60% de lo que prevén sus cuadros de organización, ya sea por falta de personal y/o de medios. Así, el COIM hoy sigue vivo gracias a la vocación de servicio y profesionalismo de sus integrantes, quienes hacen todo lo posible por mantener operativos sus escasos y vetustos vehículos de campaña, los sistemas de artillería, comunicaciones, etc.
Al igual que el COFS (que carece de, al menos, un submarino operativo), el COIM hace 25 años que no cuenta con el sistema de armas esencial para cumplir su misión primaria. Esto es así desde febrero de 1997, cuando el Poder Ejecutivo Nacional ordenó -por decreto- desafectar el Buque de Desembarco de Tanques (BDT) ARA “Cabo San Antonio” -construido en Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE)- sin prever su reemplazo con anterioridad ni hasta el presente.
Finalmente, pero no por ello menos importante, el cuarto componente del PNI es el Comando la Aviación Naval (COAN), cuya misión es ampliar el radio de acción de la Flota de Mar con operaciones de exploración aeronaval, cobertura aérea y apoyo en guerra antisuperficie y antisubmarina, así como también proveer sostén logístico aeromóvil, tareas de búsqueda y rescate en el mar, etc.
Al igual que los otros componentes del Poder Naval Integrado, el COAN ha ido perdiendo capacidades en forma parcial y/o total debido a la creciente obsolescencia y desprogramación de sus aviones y helicópteros.
A fin de ilustrar el estado de situación al presente podemos afirmar que las Escuadrillas Aeronavales de Exploración, Antisubmarina y de Caza y Ataque no cuentan, ni siquiera, con al menos un ejemplar de sus sistemas de armas de dotación en servicio (P-3B Orión, S-2T Turbo Tracker y Super Etendard, respectivamente). Las escuadrillas que hoy siguen operativas apenas tienen un promedio de tres ejemplares de cada sistema de armas en servicio (3 helicópteros Sea King y 1 Fennec, 5 aviones Turbo Mentor y 3 B-200).
Por falta de recursos, en los últimos quince años el COAN tuvo que desactivar la Primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque (por la baja de los reactores Aermacchi MB-339 en 2007); la Tercera Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros (por la desprogramación de los UH-1H en 2008); la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Sostén Logístico Móvil (desde la baja del último Fokker F-28 en 2016).
A la menor cantidad de buques, submarinos, aeronaves y elementos de Infantería de Marina se suma su creciente antigüedad, con la consecuente dificultad para su mantenimiento y operación, además de tornarse obsoletos en términos operativos y tácticos para las características de los conflictos bélicos actuales y futuros.
El éxodo de personal altamente capacitado al sector privado por la gran brecha salarial; el deterioro de la infraestructura y maquinarias; la falta de insumos y componente derivaron en una fuerte disminución de la capacidad de los Talleres y Arsenales navales para realizar el mantenimiento -preventivo y correctivo- de los diversos sistemas de armas en dotación, ni hablar de modernizarlos!!!
La estrechez presupuestaria no sólo redujo la dotación de sistemas de armas sino que también afectó la instrucción y adiestramiento de Oficiales, Suboficiales y Voluntarios, llegando a niveles peligrosamente bajos que dificultan alcanzar las habilidades y experiencias mínimas en Técnicas y Tácticas acordes a cada jerarquía de aquellos profesionales que deben prepararse para ir a la guerra.
La disminución del adiestramiento, tanto a nivel específico (entre elementos y/o componentes de la propia Armada), conjunto (elementos de la ARA operando con los del Ejército Argentino y/o la Fuerza Aérea Argentina) y combinado (con fuerzas de otros países), se aprecia en la baja de los principales indicadores objetivos que sirven de métrica, a saber: días de navegación para los buques, días de campaña para los Infantes de Marina, de inmersión para los submarinistas y horas de vuelo para los pilotos navales. Vale recordar que esta lamentable situación es recurrente también en las otras Fuerzas Armadas argentinas.
No es casualidad, entonces, que en las últimas dos décadas se incrementara tanto la tasa de incidentes y accidentes que reportaron las FFAA, provocando no sólo la destrucción -parcial o total- de vehículos, buques, submarinos, aviones, helicópteros, etc., sino también lesiones (temporales o permanentes) y hasta el fallecimiento de personal militar en cumplimiento de actos del servicio.
Organización y despliegue actual
La máxima instancia administrativa de la Armada Argentina, la Jefatura del Estado Mayor General (JEMGA), tiene sede en el Edificio Libertad, ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al igual que sus homólogos de las otras FFAA.
A nivel operativo, el mando con responsabilidad directa sobre medios y tropas recae en el Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada (CAAA).
Del CAAA dependen los cuatro componentes del Poder Naval Integrado descritos precedentemente y tres Áreas Navales, a saber:
- COFM, sito en la Base Naval Puerto Belgrano (BNPB)
- COFS, con sede en la Base Naval Mar del Plata (BNMP)
- COIM, sito en la BNPB
- COAN, con asiento en la Base Aeronaval Comandante Espora (BACE)
- Área Naval Fluvial (ANFL), con asiento en la Base Naval Zárate (BNZA)
- Área Naval Atlántica (ANAT), sita en la BNMP
- Área Naval Austral (ANAU), con asiento en la Base Naval Ushuaia (BNUS)
Con relación a las Áreas Navales, las mismas tienen la misión de adiestrar, alistar y sostener los medios de los cuatro componentes del Poder Naval Integrado que tienen asignados por su ubicación geográfica (ver mapa), coordinar los esfuerzos logísticos (abastecimiento y mantenimiento) y operativos de otros medios de la Armada que operen en su jurisdicción y ejecutar las acciones para la protección del patrimonio marítimo, fluvial, insular y antártico argentino.
La Armada y las lecciones de Malvinas
El conflicto de 1982 demostró cuán importante es disponer de un Cuerpo de Infantería de Marina para asegurar la proyección de fuerzas militares con gran volumen y alto poder de fuego. Sin esa capacidad específica de la Armada -pero útil para todo el conjunto del Instrumento Militar- Argentina no podría haber recuperado las Islas Malvinas tras 149 años de ilegítima usurpación británica.
El enfrentamiento también evidenció el rol decisivo que tienen los submarinos convencionales y más aún los nucleares, estos últimos principalmente debido a su mayor velocidad y autonomía para desplazarse al teatro de operaciones.
Los submarinos representan un arma estratégica que brinda amplia flexibilidad operacional y ofrecen la capacidad de obtener efectos militares estratégicos con una elevada tasa de éxito y baja relación costo/riesgo, particularmente en un conflicto de tipo convencional (entre FFAA de dos o más países) que se desarrolle en un entorno marítimo, costero o insular.
Durante la Guerra de Malvinas, los ingleses -que disponían de ambos tipos de submarinos, más modernos y en mayor número que la Armada Argentina- ejercieron el dominio absoluto del mar, negando todo margen de maniobra a los buques de guerra y transporte (civiles y militares) argentinos debido al alto riesgo de ser torpedeados, situación que se evidenció el 2 de mayo de 1982, cuando el submarino británico HMS “Conqueror” hundió al Crucero ARA “General Belgrano”, provocando la muerte de 323 de sus 1.093 tripulantes.
Además, los submarinos son vitales para tareas de inteligencia, sabotaje de objetivos de alto valor, infiltración y exfiltración de fuerzas especiales, demarcación de playas para desembarcos anfibios, etc.
Con respecto a la Aviación Naval, tanto los aviones y helicópteros embarcados en portaaviones y otros buques de superficie (destructores, transportes de tropas, etc.) como operando desde bases en tierra, obtuvieron un notable desempeño.
Por el lado argentino se destacaron los cazas Super Etendard, que lanzaron los únicos cinco misiles antibuque Exocet AM-39 contra tres buques británicos, logrando hundir al destructor Tipo 42 HMS “Sheffield”, al portacontenedores “Atlantic Conveyor” y averiar al portaaviones HMS “Invencible”.
La aviación embarcada británica se inclinó a brindar cobertura aérea a los buques de la Fuerza de Tareas que debía recuperar las Malvinas, aprovechando su mayor disponibilidad de tiempo en vuelo sobre el área de operaciones por despegar desde los dos portaaviones ingleses y disponer de radares y los misiles aire-aire AIM-9L “Sidewinder” de última generación que les proveyó EE.UU.
Los helicópteros de ambos contendientes tuvieron un notable rol en el transporte de tropas y cargas, el rescate pilotos eyectados, la evacuación aeromédica de heridos, reglaje del fuego de artillería naval y de campaña, el ataque a blancos terrestres y buques con misiles aire-superficie, la infiltración de fuerzas especiales, la lucha antisubmarina mediante el empleo de sonares calables y el lanzamiento de bombas de profundidad y torpedos, etc.
Finalmente, cabe destacar la relevancia de disponer de aeronaves de gran autonomía para misiones de exploración lejana y alerta temprana; transporte de tropas y cargas; reabastecimiento de combustible en vuelo; etc.
La necesaria reconfiguración de la Armada
La Argentina representa la tercera economía de América Latina en términos de Producto Bruto Interno (PBI) medido en dólares y es el octavo país más grande del mundo por su superficie territorial, además de tener una de las Plataformas Continentales más extensas y ricas en biodiversidad del globo.
El aún irresuelto conflicto con el Reino Unido por la soberanía de nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur; las demarcaciones limítrofes pendientes con Chile en la zona andina sumadas al reciente planteo trasandino respecto a infundados derechos sobre un área de nuestra Plataforma Continental y, por último, la superposición de reclamos de soberanía de estos dos países (total en el caso de los ingleses y parcial de los chilenos) sobre el Sector Antártico Argentino debieran ser motivos más que suficientes para que la dirigencia política argentina comience a prestar mayor atención a la Defensa Nacional, para lo cual es imprescindible lograr consensos que permitan formular y mantener una Política de Estado respecto a la organización, equipamiento y adiestramiento de nuestras Fuerzas Armadas para asegurar los Intereses Vitales de la Nación.
La Directiva de Política de Defensa Nacional (DPDN) publicada recientemente prevé una serie de iniciativas muy relevantes para afianzar la soberanía argentina en nuestros archipiélagos y espacios marítimos del Atlántico Sur y en la Antártida.
Entre los proyectos mencionados en la DPDN con mayor impacto en la reconfiguración del despliegue y reequipamiento de la Armada podemos citar:
- La construcción de la “Base Naval Integrada Ushuaia” con la relocalización y concentración de medios navales, aeronavales y de Infantería de Marina.
- La creación del “Polo Logístico Antártico” en Ushuaia para brindar servicios de abastecimiento, mantenimiento, apoyo operativo, búsqueda y rescate a buques y aviones argentinos y extranjeros que operen en la Antártida, fomentando actividades científicas, pesca, turismo, petróleo, etc.
- La conformación de un “Centro Logístico para el Sostenimiento de la Actividad Antártica” en la Base Antártica Conjunta Petrel, que complemente al Polo Logístico Antártico en Ushuaia y permita operar y brindar un apoyo similar a medios navales, terrestres y aéreos, nacionales y extranjeros.
- La implementación del “Sistema Nacional de Vigilancia y Control de los Espacios Marítimos” (SINVYCEM) incorporando radares, satélites, buques, submarinos y aeronaves (tripuladas y no tripuladas).
- El fortalecimiento del flamante “Comando Conjunto Marítimo” (CCM).
- La construcción de un buque polar en el Astillero TANDANOR.
- La constitución de una Fuerza Binacional Conjunta y Combinada con Brasil.
- Un posicionamiento geográfico que combine concentración y dispersión de fuerzas en aquellas áreas donde sea más factible que se configure la amenaza de un eventual agresor; favoreciendo una estrategia disuasiva.
Por lo expuesto, no caben dudas que en los próximos años debería incrementarse el presupuesto asignado a la Armada Argentina a fin de incorporar más medios y personal para cumplir con estas iniciativas que fijó el Poder Ejecutivo Nacional.
Asimismo, será necesario relocalizar los asientos de paz de ciertas unidades de la Armada y las otras dos Fuerzas Armadas, incrementando la presencia de medios y personal en la zona sur del país, con foco en las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Pensando la Armada del futuro
En base a lo previsto en la DPDN y teniendo en cuenta los territorios continentales y marítimos en disputa con Chile y el Reino Unido, es necesario contar que el Instrumento Militar de la República Argentina cuente con las capacidades necesarias para proteger los Intereses Vitales de la Nación.
Específicamente en lo que hace a la Armada Argentina, en las siguientes líneas describimos una reconfiguración posible sobre cómo deberían estar equipados los cuatro componentes del Poder Naval Integrado.
En primer lugar, teniendo en cuenta las lecciones que dejó la Guerra de Malvinas y las tendencias de los últimos conflictos bélicos que han tenido lugar alrededor del mundo, se considera necesario cambiar el enfoque con el cual se planifica la organización y equipamiento de la Armada, pasando del actual eje sobre la Flota de Mar (que viene desde su creación en 1814) a la priorización de la Aviación Naval y la Fuerza de Submarinos.
Tanto las aeronaves de combate como los submarinos brindan mayor flexibilidad, sigilo y capacidad de generar efectos militares estratégicos que las corbetas y destructores.
Obviamente, si el presupuesto fuera suficiente, sería ideal que la Armada cuente con un adecuado balance de sus cuatro componentes del Poder Naval Integrado.
Para ilustrar al lector sobre las cifras que implican la incorporación de cada uno de este tipo de sistema de armas, se puede afirmar que un destructor o fragata de última generación ronda los mil millones de dólares, un submarino convencional nuevo los U$S 500 millones y un caza supersónico los 50 millones de dólares.
Asimismo, antes de invertir en nuevos Destructores y/o Corbetas, la Armada Argentina debería priorizar la adquisición de buques de transporte y desembarco anfibio, ya que permitirían recuperar la vital capacidad de proyección estratégica de fuerzas a grandes distancias, así como la recuperación o conquista de territorios insulares y/o costeros, que son los escenarios de conflicto con mayor probabilidad de ocurrencia para nuestro país.
Un buque con dique y cubierta de vuelo para operar varios helicópteros representa una inversión cercana a los 100 millones de dólares y tiene uso dual, es decir, sirven para ejecutar desembarcos anfibios y helitransportados en un conflicto bélico y también para apoyo a la comunidad en casos de emergencias climáticas y antrópicas, brindando evacuaciones de gran volumen, alojamiento, racionamiento, asistencia sanitaria, etc.
El destacado desempeño en combate del Batallón de Infantería de Marina N° 5 (BIM 5), reconocido incluso por los británicos, nos lleva a pensar en que el componente anfibio de la Armada debe ser repotenciado mediante la incorporación de más personal y medios que le permitan desarrollar una elevada movilidad táctica y rapidez estratégica, alto poder de fuego y flexibilidad para combatir en teatros de operaciones fluviales, costeros, insulares y patagónicos.
En este sentido, resulta imprescindible la incorporación de al menos dos buques de desembarco anfibio capaces cada uno de trasladar un BIM completo con su personal, armamento y abastecimientos (alimentos, munición, combustible, etc.) y aeronaves para ejecutar misiones aerotransportadas, de asalto aéreo y/o helidesembarcos.
Además de incorporar nuevos sistemas de armas para sus cuatro componentes, la Armada debería relocalizar varias de sus unidades en el extremo sur del territorio continental argentino.
Hoy, casi el 95% de las unidades de la Flota de Mar, de la Fuerza de Submarinos, del Comando de Aviación Naval y de la Infantería de Marina se concentran en la provincia de Buenos Aires. Hasta el Rompehielos ARA “Almirante Irízar” (RHAI) tiene, inexplicablemente, su amarradero en la Ciudad de Buenos Aires…
La desproporcionada concentración de personal y medios navales en la provincia con litoral marítimo más alejada de las zonas geográficas donde la DPDN aprecia mayor riesgo para los intereses marítimos y antárticos argentinos, exige pensar en la necesidad de que la Armada (y las otras FFAA también) priorice el refuerzo de su despliegue y esfuerzo operativo en Ushuaia, Río Grande, Río Gallegos y Comodoro Rivadavia y sus áreas de influencia. ¡El norte de la Armada Argentina debe ser el sur patagónico, atlántico y antártico!!!
El creciente interés de los Estados signatarios del Tratado Antártico y otras naciones que ven la potencialidad de ese territorio derivó en que la DPDN prevea el refuerzo de la presencia argentina en Ushuaia y la Antártida.
No debe demorarse más el traslado a Ushuaia del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR) junto con el Rompehielos ARA “Almirante Irízar” y el Buque Polar que TANDANOR empezará a construir en 2022 y entrará en servicio en 2026.
La prioridad de la Armada en cuanto a la modernización de sus unidades debería comenzar, primero, por la Aviación Naval (15 aviones de caza y ataque con misiles de largo alcance, 10 de exploración lejana y guerra antisubmarina, 30 helicópteros); 6 Submarinos convencionales; 3 Buques de Desembarco y Apoyo a Emergencias; 4 Transportes Logísticos; 6 embarcaciones de Guerra de Minas; 4 Destructores con misiles antibuque y antiaéreos de largo alcance; 6 Corbetas; 4 Patrulleros de Alta Mar (OPV); buques de instrucción y auxiliares (remolcadores, hidrográfios, oceanográficos, etc.).
Los Submarinos se estima que, considerando que normalmente siempre habrá una o dos unidades en tareas de mantenimiento/modernización, otras dos estarán en tareas de instrucción y las restantes dos estarán realizando operaciones de control del mar, ejercicios con unidades navales de superficie y aeronavales, etc. De las cuatro unidades operativas, dos operarían en la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; y las restantes en el litoral de la Zona Económica Exclusiva Argentina (ZEEA) entre Río Gallegos y Mar del Plata.
Por su lado, la Infantería de Marina debería concentrar el grueso de sus unidades en las bases de la Armada con asiento en las provincias de Tierra del Fuego y Santa Cruz, en línea con el redespliegue a la misma zona de buques de guerra, transporte y desembarco anfibio de la Flota de Mar, así como aeronaves de la Aviación Naval y unidades del Comando de la Fuerza de Submarinos.
Ojalá, alguna vez, la dirigencia política argentina se dedique más tiempo a pensar estratégicamente en el futuro de nuestro rico y extenso país, en vez de como ganar las próximas elecciones para mantener sus generosos salarios.
Fuente: zona-militar.com