Región Centro. Fábricas con crisis de largo arrastre e incertidumbre

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29/09/2025 La Voz del Interior (Córdoba) – Nota – Economía – Pag. 5

Walter Giannoni

RECESSION. El sector lácteo es uno de los más afectados, pero también hay muchos otros casos graves, como Petroquímica y Fadea. En Santa Fe y en todo el Litoral, también cruje la industria.

El entramado industrial de la Región Centro atraviesa un momento de tensión desde la salida de la pandemia. Empresas de gran tamaño, deudas millonarias, plantas paralizadas y empleos en riesgo. La alta tasa de interés, la volatilidad macroeconómica y la caída de la demanda interna amenazan con profundizar crisis que en su mayoría vienen de larga data.

En el sector lácteo, la situación es muy grave y podría complicarse más –inclusive a nivel de las pymes– dado que, al decir de un experto del rubro, “las cámaras de las empresas están llenas de mercadería”.

El caso de Sancor, la cooperativa emblema de la lechería argentina, es el más conocido ya que lleva una década sin solución. Acumula deudas por más de $ 69 mil millones y meses de salarios impagos.

Su producción está reducida a apenas unos 50 mil litros diarios, una fracción mínima de la capacidad histórica que la convirtió en referente latinoamericana.

Los trabajadores, organizados en Atilra, votaron en su momento en asamblea solicitar la quiebra con continuidad para preservar plantas y empleos. Mientras, algunos acuerdos de fusión con empresas como Elcor para manteca permiten mantener actividad en plantas como la de Devoto, en Córdoba, pero son soluciones de emergencia que no resuelven los problemas estructurales.

Los acreedores reclaman una salida que contemple la refinanciación de la deuda, la eventual venta o alquiler de la marca y un plan de pagos que evite el colapso de la cadena de pagos en la cuenca lechera.

La situación de La Lácteo no es mejor. Esta histórica empresa cordobesa está en concurso preventivo desde 2018, y desde comienzos de este año mantiene un conflicto abierto por el incumplimiento en el pago de salarios.

La falta de pago a proveedores afectó el flujo de materia prima y obligó a reducir la producción de 180 mil litros diarios a apenas 40 mil. En Villa del Rosario, la producción estuvo detenida por un corte de gas por falta de pago y la planta fue vendida a La Ramada. Sin diálogo ni un plan de rescate, la continuidad de la empresa

es incierta y preocupa a toda la cuenca lechera. A la lista hay que agregar también la crisis de Arsa.

En Río Tercero, la crisis de la petroquímica es uno de los conflictos más sensibles del interior cordobés. La empresa despidió a 124 trabajadores a mediados de 2025 en un contexto de caída de producción y crisis financiera.

La compañía argumenta que es más competitiva adquiriendo en el exterior el diisocianato de tolueno importado que revende en el mercado interno que fabricándolo localmente. Si no lo hace, la competencia la come, señala.

El Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria e intentó abrir una mesa de negociación. Podría resolverse el próximo jueves.

La firma condiciona su continuidad a reactivar sólo las unidades químicas, con reducción de sueldos de hasta 3% y recortes de adicionales por productividad.

Para la comunidad de Río Tercero, la continuidad de la planta es una cuestión de supervivencia económica y social, pero, tal como está la situación, no habría recuperación posible, al menos en niveles que la hagan viable.

Enderezar el barco

En el sector alimentario, y tras una negociación de varios años, Molinos

Cañuelas, de Adelia María, logró homologar su acuerdo de reestructuración de deuda por más de U$S 1200 millones, con la aceptación del 89% de sus acreedores.

El plan de pagos contempla tres alternativas, desde el contado hasta plazos de 14 años, lo que le otorgó previsibilidad financiera. Ahora, el desafío es sostener el flujo de producción de harinas, de aceites y de alimentos de consumo masivo, cumplir con el cronograma de pagos y evitar un nuevo descalce financiero.

El costo del financiamiento se proyecta como una sombra amenazante sobre ese propósito.

El sector de las empresas públicas tampoco escapa a la crisis. La Fábrica Argentina de Aviones (Fadea), con sede en Córdoba, acumula deudas superiores a USS 16 millones con proveedores y enfrenta un déficit operativo de USS 2 millones mensuales.

Más del 70% de sus ingresos dependen de contratos con la Fuerza Aérea y con el Ministerio de Defensa, que están demorados. La falta de fondos obligó a implementar un plan preventivo de crisis que incluye suspensiones rotativas, reducción de jornadas y pagos parciales de salarios.

Las pymes proveedoras, que fabrican componentes y prestan servicios de mecanizado e ingeniería, advierten que les deben, reclaman la regularización de pagos y la reactivación de proyectos estratégicos como el IA-100 Malvinas.

El acuerdo con los gremios fue prorrogado por 90 días, pero, sin inyección de fondos frescos por parte del Ministerio de Defensa, la fábrica corre riesgo de paralización total.

La cercana Santa Fe, también

Cruzando la frontera cordobesa, en Santa Fe, Acindar siente el golpe de una fuerte caída de la demanda de sectores clave como la construcción, la obra pública y la industria automotriz. Ese aterrizaje fue del 6% en agosto, según la asociación patronal Adimra.

Desde 2024, la planta de Villa Constitución opera a menos del 50% de su capacidad instalada, lo que eleva el peso de los costos fijos. La empresa denuncia competencia desleal de productos importados, incluidos de China, que presionan a la baja los precios locales.

Para algunos analistas, sin embargo, la compañía produjo un stock importante con el dólar previo a la devaluación de diciembre de 2023 y luego buscó colocarlo al precio del nuevo dólar: chocó contra una pared.

Las suspensiones de personal se realizan en acuerdo con la UOM, mientras la empresa ajusta líneas y trenes de laminado para adecuar la producción al mercado real. El gremio dice que en 2025 los despidos podrían alcanzar a 800 operarios.

La crisis de Celulosa Argentina, también radicada en Santa Fe, la llevó a presentarse en un concurso preventivo para frenar reclamos judiciales y renegociar deuda, luego de registrar pérdidas integrales por $ 172.634 millones y una caída de ventas de 32%.

Las plantas de Capitán Bermúdez y de Zárate están paralizadas, así como la subsidiaria Forestadora Tapebicuá, en Corrientes. Pero hay otras papeleras que no tienen esos problemas: por ejemplo, Papel Misionero, perteneciente al Grupo Arcor, es uno de los principales polos industriales de Misiones. ¿Por qué una sí y otra no?

Con nuevo dueño, la Justicia de Santa Fe abrió el concurso preventivo por una deuda de U$S 128 millones.

A última hora del viernes pasado, Celulosa informó la llegada de un nuevo dueño. Nofal adquirió 452,6 millones de acciones clase B –equivalentes al 4,48% del capital– a Douglas Lee Albrecht, José Manuel Urtubey y Juan Manuel Collado.

La industria automotriz suma otro foco de preocupación. La planta de Santa Isabel quedó en el centro de la atención a partir de la decisión de Nissan de suspender la producción de su camioneta, pero sigue expuesta a vaivenes todavía sin plena recuperación de sus estructuras de personal dado que se mantienen suspensiones.

Rubén Urbano, secretario general de la UOM, metió en ese piso de inestabilidad también a Iveco y “a las fábricas de tractores”, según declaraciones periodísticas recientes.

General Motors, en Rosario, enfrenta un cuadro más delicado. La caída de las exportaciones a Brasil, principal destino de su producción, y la competencia de autos importados que abaratan el mercado brasileño restan competitividad al Chevrolet Tracker, el único modelo que produce en Alvear.

Sancor, La Lácteo, Fadea, Acindar y Celulosa reflejan la crisis que golpea a la industria en Argentina.

Imagen: archivo
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