Una herida abierta en la memoria nacional
26/03/2022 Perfil.com – Nota
Julio Zamora *
El próximo 2 de abril conmemoraremos los cuarenta años del inicio de la guerra de Malvinas. Como argentinos, nos hermana siempre el consenso, arraigado en la profundidad de nuestra conciencia colectiva, de reivindicar la soberanía argentina sobre ese territorio nacional usurpado. Y, más aún, nos une la convicción de nunca claudicar a los derechos inalienables de nuestro país por geografía e historia, reconocidos por todos los foros internacionales y casi todas las naciones del mundo.
Para aquellos que vivimos aquel dramático tiempo, en cada aniversario se nos plantea el mismo dilema: ¿Cómo reivindicar la soberanía argentina sobre ese territorio usurpado sin caer en el error de reivindicar al mismo tiempo las acciones bélicas emprendidas por la dictadura cívico-militar con el enunciado objetivo de recuperarlo? ¿Cómo elevar y reconocer el valor de nuestros soldados desvinculándolos del conflicto en sí mismo?
En distintos momentos del siglo XX, la Argentina había ejercido una política constante de moderado acercamiento pacífico con las islas. Para cuando tuvo lugar la aventura del régimen dictatorial, funcionaban en Malvinas varias oficinas de empresas nacionales y el puente aéreo con el continente era a través de Aerolíneas Argentinas. Olvidadas por la metrópolis británica por creerlas sin valor estratégico o económico, nuestro país era el lazo más cercano y lógico para sus habitantes. Informalmente, las islas Malvinas se argentinizaban por necesidad.
Pero en 1982, la pretendida y efímera reconquista de Malvinas fue el último y desesperado intento de una dictadura en retirada de perpetuarse en el poder mediante un éxito militar resonante. Lo irreal de ese objetivo quedó pronto en evidencia y provocó un retroceso mayúsculo en el acercamiento entre los argentinos y los isleños, además de dejar un tendal de irreparables pérdidas de vidas humanas.
Los números son aterradores. Según las cifras oficiales, participaron de la guerra más de 23 mil efectivos de las tres fuerzas militares, entre conscriptos, suboficiales y oficiales superiores, y 650 combatientes murieron en el teatro de operaciones. Pero se calcula que un número similar de veteranos que volvieron vivos de Malvinas murieron en estas últimas cuatro décadas por situaciones relacionadas con el hecho de haber participado en la guerra. Un drama sin final que aflige a toda una generación de argentinos y argentinas.
Honrar hoy a estos veteranos no es honrar la aventura de los dictadores. Es, esencialmente, honrar a estos hombres que arriesgaron y entregaron en muchos casos su vida para defender a su patria. Es honrar a los héroes. Porque un héroe es quien se niega a sí mismo por el bien de los demás.
En este aniversario tan significativo, dejo mi humilde homenaje y mi manifiesta admiración para esos héroes, los valientes de Malvinas. Los que fueron armados con coraje y patriotismo. Lo dieron todo con honor, el mismo que han sostenido durante todos estos años en alto, junto con la bandera de la irrenunciable soberanía argentina sobre las islas Malvinas. A ellos, mi respeto eterno.
En Tigre nunca hemos dejado de reconocer y homenajear a nuestros caídos y a los veteranos de nuestro distrito. Es por el camino de la memoria y la valoración de los actos de arrojo y patriotismo que hallaremos el modo para ser más unidos como comunidad y mejores como ciudadanos.
Ratificamos el reclamo pacífico por nuestra soberanía sobre las islas Malvinas. Son nuestras, como he dicho, por historia, por cercanía y porque hemos sembrado aquel suelo con la semilla más preciosa de todas: la sangre de nuestros soldados. Alguna vez esa semilla ha de florecer y volverá esa tierra a nuestra patria. Estoy convencido de que será así.
*Intendente de Tigre.