Alianza de empresas pide fondos

333
0
Compartir:

El grupo de presión en formación apunta a que los estados (contribuyentes) financien sus proyectos  Por Luis Alberto Franco

Fuente: aeromarket.com.ar

Las nuevas tecnologías despiertan el interés de casi todos. En la aviación seguimos con entusiasmo los proyectos, investigaciones y pruebas que se están realizando para transformar la aviación, avanzar a una nueva frontera e impulsar variantes como el vuelo eléctrico y nuevas energías como el hidrógeno y, hasta cierto punto, los combustibles sostenibles (SAF, por su sigla en inglés). El problema es que muchas de estas nuevas tecnologías se están desarrollando por mandato del discurso sobre los gases de efecto invernadero con el CO2 a la cabeza. Por eso, es imperioso que al pensar hacia dónde va la aviación –y las decisiones políticas basadas en el cambio climático– se explore la ciencia en vez de asumir lo que predican e impulsan poderosos lobbies encabezados por los ambientalistas, aceptados por los oportunistas e incuestionados por la mayoría de los medios de comunicación y, consecuentemente, la opinión pública.

Hace unos días, Airbus, Ampaire, Archer Aviation, BETA Technologies, Bye Aerospace, Eve Air Mobility, Joby Aviation, Lilium, Signature Flight Support, Skyports, Supernal, LLC., Overair, Vertical Aerospace, Wisk Aero y ZeroAvia, enviaron una carta al Departamento del Transporte (DOT, por su sigla en inglés), encabezado por Pete Buttigieg, y al Departamento de Energía (DOE, por su acrónimo en inglés), liderada por Jennifer Granholm, para que los Estados Unidos de América financien las nuevas tecnologías “que utilizan propulsión eléctrica y de hidrógeno”.
Lo repetimos: muchas empresas que están buscando cambios profundos en la aviación, reclaman que el Gobierno Estadounidense “… dé prioridad a las aeronaves de cero emisiones como una parte importante de la hoja de ruta de la aviación sostenible hacia las cero emisiones netas”. Los términos de la nota son sorprendentes: “Es imperativo que la Administración y el Congreso prioricen e inviertan fuertemente en todas las formas de tecnologías de aviación sostenibles que desempeñarán un papel fundamental en el cumplimiento del objetivo declarado por la industria y la Administración de cero emisiones netas de la aviación para 2050”. Los argumentos del lobby constituido para lograr dinero de los contribuyentes no duda en adornar el texto con frases como “el mundo vive actualmente el momento más emocionante de la aviación desde los albores de la era del jet …” y retórica por el estilo, para luego agregar su elogio a ciertas decisiones que tomó el Gobierno respecto del cambio climático y las metas para 2050.

La “alianza de empresas” aprovecha para subrayar que en 2024 comenzarán a operar aviones eléctricos e híbridos eléctricos y de hidrógeno demostrando que se puede llegar a las cero emisiones para vuelos de larga distancia y regionales, para luego avanzar a trayectos más largos, lo cual significará un enorme beneficio ambiental. Es más, hasta mencionan que este camino proporcionará “un camino para democratizar la aviación”. Nada más y nada menos.

Por supuesto que todo este esfuerzo debería ser financiado por los contribuyentes dado que la existente infraestructura de la aviación servirá por un tiempo, pero será necesario que se realicen planes, inversiones estratégicas y se construya “la nueva infraestructura y los sitios operativos necesarios para que esta industria emergente crezca de manera segura. Ahora es el momento de apoyar las tecnologías de aviación de cero emisiones”, dicen las innovadoras empresas. Desde ya que para poner mayor presión mencionan lo que hacen otras naciones y alertan con que los Estados Unidos podrían quedar rezagados en el liderazgo tecnológico de la aviación si el Estado no invierte recursos para su desarrollo.

Lo que realmente resulta difícil de procesar es por qué empresas de tremendo calibre como Airbus, entre otras, no revisan la información sobre cambio climático que está surgiendo como el moho en la humedad. Porque, digámoslo de una buena vez: se están multiplicando las aproximaciones al problema del cambio climático y la mayoría de las nuevas concepciones difieren de lo que se ha estado imponiendo hasta el momento.

Nuevas aproximaciones al cambio climático

Se dice que el CO2 atrapa el calor en la atmósfera terrestre y no se explica que hay estudios científicos que consideran que el calentamiento tiene efectos positivos y negativos. Por ejemplo, la NASA ha observado que el reverdecimiento de la Tierra durante las últimas décadas ha sido considerable, al punto de calcular que el planeta es más verde hoy que en los años 80.

Lamentablemente, las denuncias generalizadas del calentamiento global no están siendo amplias ni consideran todos los aspectos que conciernen a la complejidad de la ciencia del clima. Lo que están haciendo los ambientalistas (no confundir con ecologistas) es batir el parche del calentamiento global sin atender (y mucho menos procurar entender) las evidencias que indican que el debate científico debería establecer cuál es el nivel de calentamiento óptimo para el planeta. Sobre todo, luego de que el Premio Nobel William Nordhaus demostrara que, según sus investigaciones, 3,5 ºC –en vez de 2 ºC– sería un nivel óptimo de calentamiento. Algunos científicos no están de acuerdo con el número, pero vale la pena discutir este punto antes de asumir metas que nadie va a alcanzar a tiempo.

La incertidumbre sobre el calentamiento global óptimo es algo que los políticos deberían tratar con precaución y no con alarmismo y sembrando miedo. Y los empresarios deberían contribuir para orientar sobre este punto antes de aprovecharse de una situación para hacer negocios espurios. No hay peor capitalismo que el que se arroja a la yugular del Estado para saciar su apetito de ganancias en vez de buscar necesidades reales a satisfacer en el mercado.

Por otro lado, hay estudios como los de Roy Spencer y William Braswell, que estiman que la atmósfera terrestre no es capaz de contener el calor como sugiere la corriente dominante de pensamiento. Como si esto fuera insuficiente, hay estudios muy serios que afirman que los modelos matemáticos que estiman la evolución del clima están sobreestimados.

Hay abundantes datos para debatir sobre el tema del cambio climático y cómo están girando los intereses ideológicos en la materia, pero lo más inaceptable es que las corporaciones busquen aprovecharse de esto para “hacer su agosto” en base a temores generados por sequías, inundaciones, huracanes cuyo origen no sería el que se está esgrimiendo o su solución no radicaría en lo que se está proponiendo. Ojo, este asunto no es menor, hay grupos que pretenden establecer un nuevo orden social con argumentos tan precarios como sofisticadas son sus metodologías de difusión. Debemos estudiar y defender nuestras libertades … y nuestros impuestos.

Que la aviación se desarrolle, que se use el abundante hidrógeno o descubran fuentes inagotables de energía es sencillamente maravilloso. Que todos podamos volar por las ciudades y evitar el congestionamiento de tránsito o recibir ayuda médica más rápido, además de paquetes y otros bienes y servicios, es una idea apasionante, pero que los estados la financien es, cuanto menos, tramposo, y hasta vil si el terror es el medio con que se pretende persuadir para lograr ganancias y mejores precios artificiales de las acciones.

Además de los costos que esto podría tener en términos muy caros a la esencia humana, hay algo que también cuenta: no se le debe cargar al mercado o el capitalismo las turbias iniciativas de un buen número de corporaciones que buscan subsidios.

Está claro que para la movilidad aérea urbana los estados deben pensar en la infraestructura del transporte que crean conveniente para las ciudades del futuro, pero eso es parte de una concepción sociológica más vasta que incluya el impacto que las nuevas tecnologías tendrán sobre la humanidad.

Si nuevas formas de vuelo, como las que tantas veces se informan en ARMKT, están por deslumbrar a los más imaginativos escritores, futurólogos, pilotos y público en general, que sea a riesgo de quienes las propician y no del trabajador que cada mañana sale a buscar el salario que, en el mejor de los casos, le permite vivir el presente y soñar su futuro.

Compartir: