La Flota Aérea Presidencial de Argentina: un cambio que no cambia nada
La historia de la flota aérea presidencial argentina se remonta a principios del siglo XX, con el uso de aeronaves para el traslado de figuras gubernamentales.
La flota aérea presidencial de Argentina ha sido un símbolo de la soberanía y la capacidad de movilidad de los lideres nacionales. Sin embargo, la actual administración pretende realizar un cambio de los recursos aéreos que en apariencias son significativos, pero que en el fondo solo son otro golpe de efecto.
Historia y Composición
La historia de la flota aérea presidencial argentina se remonta a principios del siglo XX, con el uso de aeronaves para el traslado de figuras gubernamentales.
Transición Reciente
Bajo la administración del presidente Javier Milei, se ha confirmado que la flota de aviones presidenciales será transferida a las Fuerzas Armadas. Este movimiento busca que la Fuerza Aérea se haga cargo de la conducción operacional, el mantenimiento y el cuidado de las aeronaves, lo que refleja, en apariencia, una visión de eficiencia y austeridad.
Impacto y Futuro
La transferencia de la flota aérea presidencial a la Fuerza Aérea no implica un cambio en la operación de los recursos, sino que busca generar impacto en la percepción pública sobre la presidencia de la república. Con este acto, el presidente Milei intenta mostrar un compromiso con la reducción de gastos y una mayor transparencia en el uso de los bienes del Estado.
Sin embargo, la realidad es que la operación de los recursos aéreos – particularmente los helicópteros S-60, S-76, el avión Lear Jet 60 y el Boing 737- están a cargo de la Agrupación Aérea Presidencial dependiente operacionalmente de la Casa Militar y orgánicamente de la Fuerza Aérea Argentina. Por cuanto, la realidad es que no hay ninguna modificación, salvo presupuestaria.
La transferencia del gasto presupuestario desde las arcas dependientes de la Oficina del Presidente al alicaído presupuesto de la Fuerza Aérea Argentina solo erosiona la operatividad de los pocos medios aéreos militares disponibles.
Es decir, la Fuerza Aérea tiene pocos recursos presupuestarios para sostener sus medios materiales volando y adiestrando a sus pilotos. A esta problemática se le suma este gasto operativo y de mantenimiento de aeronaves que no constituyen un sistema de armas operativo para cumplir su misión principal.
En otras palabras, las FF. AA. no han podido, aún, incorporar un caza polivalente de intercepción supersónico, y debe hacerse cargo de estas aeronaves poco útiles en este contexto. Sobre este particular, si bien merece un capítulo aparte, es preciso recordar que el EMCO (Estado Mayor Conjunto) por recomendación de la Fuerza Aérea esta gestionando la compra de un vetusto parque de aviones de manufactura estadounidense -operado por Dinamarca- de mas de 40 años de antigüedad y con limitaciones en sus sistemas de detección y armas (F-16 Block 10 y 15).
Finalmente, corresponde decir que este tipo de acción -simbólica, gestual y de impacto en redes- solo es eso, no mueve la aguja del presupuesto nacional, aunque sí, deteriora las arcas de la defensa nacional, pauperizando, aún más, su operatividad en detrimento del cumplimiento de su misión principal. Esto es solo una movida de impacto publicitario que no le cambia la vida a la gente.