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ECONOMIA › DESAFIOS DE LA AA ESTATAL
Salir del pozo de aire
Por Cledis Candelaresi
Si los pronósticos del secretario
de Transporte son certeros y la ley expropiatoria
se alumbra en la fecha prevista, el 21 de
diciembre será el “primer día”
en el que el Estado tendrá despejado
el comando de Aerolíneas y Austral
y deberá resolver en simultáneo
los problemas. La deuda de más de
1000 millones de dólares es apenas
uno. Tal vez el mayor desafío es
garantizar la operatividad de la compañía,
excluida del clearing internacional y progresivamente
complicada por la creciente competencia.
El desafío no parece asustar al
actual gerente general de parte del Estado,
Julio Alak, quien días pasados elevó
a Cristina Fernández de Kirchner
un informe bastante auspicioso de la gestión
que lideró desde fines de julio.
Ahí se consigna que, marginado Marsans
de la operación, se recuperaron dieciocho
aeronaves y las pérdidas operativas
disminuyeron de casi 60 millones de dólares
en junio a 30 millones en octubre pasado.
El mismo informe admite otra mirada menos
optimista: la mitad de la flota está
fuera de juego, parte en condición
de “chatarra” (según
el propio Tribunal de Tasación de
la Nación), y el resultado operativo
de todo el 2008, proyectado en el propio
texto, será negativo en 446 millones
de dólares. Un cuadro que no será
fácil revertir.
Para la gestión oficial, ese abultado
pasivo no es tan preocupante como parece
a priori. En alguna medida porque lo “exigible”
es una proporción menor, en parte
porque más de un tercio de la deuda
es a favor del propio Estado, que sólo
dejaría de cobrar lo que de todos
modos no hubiese cobrado por la debacle
de la línea privatizada. Aun así,
la misión de depurar las cuentas
de la dupla reestatizada se ve compleja.
El Estado es también socio de Aeropuertos
Argentina 2000, grupo concesionario liderado
por Corporación América, de
Eduardo Eurnekian. Este contabiliza más
de 50 millones de dólares en acreencias
contra Aerolíneas, que en parte se
acumulan porque la línea aérea
retiene la tasa aeroportuaria que cobra
por cuenta y orden de AA2000 y luego no
le liquida. El episodio puede minimizarse
ante la envergadura de los números
globales en juego. Pero da la pauta de cuán
enrevesada es la maraña legal y económica
que tendrá que desnudar la futura
gestión estatal.
Para revitalizar la operación no
sólo es necesario reforzar la flota,
camino que la Secretaría de Transporte
planea recorrer de la mano de la brasileña
Embraer y la norteamericana Boeing. También
es necesario seducir a pasajeros dispuestos
a tomar el servicio de las líneas
de bandera. El momento no es bueno, y no
sólo porque, a contramano de lo que
ocurre en otros lugares del mundo, los pasajeros
domésticos vienen decayendo, a razón
de un recorte del 40 por ciento en la última
década, sino porque los espacios
que fueron dejando Aerolíneas y Austral
por carencia de equipos están siendo
ocupados por los competidores.
Lan captura una creciente porción
del cabotaje que, según la fuente
consultada, oscila entre el 25 y el 35 por
ciento. A las regionales Sol y Andes se
sumará en estos días Aerochaco,
línea estatal montada sobre la estructura
operativa de la macrista Mc Air, que planea
conectar el norte argentino con San Pablo.
Este paulatino copamiento del mercado impone
más urgencia en la resurrección
de las reestatizadas.
En el segmento internacional el de-safío
no es poco. Aerolíneas fue perdiendo
posiciones a favor de las líneas
extranjeras, en gran medida por la desmejora
de su servicio, en parte por debilidad de
los reguladores. A principios de la década,
Estados Unidos había rebajado la
categoría de los aeropuertos locales,
impidiendo que las líneas argentinas
aumentaran las frecuencias, Transporte autorizó
a las estadounidenses a incrementar sus
vuelos hacia este destino. Asimetría
que perjudicó al grupo en vías
de reestatización, que por no pagar
a tiempo su contribución a la internacional
Iata no puede establecer acuerdos con otras
compañías para distribuir
a sus pasajeros. Un obstáculo comercial
complicado de sortear.