23/11/2008 06:20
Página 12 - Nota - El País
- Pág.4
Hay vida después del
reparto
>El cambio de pantalla y el nuevo rol
de la Anses. Debate sobre el Banco de Desarrollo,
susurros en Palacio. La vieja cartera de
las AFJP y la necesidad de no enamorarse.
El Acuerdo del Bicentenario bis, en un nuevo
contexto.
Por Mario Wainfeld
El peronismo cometió la canallesca
reforma previsional del ’93 y lideró
la reparadora ley aprobada este jueves.
La UCR se opuso, con dignidad, a la primera;
nada hizo luego cuando fue gobierno y fue
pura incongruencia al seguir en la contra
respecto de la segunda.
Unos hacen, para mal o para bien otros
cuestionan sin capacidad de obrar, en espejo
permanente. ¿Será ésa
una primera aproximación a la fisiología
del sistema político? La pregunta
es inquietante, está a tono con el
clima verbal de esta semana, de este año,
de lo que va del siglo.
El archipiélago opositor no honra
su relato republicano cuando el Parlamento
se pronuncia contra sus criterios. Entonces,
ahora, no se habla de errores o de diferencias
de criterios o conceptos. La discrepancia
se equipara al delito, así sea validada
por las instituciones funcionando con decoro.
“Robo”, se encoleriza un editorial
del diario La Nación; otros prefieren
“confiscación”, no falta
quien se valga del “saqueo”,
que suena más congruente cuando Pino
Solanas lo usa, refiriéndose a otras
situaciones.
La calidad institucional, se supone, se
edifica acatando los veredictos mayoritarios,
también (sobre todo) cuando son adversos.
Se supone, pero en las pampas hay mucho
revisionismo constitucional.
El Banco textual y el metafórico:
El oficialismo ejerce la iniciativa, rectificó
con tino su táctica parlamentaria,
dejó participar a la oposición
constructiva, refrenó su proverbial
vocinglería. Dictó una medida
correctiva en el plano social que mejora
el fondeo del Estado, toda una carambola
en el juego que más le gusta. La
Presidenta detuvo su cuesta abajo y la remonta
a paso lento. Un nuevo escenario se abre,
será crucial qué se hace con
la nueva Anses.
Todo el elenco oficialista lo sabe, una
recorrida del cronista por despachos variados
recoge esa unanimidad. La referencia al
Banco Nacional de Desarrollo Económico
y Social (Bndes) brasileño es otro
factor común. La nostalgia del extinto
Banco Nacional de Desarrollo es transversal
a dirigentes y economistas nacionales y
populares argentinos, puede haber sonado
la hora de la revancha. Y ahí comienzan
las primeras diferencias de un Gabinete
que conserva las características
y las rémoras del kirchnerismo: escasa
comunicación horizontal, carestía
de reuniones de intercambio, desconocimiento
del futuro inmediato aun entre las primeras
líneas. Así las cosas, algunos
veteranos integrantes del staff de gobierno
creen que la referencia al Bndes es indicativa
pero no textual. “Tenemos al Banco
Nación trabajando al límite
y sin bastarse para satisfacer la demanda
y al BICE, muy chiquito. No tiene sentido
inventar una tercera estructura, que insumirá
tiempo y gastos”, le explican al cronista
desde el rango más elevado de Economía.
Sin extenderse en detalles, Sergio Chodos
habló de modo textual de un Banco
de Desarrollo. Es un secreto a voces que
Chodos, junto a Amado Boudou, atraviesan
su cuarto de hora en Olivos, para desazón
de otros habitués de Palacio. Al
titular de Anses se lo mide en encuestas
de imagen e intención de voto, el
máximo galardón parea un funcionario
novel. Y se lo lleva a cónclaves
progresistas donde el hombre debuta viniendo
desde otros lares ideológicos.
Algunas coincidencias existen y van en
línea con el discurso y la praxis
kirchnerista. La obra pública debe
ser uno de los pilares de la política
proactiva. El mundo cambió tanto
que la orientación keynesiana ni
puede llamarse “heterodoxa”.
Debe haber sustento firme para las acciones
del Ministerio de Infraestructura, domiciliado
en el mismo edificio que el de Economía,
unos pisos más arriba. Una metáfora
edilicia involuntaria.
No te enamores: Como se reseñó
semanas atrás, las corporaciones
empresarias ponen el grito en el cielo contra
la reestatización del sistema jubilatorio,
mientras varios de sus integrantes pasillean
en pos de ventajas sectoriales en el nuevo
esquema. La defensa del espacio propio se
recubre con la retórica convencional:
debe preservarse la estabilidad, no puede
haber cambios abruptos. Traducidas de modo
veloz, las demandas se parecen bastante
a que la Anses mantenga el portfolio de
inversiones de las AFJP. ¿Que eso
daba un rinde ruinoso? No se ponga detallista,
lector. Desde luego, no todo son rebusques
sectoriales, es real que la necesidad de
crédito es extendida, que el consumo
propende a retraerse y que no se puede ser
descuidado con el capital disponible que,
aun bien gerenciado, sería escaso.
La privación de crédito internacional,
la asfixia expandida, determinan un horizonte
trabajoso.
Así y todo, le explican al cronista,
“no tenemos que enamorarnos de los
fideicomisos al consumo ni de los bancos”.
El romanticismo de PáginaI12 no se
inflama con eso, pero entiende: la frase
se refiere a los destinos actuales de fondos
de las AFJP. Hay pressing para que no se
toquen los fideicomisos al consumo de los
electrodomésticos y las inversiones
en determinados bancos privados. Son lineamientos
interesantes, no deberían ser inalterables,
le explican a este diario. Ese manejo debe
inscribirse en una estrategia vasta. Además,
si no innovara, el oficialismo incurriría
en una grave incongruencia, borrando con
el codo la retórica del Ejecutivo
y de los legisladores al defender la nueva
ley.
Con resuello fiscal, cobran vida y urgencia
los objetivos de incentivar el consumo y
darle oxígeno a la producción.
Lo que brota es algo inexistente a hoy,
la necesidad de planificar la asignación
del crédito. La crisis inspira temor
y retracción, el Gobierno debe demostrar
que tiene un rumbo, aparte de asir el timón.
Designar las líneas maestras de un
programa económico de emergencia
sería un paso más en la restauración
de la dañada autoridad presidencial.
La política del paso a paso no compatibiliza
con la incertidumbre, seguramente la sociedad
(y los actores económicos chicos,
medianos y grandes) necesita calma y previsiones.
En su labor legislativa, el Gobierno probó
haber escarmentado algunas lecciones del
conflicto con “el campo”. Otras
quedan latentes, entre ellas la de entender
que el imaginario colectivo está
en disputa reñida y que la sorpresa
y los impromptus no agregan al campo propio.
Turbulencias: La expropiación de
Aerolíneas Argentinas era una fija,
desde el momento en que se concretó
la reestatización. Se comenzó
a implementar en esta semana y, con el concurso
entusiasta de la UCR, saldrá como
por tubo. El contencioso con el grupo Marsans
se judicializará, por manda constitucional,
ante los tribunales argentinos. La voluntad
del expropiado añadirá seguramente
el Ciadi. Era un final cantado, pero no
le cae bien al Gobierno en la coyuntura.
Fortalece el discurso de “los mercados”,
que lo homologan con el socialismo, el populismo
o alguna categoría valorada peor
por el canon dominante.
El punto es que ese discurso gana audibilidad
en otros jugadores y que el caso Aerolíneas
no es tan consistente como el de la reforma
jubilatoria. La política previsional
previa del kirchnerismo fue congruente,
prudente en el manejo de los fondos, mejoró
la recaudación, atesoró reservas,
produjo aumentos en las jubilaciones y progresos
en el régimen legal. En la línea
aérea la gestión fue opaca,
las negociaciones poco felices. La concordancia
temporal facilita identificaciones y azuzan
el pánico empresario, bien provisto
por discursos mediáticos instigadores.
Los rumores desperdigados en cadenas de
correos electrónicos que apestan
a servicios de inteligencia no se contrarrestarán
con la pura denuncia ni es lúcido
negar que algo impactan. Con la caja asentada,
con dominio de la escena política,
el tablero clama por definiciones del Gobierno
respecto de su posición financiera
para 2009. Un cronograma básico,
un plan financiero (una tarea a la medida
de las capacidades del ministro Carlos Fernández)
le valdrían al oficialismo para probar
que no está disparando tiros al azar,
sino que continúa (en un entorno
menos propicio) con sus premisas de estar
“líquido” y en aptitud
de sostener el desendeudamiento externo.
Decíamos ayer: El Acuerdo del Bicentenario
que prometió la Presidenta en campaña
y en su discurso de asunción quedó
en la papelera de reciclaje. Confluyeron
factores varios, la batalla por las retenciones
móviles fue el más potente.
También incidieron las precauciones
que tomó Cristina Fernández
de Kirchner cuando intuyó que el
Acuerdo podía convertirse en una
suerte de Gran Paritaria donde confluyeran
demandas cruzadas de actores poco cooperativos.
El diseño que ella imaginaba (que
se esbozó en encuentros con la cúpula
de la Iglesia, la de la CGT y la de la CTA)
era diferente, de mayor centralidad presidencial
y menos puja sectorial. Una especie de liturgia
de revalidación “del modelo”,
revestida de un puñado de iniciativas
concordantes. En realidad, era ya una lectura
estática que subestimaba los cambios
de los últimos cinco años.
La crisis económico-financiera mundial,
a los ojos del cronista, habilita una restauración
aggiornada de la idea original. A principios
de año, casi todos los sectores se
sentían fuertes e iban por más.
Ahora, acá y en el resto del planeta,
las miradas se dirigen al Estado y a los
gobiernos. La salida, si es que existe,
será mediante intensa intervención,
de activismo público, de inversiones,
de incentivos a la demanda y al trabajo
locales. Una receta conocida para un paciente
que está más grave.
La necesidad de un liderazgo de crisis
se propaga con inusual espíritu democrático
y pluriclasista. En una etapa nueva de su
mandato, tras concretar una medida funcional
y necesaria, el tablero sugiere que lo mejor
es definir un norte, explicitarlo, constituirse
en un término de referencia. El kirchnerismo
adora ese lugar pero ejercido por la pura
fuerza de los hechos sorpresivos, por la
tracción a los antagonistas o a los
dubitativos. Quizás haya llegado
al punto de revisar algunas de sus premisas
o de sus reglas de estilo para preservar
lo esencial y ganar el terreno que dilapidó
en menos de un año.
mwainfeld@pagina12.com.ar