25/10/2008 01:21
Perfil - Nota - Política
- Pág.14
Los vamo’ a reventar
Más temprano que tarde, finalmente
nos llegó la marejada tan temida.
Y, al parecer, no estábamos tan firmes
como había dicho la Presidenta en
Nueva York, en una mezcla de expresión
de deseos con soberbia infantil y ese pensamiento
mágico que tienen los Kirchner: creer
que lo que no se nombra no existe. “El
Plan B lo necesitan ustedes”, fueron
las 6 palabras que, a modo de factura, Cristina
le pasó al Primer Mundo sin poder
disimular cierta satisfacción por
la desgracia ajena en su enigmática
sonrisa giocondiana. Ahora resulta que la
desgracia no era tan ajena. Las penas son
de nosotros… Ojalá este gobierno
tuviera un Plan B para navegar en este océano
absolutamente hostil y encrespado en que
se convirtió la realidad nacional.
A Cristina y Néstor se los puede
ver arriba de una canoa remando sin rumbo,
cada vez más aislados, con respuestas
espasmódicas y contradictorias, con
los brazos cansados por el esfuerzo y con
el combustible de la confianza pública
cada vez más escaso. Hoy, el mar
argentino tiene olas de una magnitud incluso
superiores a las del peor momento del Gobierno
en su combate contra el campo. Y, al igual
que en aquella situación, la mayoría
de los problemas han surgido por una bulímica
voracidad de fondos. Eso les hizo negar
la realidad y multiplicar la sucesión
de errores no forzados de un matrimonio
que al parecer habla con poca gente y escucha
menos todavía. Cualquier funcionario
de mediana experiencia sabe que cuando un
gobierno se dispone a tirar un misil con
la intención de provocar un formidable
cambio estructural como la estatización
de la jubilación privada lo debe
hacer con mucha responsabilidad, rodeado
del mayor consenso político e institucional
posible y previendo las próximas
diez jugadas, como en el ajedrez. Nada de
eso ocurrió.
La astucia de la conducción política
de Maquiavelo siempre apeló al elemento
sorpresa como una de sus mejores armas.
Pero hay que saber utilizarla. A veces,
los Kirchner confunden sorpresa con improvisación,
y audacia con falta de reflexión.
Y como si esta mezcla ex- deplosiva fuera
poco, tienen una tendencia marketinera adictiva
a presentar sus necesidades como si fueran
epopeyas revolucionarias.
Retroceden aceleradamente, pero siempre
gritando: “Los vamo’ a reventar,
los vamo’ a reventar”.
El viejo Néstor Kirchner, el que
recién empezaba a trepar la cuesta,
prometía un país serio que
no se levantara todos los días sobresaltado
por anuncios rimbombantes y sin que sus
habitantes supieran qué era lo que
iba a pasar. Ahora, el matrimonio está
haciendo todo lo contrario.
Ese valor que antes le daban a las certezas,
a la previsibilidad y a las reglas claras
se fue incinerado bajo el lema “La
necesidad tiene cara de hereje”.
Los vientos huracanados que están
sacudiendo como una coctelera la canoa de
los Kirchner no vienen solamente del tsunami
financiero internacional. Ellos le pusieron
su propia cuota nacional y popular de remolinos
patagónicos. Tal vez no había
peor momento para meterse con los ahorros
de los trabajadores, y fue tan mal explicado
que todo se pareció más a
un acto de campaña que a una medida
estratégica de un gobierno.
Los mercados reaccionaron como era previsible.
Pegaron los alaridos típicos de quienes
sienten que les están arrancando
beneficios y enrareciendo el clima de negocios.
El Gobierno fue sorprendido por la magnitud
de la respuesta. Estaba jugando con todo
al ataque cuando se comió un par
de goles de contragolpe.
Encima, la semana negra conmovió
a la sociedad con el asesinato del ingeniero
Ricardo Barrenechea.
Reapareció un lenguaje que meneó
otra vez el fantasma del no ingeniero Juan
Carlos Blumberg y desnudó las diferencias
abismales que hay dentro del oficialismo
para afrontar el tema de la inseguridad,
tan subestimado por los Kirchner. El intendente
de San Isidro, Gustavo Posse, se cruzó
con el ministro Aníbal Fernández
so- bre el rol y el despliegue que tiene
que tener la Gendarmería en La Cava.
Daniel Scioli salió a poner la cara
y recibió un cachetazo de Jorge Ceballos,
el líder de Barrios de Pie, uno de
los grupos kirchneristas más radicalizados
y funcionario del ministerio de Alicia Kirchner.
El gobernador bonaerense es una de las principales
cartas en imagen positiva que tiene Kirchner
para potenciar las elecciones de 2009 y
Ceballos lo acusó de apelar a un
discurso de mano dura más típico
de Patti y de Ruckauf.
Los balazos no picaron solamente en territorio
bonaerense. Los docentes hicieron una huelga
nacional para castigar a Mauricio Macri,
pero también afectaron al gobierno
kirchnerista con el que muchos de sus sindicalistas
simpatizan. El mundo laboral empieza a padecer
la crisis con mayor contundencia. Las expresiones
que presagian conflictos más graves
son los despidos de los obreros mecánicos
en Córdoba y las amenazas en Rosario,
la fuerte caída de la construcción
y la amenaza de una catarata de telegramas
con cesantías que hace la UIA si
no hay una urgente y fuerte devaluación.
En este marco convulsionado es insólito
el maltrato de los Kirchner hacia España
y Uruguay. Es incomprensible la capacidad
de castigar a los aliados que tienen Néstor
y Cristina.
Se trata de dos de los países más
cercanos en los afectos y en la historia
común. Sus jefes de Estado y líderes
políticos tienen equivalencias generacionales
e ideológicas con nuestro matrimonio
gubernamental. Sin embargo, las relaciones
de Argentina con España y con Uruguay
están en su peor momento histórico.
El “Cristinazo”, como lo bautizaron
algunos medios españoles, hay que
buscarlo en los desplantes de los hechos
consumados. Una cosa es deplosiva fender
los intereses argentinos y otra muy distinta
imponer socios locales a empresas globales,
fogonear agresividades sindicales para bajar
precios de activos o pegar volantazos en
las decisiones que afectan los patrimonios
sin siquiera poner el guiño a la
hora de girar. Otra vez envueltos en la
bandera, los Kirchner producen daños
severos y a veces irreparables en las relaciones
diplomáticas con otros países.
Es la expresión internacional de
sus costumbres domésticas. José
Luis Rodríguez Zapatero está
acosado por la desocupación creciente
y muchas dificultades económicas
internas y del continente, pero se sintió
traicionado al enterarse por el desplome
de la bolsa al ritmo canyengue del 2x4 que
las medidas tomadas en Argentina le multiplicaron
sus dolores de cabeza. Los empresarios españoles
exigen que su gobierno los proteja de los
cachetazos argentinos.
“Nos están echando a los golpes”,
dijo Gregorio Díaz Ferrán,
uno de los más encumbrados. Los embajadores
Rafael Estrella y Carlos Bettini tuvieron
que trabajar a destajo para evitar que todo
se saliera de madre. La tensión extrema
recién aflojó cuando Cristina
en persona dio garantías de que no
tenía intenciones de avanzar sobre
la propiedad de las empresas españolas
que tenían acciones de las AFJP y
cuando Ricardo Jaime anunció que
iban a dar marcha atrás con la decisión
ya tomada de expropiar Aerolíneas
Argentinas. Cristina estuvo a punto de bailar
“El último tango en Madrid”,
pero apareció un milagro para salvarla
en El Salvador. Allí, en medio de
la Cumbre Iberoamericana, Zapatero le pasará
cara a cara a Cristina todas las facturas
para evitar que la sangre llegue al río.
Con Uruguay las cosas son igualmente graves,
aunque por motivos distintos. Tabaré
Vázquez al principio estuvo muy agradecido
por el apoyo que Néstor Kirchner
le brindó en su campaña electoral.
Pero después la relación entre
ambos presidentes fue creciendo en desprecios
dichos en voz baja y humillaciones realizadas
a la intemperie. Estaba cantado que Uruguay
no iba a apoyar la candidatura de Néstor
Kirchner a la conducción del Unasur.
Fue el presidente con el que más
encontronazos tuvo y el gobierno con el
que más problemas tiene. La ruta
que nos une sigue cortada y no sólo
en Gualeguaychú. Eso es realidad
y metáfora a la vez. El Gobierno
argentino no creyó necesario hacer
un trabajo especial para conquistar el voto
uruguayo. Actuó como diciendo “van
a tener que venir al pie, no les queda otro
remedio que sumarse”. Se confiaron
en que la ausencia de otro candidato del
peso específico de un ex presidente
y el apoyo del resto de los países
iba a arrastrar a Uruguay.
No fue asi. En pleno uso de su soberanía
y emitiendo también un mensaje para
el frente interno, Uruguay se negó
a respaldar a quien le faltó el respeto.
Tabaré tiene todo el derecho de no
querer complicarse en una actitud seguidista
ni masoquista. ¿Cuál hubiera
sido la actitud racional de cualquier gobierno
frente a semejante mensaje? La búsqueda
de conversaciones reservadas en el más
alto nivel diplomático para reabrir
los puentes de las mejores relaciones. ¿Cuál
fue la respuesta del canciller Jorge Taiana?
Un comunicado rajante que califica la decisión
como "agravio a los argentinos",
redobla la apuesta y profundiza más
la brecha entre ambos países. En
el peronismo se acostumbra a pedir subordinación
y verticalismo. Pero Uruguay es un país
independiente, no es un militante.
A veces parece que Néstor Kirchner
no duerme de noche pensando qué nuevo
frente de conflicto puede abrir. Que tiene
una agenda donde apunta a los dirigentes,
periodistas e instituciones que espera a
la vuelta de la esquina para ejercitar sus
puños en la pelea. Su drama es que
todavía no registró el cambio
de época. Antes, Kirchner crecía
en los combates frontales.
Ahora decrece. Produce mal humor y, sin
embargo, su consigna parece seguir siendo
"Ni olvido ni perdón".
Con el imprevisible debate que se abrió
por la estatización de las jubilaciones
quedó muy evidente lo contraproducente
de apostar siempre a la revancha y la crispación.
Muchos referentes importantes ante la opinión
publica están a favor doctrinariamente
de lo esencial del proyecto de ley, más
allá de las formas groseras y los
tiempos inadecuados. Sin embargo las críticas
públicas de Julio Cleto Cobos, Felipe
Sola, Roberto Lavagna, Elisa Carrió,
el radicalismo y el socialismo hacen presagiar
un tránsito complicado en el Parlamento.
Los más opositores sueñan
con resucitar el bloque que abortó
la Resolución 125. Esta vez es más
difícil porque el único partido
que rechaza de plano conceptualmente las
jubilaciones estatales es el de Mauricio
Macri. Todos los demás estan dispuestos
a negociar una ley sin discrecionalidad
y con transparencia en el manejo de los
fondos jubilatorios. Ese amplio espectro
opositor está dispuesto a convertir
al Parlamento en la fragua de una ley razonable
que calme las turbulencias, y que discuta
de nuevo el Presupuesto para quitarle ficción
y superpoderes. Nadie puede asegurar que
el Gobierno tenga la misma actitud. Kirchner
debería ser hoy más cuidadoso
que nunca.
Hay demasiados ciudadanos que ya no sólo
critican a los Kirchner por lo malo que
hacen sino también por lo bueno.
Desde una perspectiva republicana esa fractura
expuesta es el peor escenario posible. Y
desde lo económico es el que advirtió
Roberto Lavagna: la estanflación,
ese temible fantasma que se advierte en
el horizonte y que mezcla explosivamente
estancamiento con inflación.
Los Kirchner vienen de perder por paliza,
hay heridas que no terminaron de cicatrizar
y le quieren mojar la oreja a luchadores
más poderosos que ellos.
Esa actitud suele levantar la ovación
de las tribunas, pero acelera su deterioro
físico y mental. Disfraza de presunto
coraje su debilidad.
A éso, algunos le llaman huir hacia
adelante.
Otros, suicidio