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27/10/2008 01:33
Clarín - Nota - El País - Pág.10
LA BATALLA EN LAS BANCAS
Un final de año con urgencias económicas en el Parlamento

IMPRESIONES
Alfredo Gutiérrez
agutierrez@clarin.com

El oficialismo parlamentario termina el año con urgencias: busca hacer aprobar en un par de meses al menos seis leyes vinculadas a la economía, en medio del tembladeral financiero del mundo, con la idea de que una señal de fortaleza política -la aprobación urgente de todo lo que pide el Gobierno- contribuirá a tranquilizar al mundo económico.

(El único problema es que no siempre la política logra domesticar a la economía: la ley de intangibilidad de los depósitos en septiembre de 2001, por ejemplo, fue letra muerta en pocos días, cuando llegaron el corralito y la crisis que ese año terminó con el gobierno de Fernando De la Rúa. Pero esa es otra historia).

La más fuerte de las batallas de este fin de 2008 es sin duda la estatización del sistema previsional. Y también la más urgente, porque el imprevisto golpe de timón del Gobierno hizo que la crisis financiera mundial aparezca de lleno en Argentina. Desde lo político, los kirchneristas temen que cuanto más tiempo pase, más difícil será aprobarlo: a cada día se endurecen los opositores y crecen los argumentos contrarios en varios sectores. Aunque esto no es como el caso del campo (en aquel momento los productores lograron más simpatías en la sociedad que los bancos y las AFJP ahora), todos recuerdan que el tratamiento llevó cuatro meses en el Congreso y terminó con una derrota. No quieren verse envueltos en semejante riesgo, que por otro lado se convertiría en una situación muy complicada para el Gobierno. "Se abrirían las puertas de un infierno", como dijo un senador. Y nadie quiere eso.

De allí que a la urgencia le suman la posibilidad de "algunos cambios", que desde la Rosada quisieran que sean sólo maquillaje pero pueden convertirse –por imperio de la necesidad– en modificaciones un poco más profundas. Por caso: ceder la presidencia de la comisión bicameral que debería controlar los fondos jubilatorios a un opositor, siempre que la mayoría quede en manos del oficialismo, como sucede en la Auditoría General de la Nación. Una forma de limitar al designado, aunque hacia afuera parezca que controla un hombre de la oposición.

Otra posibilidad, más profunda y más remota, sería que se agreguen en el proyecto limitaciones exactas para el uso del dinero de los jubilados, con porcentajes de cuánto y cómo invertir, y de hasta cuánto podría prestarle al Estado.

Mientras tanto, sigue con similar urgencia el tratamiento del Presupuesto en el Senado, cuya fecha de votación se adelantó una semana (sería el 5 o 6 de noviembre).

El cálculo de gastos y recursos hace como si la crisis internacional no existiera, y el oficialismo no piensa cambiarle ni una sola pauta (aunque los ingresos por exportaciones no sean ni la mitad de lo calculado, por ejemplo, o hable de un dólar a 3,19 cuando el viernes rozó los 3,30). Los retoques se harán a través de los superpoderes, que para eso están.

No son los únicos temas económicos. En breve ingresarán la prórrogas de los impuestos al cheque y a los cigarrillos (que el presupuesto ya da por aprobadas y las computa como ingreso); también la emergencia económica ("¿y qué? ¿el mundo no está en emergencia acaso?", ironizó un legislador oficialista); y el arreglo que se ofrecerá a los bonistas que quedaron afuera del canje, según les anticipó Cristina Kirchner a sus jefes de bloque de Diputados, Agustín Rossi, y del Senado, Miguel Pichetto.

Todas serán batallas políticas sobre temas económicos. A ellas habrá que sumar la cuestión de Aerolíneas Argentinas, cuyo precio final deberá ser aprobado por el Congreso antes de fin de año. O la expropiación de la compañía, como trascendió esta semana, lo que tensaría otra vez las relaciones con España y provocaría nuevas desconfianzas en el mundo económico.

Al parecer, no habrá tranquilidad para el oficialismo hasta fin de año.

 

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