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15/10/2008 02:17
Ambito Financiero - Nota - Política - Pág.12
Los sindicatos vuelven a amenazar con dejar a la aerea sin tripulaciones
Marsans y gobierno sin acuerdo: peligran vuelos

Las diferencias entre el Grupo Marsans y el gobierno en torno del valor del grupo Aerolíneas Argentinas se plasmaron en la asamblea de accionistas que aprobó el balance y en una reunión que mantenían anoche Vicente Muñoz (CFO del grupo español) con funcionarios del Ministerio de Planificación Federal.

El empresario presentó la valuación hecha por el Credit Suisse por encargo de Marsans, de la que surge que los españoles se conformarían con alrededor de u$s 300 millones netos y al contado para irse de Aerolíneas Argentinas. La cifra surge del monto en que los auditores designados por los españoles habrían valuado las compañías-(Aerolíneas, Austral, Aerohandling, etc.), al que se le restaría la deuda y los aportes hechos por el Estado desde que tomaron el control de las empresas.


Pasivo

El pasivo del grupo, cabe recordarlo, ronda los u$s 700 millones; el gobierno lleva aplicados en Aerolíneas-Austral cerca de u$s 200 millones para sufragar gastos operativos y, sobre todo, el pago de salarios. Una simple suma algebraica indica que Marsans considera que el grupo aéreo vale u$s 1.200 millones.

Sin embargo, el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, esgrimía la valuación del Tribunal de Tasaciones de la Nación, la que -según versionesdaría u$s 600 millones negativos. Por eso, el funcionario declaró ayer que «no se pagará un peso por Aerolíneas». En este punto está trabada la negociación.

De todos modos, fuentes tanto oficiales como de la empresa aseguraron que se está cerca de un acuerdo, a lo que habría contribuido un llamado desde Madrid que altos funcionarios del gobierno habrían recibido pidiendo justamente eso.

El Tribunal de Tasaciones, órgano que no suele abocarse a estas tareas, le había encomendado la valuación a docentes de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, quienes se habrían negado a suscribir el informe final que esgrime Jaime.

Ayer, en sendas asambleas (una por Austral, otra por Aerolíneas Argentinas) se aprobaron los estados contables al 31 de diciembre pasado, balances que fueron firmados por la auditoría PriceWaterhouseCoopers (una versión indicaba que se negarían a hacerlo). El representante de Marsans, que tiene 94,6% de las acciones de ambas empresas, votó a favor; el delegado por las acciones del Estado (5%) y el del Programa de Propiedad-Participada (0,4%) votaronen contra.

Y dado que a la hora de las asambleas se seguía negociando el precio de las compañías, se pasó a cuarto intermedio hasta el 13 de noviembre. Lo mismo sucedió con las asambleas convocadas para aprobar los balances hasta el 17 de julio, fecha en que se firmó el acta-acuerdo para la reestatización.


Perspectiva

¿Qué pasará si ese día no llegan a un precio aceptable para ambas partes? Los españoles exigirán que se cumpla con lo que prevé el acta-acuerdo, o sea la designación de común acuerdo de un tercer evaluador, cuyo dictamen será vinculante y definitivo para ambas partes.

Tal como adelantara a este diario hace más de un mes y por primera vez Muñoz había dicho: «No tenemos ninguna obligación de vender: el acta dice que tenemos que llegar a un precio, y si no, llamar a una tercera evaluadora». En caso de que a esa fecha no se haya concretado la venta, además, Marsans dispondrá la capitalización de $ 80 millones para eliminar el patrimonio neto negativo que surge del balance aprobado ayer.

Hay, sin embargo, un obstáculo extra: el Congreso, para aprobar la reestatización de Aerolíneas-Austral, puso como condición que la Auditoría General de la Nación apruebe el precio a pagar. «Es un problema del comprador, no nuestro», dice la fuente de Marsans. «La Auditoría no tiene ningún poder para pedir los libros de una empresa privada: su función es auditar la contabilidad del Estado. Aceptar otra cosa implicará que la AGN pueda inmiscuirse en los libros de cualquier empresa privada, y no es así».

La perspectiva de la no aceptación del precio abriría un panorama más que conflictivo: los pilotos y otros gremios -que ayer se reunieron a las puertas de Aerolíneas exigiendo el traspaso de las acciones al Estado- ya avisaron que retomarán las medidas de fuerza (abiertas y encubiertas) que llevaron a la empresa a su situación actual de crisis.

Por ahora, para el Estado, Aerolíneas-Austral está probando ser el barril sin fondo que todos preveían: la facturación de setiembre fue la más baja de los últimos siete años, y el déficit operativo superó los u$s 50 millones, una cifra muy por encima del millón de dólares diarios de pérdida con que los administradores oficiales tomaron la empresa.

La única vía que le quedaría al gobierno entonces sería la confiscación lisa y llana de la empresa, para lo que haría falta una nueva ley del Congreso. Esta eventualidad tensaría aún más las ya complejas relaciones con España, algo que se puso en evidencia en la reunión que mantuvieron Cristina de Kirchner y José Luis Rodríguez Zapatero en Nueva York.

Allí, y a pesar de lo que dijo el canciller Jorge Taiana, devenido para la ocasión en vocero de prensa, se habló largamente del tema Aerolíneas, y no precisamente en términos ligeros o casuales. Del encuentro participaron además el canciller español Miguel Angel Moratinos y los ministros Sergio Massa y Julio De Vido. El tema incluso habría provocado algún desacuerdo entre la Presidente y su esposo, que sería el verdadero motor de la reestatización y eventual confiscación.

En caso de expropiación o de que el Estado decida de manera unilateral cuánto vale Aerolíneas, los españoles cumplirán con su promesaamenaza de acudir al CIADI (el tribunal del Banco Mundial donde se zanja esta clase de entuertos).


Punta de lanza

Por ahora la conducción «de facto» de la compañía está en manos de APLA, el gremio de los pilotos que hizo de punta de lanza de la ofensiva oficial para remover a Marsans de Aerolíneas.

El gerente operativo, Daniel Ribas, es un hombre del riñón de Jorge Pérez Tamayo, secretario general de APLA, con quien se reúne todas las semanas en el Comité de Gestión. La tarea de Pérez Tamayo hoy es garantizar que ningún piloto deje de tripular los vuelos que tiene programados, o sea exactamente lo opuesto a lo que sucedió en el último trienio, en que los comandantes y copilotos se negaban a volar aduciendo colitis, gripes y otras patologías igual de repentinas.

La consecuencia fue palpable para los pasajeros, que permanecían varados durante días enteros en los aeropuertos donde operaba Aerolíneas, esperando que llegara una tripulación dispuesta a pilotear la aeronave.

Esta es la causa principal del derrumbe del número de pasajeros transportados por Aerolíneas, y el desplome de su facturación: no es sencillo hoy encontrar un pasajero dispuesto a comprar un boleto que usará dentro de -por caso- cinco meses en sus vacaciones de verano, por los antecedentes recientes de Aerolíneas, pero también porque nadie puede predecir hoy qué sucederá de cara al futuro en manos del gobierno.

S.D.


 

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