19/09/2008
Clarín - Nota - El País
- Pág.16
Café Literario
Mirada indiscreta sobre hechos y personajes
de la política
Del bulldog a la campaña
chilena
El hombre tiene un nombre de bien ganada
fama en el mundo de la publicidad. Y hace
rato que incursiona en la propaganda política,
con apreciable resultado. Ernesto Savaglio,
que de él se trata, fue el inventor
del bulldog de López Murphy, después
hizo la campaña ganadora de Mauricio
Macri en la Ciudad y trabajó con
Sergio Massa cuando el hoy jefe de Gabinete
ganó la intendencia de Tigre. Con
esos datos en la mano, el precandidato presidencial
de Chile, Sebastián Piñera,
no dudó en llamarlo.
Así, en las próximas semanas
Savaglio viajará a Santiago, para
tomar contacto allí con los equipos
de Renovación Nacional, la alianza
de centroderecha que ya tuvo a Piñera,
poderoso empresario, como candidato contra
Michelle Bachelet. En el país, Savaglio
trabajó más por afinidad y
sintonía con los candidatos que por
el puro dinero. Habrá que ver ahora
si esa ecuación cambia.
Margarita, lanzada a la ciberpolítica
A la zaga de lo que ocurre en el primer
mundo, de a poco los políticos argentinos
comienzan a descubrir en Internet una nueva
vía para conquistar votantes. Ante
la proliferación de blogs como el
de Domingo Cavallo o Jorge Telerman, Margarita
Stolbizer redobló la apuesta con
un portal de su partido (www.portalgen.com.ar)
en donde reúne información
personal, de su agrupación, de la
Coalición Cívica de la que
forma parte y de su Instituto de formación
de dirigentes.
Muy moderna, despliega allí recursos
de la web 2.0, como sus videos en YoutTube,
sus fotos en Flickr (hay muchas más
con Alfredo de Angeli que con Lilita Carrió),
promete chats y newsletters. Eso sí,
deberían avisarle que una de las
premisas de la web es la actualización
rápida. Hasta ayer, no había
ni una foto ni un video, ni nada, de la
presentación del portal, que se hizo
el martes.
Más idas y vueltas en el
caso AMIA
La taba se da vuelta, no sólo en
el juego sino en la política y hasta
en la Justicia. Cuatro años atrás,
los por entonces todavía fiscales
Eamon Mullen y José Barbaccia eran
desplazados del juicio por el atentado contra
la AMIA.
Así empezaba una espiral descendente
que terminó con sus renuncias y sus
procesamientos por los delitos que se habrían
cometido en la investigación del
atentado. En aquel momento recibieron una
carta de apoyo de sus colegas fiscales.
Hoy, uno de ellos, Patricio Evers, es quien
debe acusarlos para elevar a juicio la causa
por las irregularidades de la investigación.
Y ellos no tuvieron mejor idea que recusarlo
bajo el argumento de que no es imparcial
porque antes los había apoyado. El
planteo seguramente será rechazado,
pero al menos logró demorar la causa
un tiempito.
Antes liberales, ahora estatistas
Como presidente de la patronal CEOE, el
español Gerardo Díaz Ferrán,
de Marsans, el grupo que era dueño
de Aerolíneas, acaba de protagonizar
un episodio calificado de "bochornoso"
por los pequeños y medianos empresarios.
Díaz Ferrán forzó la
dimisión de Juan Jiménez Aguilar,
un dirigente histórico con más
de treinta años en la dirección
de la entidad.
Lo acusó hasta de falsificar un
acta. Jimenez Aguilar se desmayó
y está internado con problemas cardíacos.
En el CEOE hubo varias intervenciones acusando
a Diaz Ferran de "estar hundiendo a
la organización patronal".
Díaz Ferrán fue designado
por su antecesor, el histórico José
María Cuevas hace mas de un año
cuando renunció.
Dejó en la Secretaria general a
su mano derecha Juan Jimenez Aguilar, ahora
defenestrado por el propietario de Marsans.
Como si esto fuera poco, el dueño
de Marsans, campeón del liberalismo
anti Estado, declaró que ante una
coyuntura excepcional se puede hacer un
paréntesis en la economía
de libre mercado.
En una palabra, que el Estado ponga dinero
para salvar a las empresas españolas.
Si no se toman esas medidas Díaz
Ferrán anuncia el fin del mundo:
más de un millón de parados
y cadenas de quiebras. Los sindicatos saltaron
de inmediato para recordar las posiciones
del patrón de Marsans que ahora quiere
ayuda estatal.