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Página 12 - Nota - Economía
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ECONOMIA › LA REESTATIZACION DE AEROLINEAS
EN EL BOLETIN OFICIAL
Un precio por las nubes
El Gobierno promulgó la ley por la
reestatización de Aerolíneas,
pero se avanza poco para lograr un precio
de consenso entre el Estado y Marsans, que
también quiere cobrar por futuras
ganancias.
Por Cledis Candelaresi
Promulgada la ley para la reestatización
de Aerolíneas Argentinas y Austral,
y a punto de vencer el acta acuerdo que
habilitó el gerenciamiento mixto
de las empresas, son magros los avances
para formalizar esta compleja operación,
cuyo marco legal es cada vez más
difuso. La fijación de un precio
consensuado se transformó en una
misión imposible. Marsans insiste
con una valuación en base a las hipotéticas
ganancias que en los próximos años
tendría la línea de bandera,
mientras que los funcionarios del área
se resisten a convalidar ese criterio como
base de trabajo para la tasación
oficial. Estas dificultades habrían
quedado expresadas en la reunión
de directorio de ayer.
La flamante ley 26.412 atribuye al Congreso
la potestad de aprobar la cotización
en la que hoy están trabajando el
Crédit Suisse, por Marsans, y el
Tribunal de Tasación, con la asistencia
de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad
Tecnológica de Haedo. Pero esa ley
no invalidó el acta acuerdo firmada
por las partes el 17 de julio, en virtud
de la cual el precio debe surgir de consenso
o, en su defecto, ser fijado por un tercero
a través de un fallo inapelable.
Esa acta, que generó mucha antipatía
en los legisladores oficialistas y opositores,
creó un comité de transición
mixto, hoy a cargo de Julio Alak, habilitando
la participación de funcionarios
en el gerenciamiento de la compañía,
que no tiene un dueño preciso pero
sí al Estado como único aportante
para la cobertura de millonario déficit
operativo, o como “créditos”,
posibilitando su eventual ejecución,
otro camino para hacerse de esos títulos
sin tener que aportar dinero adicional.
Formalmente, Marsans es dueño y
por eso amenaza con recuperar el gerenciamiento
exclusivo de Aerolíneas y Austral
si no hubiera un acuerdo con el Gobierno
antes de que expire la vigencia del acta.
Contando los sesenta días de validez
como hábiles, eso ocurriría
el 9 de octubre, según calendario,
o el 17, según conjeturaban ayer
fuentes ligadas a la negociación.
En cualquier caso, aún no se previó
ninguna prórroga.
Pero la realidad es que la compañía
se está sosteniendo gracias a las
contribuciones estatales hasta para gastos
operativos elementales como el pago de sueldos,
que hasta la intervención fueron
concretadas sin dejar en claro en condición
de qué se formalizaban. Tan así
es que el juez que entiende en el concurso,
Jorge Sícori, reclamó al accionista
privado y al Estado que le precisen importes
de esas contribuciones y concepto. Aún
espera.
No es la única incógnita
a despejar. Tampoco está claro qué
pasará cuando se venza el acta acuerdo
y el comando de transición –integrado
por dos representantes privados y tres estatales–
pierda el respaldo formal que le da ese
documento. Marsans desafía con asumir
el control absoluto y esperar una eventual
expropiación que luego discutiría
en el Ciadi. Pero los españoles bien
saben que ese camino les conviene poco.
Por eso la semana pasada el español
Vicente Muñoz llegó a Buenos
Aires con varias cajas de documentación,
presuntamente útiles para poner un
precio. Los gerentes –en su mayoría
designados por Marsans, según enfatizan
las fuentes oficialistas– bosquejaron
un plan de negocios que daba por supuesto
que en un año Aerolíneas podría
tener una rentabilidad superior al 1 ciento
anual, algo que el propio Alak sugirió
en sus informes al Congreso cuando se discutía
la ley.
Cruzado el dato con el de la facturación,
habría surgido cuánto dejarían
de ganar los españoles por ceder
el paquete accionario, poniéndole
un número a su pretensión.
Una visión que Alak no quiso rubricar,
dejándolos sin un documento clave
para tasar la empresa en función
del flujo de fondos. El otro camino de la
valuación es el de confrontar los
voluminosos pasivos con los menguados activos
al 1º de julio, presumiblemente menos
favorable a los vendedores.
Estas cuestiones volvieron a analizarse
en la reunión de directorio de ayer,
cuerpo que formalmente también integran
los estatales Alak y Vilma Castillo, aunque
en este caso, en minoría. Lo que
en las oficinas de Bouchard no se considera
es que Julio Cobos pueda prestar oídos
a la advertencia de legisladores de la oposición
sobre la “nulidad intrínseca”
del acta acuerdo, que ganó soberanía
desde que se anunció la voluntad
de reestatizar.