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Se ha cumplido una etapa más de la venta de Aerolíneas Argentinas -nuestra línea aérea de bandera, y la empresa Austral. Pero también, ha culminado otra etapa en la larga pelea que vienen dando los Técnicos Aeronáuticos, por la salvación y la recuperación de esas otrora compañías aéreas nacionales.

Sus nuevos dueños, el consorcio privado español Air Comet, controlado por Viajes Marsans, el mayor operador turístico español compuesto por 25 empresas -13 de transporte terrestre y aéreo y 12 del sector turístico junto con Spanair y Air Plus, fueron preferidos por la SEPI / Estado Español a los empresarios argentinos Eduardo Eurnekian, Enrique Pescarmona y Juan Carlos Pellegrini.

Los actuales dueños españoles, han prometido asumir aproximadamente la mitad del pasivo de 1200 millones que según ellos soporta Aerolíneas, retomar el nivel de actividad anterior al colapso de la empresa e incluso aumentarlo y no efectuar reducciones de personal, por lo menos durante dos años.

Asimismo afirmó en un principio, que calcula empezar a tener ganancias con Aerolíneas luego del primer año de su operación. Todos compromisos y expectativas demasiado buenas, como para no aguardar cautelosamente que la realidad los confirme. Sobre todo, luego de la fatal experiencia sufrida con la administración de IBERIA / SEPI / Estado Español.

Lo que desde ya resulta evidente y condenable es que el gobierno del Dr. De la Rúa ratificó el continuismo con el gobierno menemista respecto de la "muerte del Estado" como fijador de políticas nacionales, la carencia de medidas activas y el sometimiento a los poderes económicos de los países centrales, España en este caso, puesto que otorgó una irrestricta libertad al Estado español para decidir sobre nuestra línea aérea de bandera -y a través de ella sobre la política aerocomercial nacional-, permitiendo al gobierno peninsular privilegiar la oferta que más afín o beneficiosa era para los intereses españoles y no interviniendo activamente -incluso por ser accionista de Aerolíneas- para defender e impulsar a los capitales privados nacionales, que con genuinos avales de capitales aspiraban a la misma, con similar propuesta de expansión y estabilidad laboral.

El ministro Bastos se jactó siempre de ser "neutral", como si eso fuera una virtud y así estuviera cumpliendo adecuadamente su misión de ministro argentino, de defender y servir a los intereses nacionales.

Tal lo cual lo hacen los españoles. Ser "neutral" en estos casos es estar encubiertamente con el "otro", por omisión. Así españoles privados han heredado a españoles estatales, en la explotación de una porción muy importante de nuestro mercado de transporte aerocomercial de pasajeros, carga, del mantenimiento y reparación aeronáutica; y ahora además de nuestro mercado turístico.

Por otro parte, es harto difícil en estas circunstancias, que españoles vayan a investigar y acusar a otros españoles, por la administración fraudulenta que durante más de diez años, sufrieron Aerolíneas Argentinas y Austral.

Con esta nueva realidad, ambas compañías aéreas pasan a "ser una pieza más" de todo el sistema económico del Grupo Marsans, como ellos se lo han manifestado al propio ministro Bastos. Por lo tanto, el plan de desarrollo de Aerolíneas, no se diseñará de acuerdo a los intereses estratégicos de la Argentina, sino de un grupo empresarial español y deberá competir con las otras empresas aerocomerciales del grupo: Spanair y Air Plus.

El objetivo para Aerolíneas Argentinas ya no será convertirla en una empresa líder aerocomercial. Pero, a pesar de estos desaciertos y limitaciones en la nueva adjudicación de Aerolíneas/Austral, no debemos obviar, ni menospreciar los importantes logros conseguidos con nuestra lucha y oposición a la administración del Estado Español: en primer lugar, Aerolíneas Argentinas no quebró, como VIASA; en segundo lugar, no se aplicó el PLAN DIRECTOR que significaba la reducción a su mínima expresión en rutas, infraestructuras y personal -como paso previo a su desaparición- de Aerolíneas y Austral; en tercer lugar, se obligó al Estado argentino a reconocer que se estaba ante una cuestión política y económica entre dos países, y que el problema no era de índole privada entre dos empresas; y por último, A.P.T.A. logró que fueran reincorporados la totalidad de sus 500 compañeros despedidos, como represalia tomada por la SEPI / Estado Español por la indoblegable oposición de A.P.T.A. a firmar el mencionado Plan Director.

No son ni pocas ni mínimas conquistas, si se lo ve en la perspectiva de que ha sido un gremio de menos de 2000 trabajadores, el que con el único apoyo del Sindicato de Aeronavegantes, se debió enfrentar contra dos estados, el español y el argentino, para salvar y recuperar a Aerolíneas Argentinas y Austral.

Se ha dado un combate tan enormemente desigual como vital por ambas empresas, especialmente recrudecido y crítico desde el 24 de abril último, cuando mediante la férrea resistencia de A.P.T.A., se convirtió en un antes y un después -una bisagra- que marcó el inicio de una etapa histórica distinta y enriquecedora en la vida gremial de los Técnicos Aeronáuticos, y de los restantes trabajadores de Aerolíneas y Austral; como así también, en la conciencia política colectiva de nuestra sociedad, que hizo del caso Aerolíneas una verdadera CAUSA NACIONAL, para levantarla como bandera de sus múltiples luchas sectoriales, al ser esta privatización, un caso emblemático, de todo lo ocurrido en la Argentina durante la década del '90: corrupción, descapitalización, desnacionalización y desempleo.

Por eso, hoy en el inicio de esta nueva etapa, debemos más que nunca ratificar las ideas y objetivos de nuestra lucha, y reavivar nuestras fuerzas.
Nuestra Línea Aérea de Bandera y Austral deben consolidarse y expandirse; estar al servicio de las prioridades de integración territorial y proyección económica de nuestra Nación -fijadas por una política del transporte aerocomercial definida por el Estado argentino- y respetar los derechos e intereses legítimos de sus trabajadores.

De lo contrario, los errores del pasado se repetirán y todo terminará en una nueva frustración como sucedió con la administración de IBERIA / SEPI / Estado Español.

Continuaremos con nuestro esfuerzo sin prisa pero sin pausa y con tenacidad y perseverancia insobornables, persiguiendo los objetivos laborales, empresariales y nacionales, que desde un comienzo nos hemos impuesto.
A.P.T.A., también puede -y lo ha demostrado- vivir en el infierno. Si nosotros no podemos ser felices, tener un salario y condiciones laborales dignas, tampoco podrán serlo, ni llevarse las ganancias a su país, aquellos extranjeros que con aviesas intenciones y voracidad insaciable, vengan a saquear el fruto de nuestro trabajo.

Ciudadela, 15 de octubre del 2001

Ricardo Cirielli
Secretario General

 

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