Vigilar
y sancionar
EL NUEVO ROL DE LOS USUARIOS |
De acuerdo con los datos vertidos en capítulos
anteriores, estaríamos en condiciones de
afirmar, que la seguridad en vuelo es demasiado
importante para dejarla en manos, exclusivas, de
empresarios y entes del Poder Ejecutivo.
Quienes pueden, y deberían ejercer el control
último y más importante respecto de
las medidas de seguridad en las empresas aerocomerciales,
son los usuarios. Todos los usuarios. Aunque no
todos dispongan de los mismos medios para hacerlo,
y por ende, del mismo grado de responsabilidad.
Precisamente, son dos de los principales grupos
de usuarios (teniendo en cuenta la frecuencia con
que utilizan el transporte aéreo), quienes
más posibilidades poseen para vigilar, informar
y sancionar: Los legisladores y los periodistas.
Así, podrían colaborar más
que otros usuarios, en denunciar ante los organismos
de gobierno o sancionar através su elección,
a quienes más falencias poseen en lo referente
a seguridad aérea. Su participación
se justificaría plenamente, no sólo
por la función que cumplen dentro de la sociedad,
con los deberes y posibilidades que ella involucra,
sino también por propio interés, al
estar entre quienes más exponen su humanidad
a la confiabilidad de los aviones comerciales. De
esta forma, sea por su rol dentro del aparato del
Estado o por su rol social de investigadores y fiscales
públicos, tienen poder suficiente para conocer
y verificar, la calidad del mantenimiento de las
Empresas Operadoras -grandes, chicas o "charteras"-
y también, la calidad del control que ejercen
los entes nacionales: D.N.A y Secretaría
de Transporte. Todo un conocimiento que deberían
finalmente trasladar a la sociedad en general, y
a los USUARIOS de líneas aéreas en
particular, para colaborar a que el mercado sea
verdaderamente transparente en este tema; y para
que los pasajeros ahuyenten su temor "irracional"
-según los empresarios- a viajar en avión.
Se podría entonces elegir, en que aerolínea
volar sobre bases racionales de seguridad, y no
solamente porque el menú es mejor o el pasaje
es más barato. Ninguna comida es suficiente
si es la última; y una vida humana es irremplazable,
por lo cual, no hay "ganga" que la pueda
pagar.
Vista del hall del Aeropuerto de Ezeiza
Es con ese propósito de información
y transparencia que la FAA, luego de ser severamente
cuestionada en su honestidad y eficiencia por no
haber cesado la operatoria de ValuJet, inició
por presión del Congreso de los EEUU, un
servicio público de información por
vía telefónica y por medio de Internet.
Dicho servicio, suministrará a los viajeros
datos de seguridad de las aerolíneas, (aquellas
que fueron multadas con u$s5000 o más, estadísticas
sobre incidentes relacionados con la seguridad en
vuelo, tipos de aeronaves involucradas, etc.).
Esta decisión de difundir información
relacionadas con los estándares de confiabilidad,
en cuanto al mantenimiento de los aviones y de sus
equipos, es una tendencia que debería generalizarse
e incluir a todas las compañías del
mundo, como así también profundizarse
en cuanto a las características de la información
suministrada.
La seguridad en vuelo es un derecho humano, por
lo cual debe ser protegida y preservada por todos
los medios posibles. Entre ellos, el más
importante, es el control de la comunidad sobre
la base de una información completa y precisa
respecto de las aerolíneas.
A los pasajeros no les interesa si la navegación
aérea, en abstracto o estadísticamente,
es segura. Sí, en cambio, si los son y en
que grado, las empresas por las que deben optar
en el momento de viajar. En consecuencia, es muy
sensato suponer que en un futuro próximo
deberían existir, calificadoras de riesgo
de seguridad aeronáutica, para todas las
empresas aerocomerciales.
Dichas organizaciones, clasificarían a las
aerolíneas de manera similar a como se hace
con las instituciones bancarias, teniendo en cuenta
en este caso, la seguridad en vuelo que cada compañía
ofrece. Toda la información necesaria, (características
y estado de la flota de aeronaves, incidentes y
accidentes que han sufrido, capacitación
de su personal Técnicos Aeronáuticos
y de Pilotos, infraestructura de mantenimiento,
etc.) debería ser suministrada por los operadores
aéreos y por lo entes de control del Estado.
Es más, casi todos estos datos ya se conocen,
sólo es necesario el marco legal que obligue
a hacerlos públicos y las instituciones que
se dediquen a difundirlos. Disponiendo de esta información,
los usuarios podrían resolver la ecuación
costo / beneficio (costo= seguridad personal / beneficio=
precio + hotelería), para decidir la elección
de su línea aérea sobre fundamentos
mucho más reales y sensatos. La seguridad
de aeronavegabilidad de cada empresa, se establecería
por el posicionamiento en el ranking que le otorguen
las calificadoras; complementándose, por
el conocimiento de su historial de seguridad y su
situación actual. Los empresarios que se
quieran oponer a este procedimiento de información
y transparencia, incurrirían en un grave
pecado de soberbia, al menospreciar la capacidad
del público para efectuar el correcto análisis
de cada caso; o pretenderían ocultar falencias
de mantenimiento de sus propias empresas; o tal
vez peor, se estarían negando a aceptar el
derecho que tienen los pasajeros a saber, para su
proteger su propia vida. Vigilando y controlando
a cada aerolínea, eligiéndola o no,
se estará ayudando además a mejorar
su competitividad, en cuanto a seguridad en vuelo.
Tendríamos entonces todos los reaseguros
necesarios que nos permitan confiar, en lo que las
compañías aerocomerciales ofrecen
a sus pasajeros, para que vuelen seguros: el poder
legislativo, protegiendo a los ciudadanos, al ejercer
su función suprareguladora de las actividades
comerciales; los medios de comunicación informando
y concientizando sobre el tema, a la opinión
pública; las calificadoras de riesgo de seguridad
aerocomercial, como organizaciones privadas independientes,
evaluando y clasificando; y por último, los
USUARIOS, lúcidos y exigentes, obrando como
garantes finales para que se cumplan los requisitos
necesarios, que brinden una aeronavegabilidad segura.
Haciendo valer el poder más importante, y
que sólo ellos detentan: el de su decisión.